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La inflación golpea al Banco de Alimentos y amenaza a las mesas más débiles


  • Escrito por Fermín Cabanillas
  • Publicado en Capital
(Tiempo de lectura: 2 - 4 minutos)

La subida de la inflación y de los precios que conlleva han provocado que desciendan las donaciones a los bancos de alimentos, y el de Sevilla, uno de los mayores de España, pide ayuda para poder sostener su labor social, ya que en estos momentos solo tienen recursos para atender peticiones durante tres meses.

Una situación complicada, ya que aunque es cierto que en las instalaciones de esta Fundación en Mercasevilla el trasiego es incesante, ahora mismo hay verdaderas dificultades para garantizar que se atienda a todas las personas que necesitan de su trabajo, tras aportar lo básico para alimentarse en 2022 a 43.000 habitantes de todos los puntos de la provincia.

En un rápido recorrido por las naves de almacenamiento de alimentos no perecederos, resume la situación el responsable de Estrategia, Operaciones y Finanzas de la entidad, Juan Manuel Román, que, en esencia, señala que “algunas personas han dejado de donar y otras están donando menos”, y eso se traduce en que, para llegar a todos sus rincones de aportación de ayuda han tenido que reducir el tamaño de los lotes que se entregan.

Y no es cualquier cosa, porque todo esto se traduce en que, por muchas cosas que haya a la vista para entregar, en las naves del Banco de Alimentos de Sevilla solo hay surtido para los próximos tres meses. Si en tres meses nadie aportase nada o se redujese mucho la ayuda, habría que plantearse cerrar las puertas, y esa premisa ni siquiera se pasa por la cabeza de la gente que desarrolla esta labor solidaria.

Y todo el problema se basa en el aumento del coste de “la cesta básica”, como define este portavoz lo imprescindible para alimentarse cualquier persona, que, como media en los supermercados, “se ha encarecido del 20 al 22 %, y es una cuarta o quinta parte de lo que se venía donando”, de modo que “gente que donaba antes, ahora no puede, y la gente que sigue donando requiere de mucho más dinero para seguir haciéndolo”.

Esa cesta, desde el punto de vista del Banco, está compuesta por 13 alimentos básicos, los necesarios para aportar los hidratos de carbono y proteínas imprescindibles al ser humano, compuesta, según cada persona que aporte, por leche, arroz, pasta, legumbres o aceite: “No pretendemos suplir todas las necesidades alimentarias, porque no tenemos capacidad para llegar a tanto, pero si una parte importante de las necesidades de las personas usuarias del Banco de Alimentos”, dice.

Una parada la realiza también para analizar desde dónde les llega la ayuda, que tiene “muchas tipologías”, y que cuentan con empresas, tanto productoras como distribuidoras, particulares, colectivos, grandes superficies, colegios, institutos, o empresas que organizan campañas de recogidas de alimentos, junto a donantes económicos que realizan donaciones habituales o puntualmente, que sirven tanto para garantizar las entregas como para ayudar a mantener la quincena de personas que tiene en plantilla, que llega hasta 130 si hablamos de voluntarios.

Juan Manuel Román hace un apunte para señalar que un aliciente para las donaciones es la exención fiscal, ya que, en un tope de 150 euros, tiene una desgravación del 80 %, “con lo que lo que me cuesta realmente son 30, y por encima de esa cantidad se reduce la exención fiscal entre un 40 y un 35 por ciento dependiendo de antecedentes de donaciones, lo cuál siempre es significativo”.

Así, poco a poco, se van llenando las enormes estanterías de la sede del Banco en Mercasevilla, que, en dos ocasiones al año reciben aportaciones extraordinarias a través de las campañas Operación Kilo de Primavera, prevista este año para junio, y la de fin de año, que ayudan, y mucho, a que las más de 250 entidades colaboradoras lleven todo lo necesario a las 43.000 familias beneficiarias de la ayuda.

En realidad, la ayuda al Banco de Alimentos se puede hacer de muchas formas, ya sea aportándoles un kilo de lentejas o en euros para pagar la factura de la luz de las naves, aunque el portavoz enfatiza que “el dinero para la compra de alimentos solo va a compra de alimentos, pero hay entidades o subvenciones que ayudan a sufragar los gastos que tenemos”.

Con eso, con sus voluntarios, que colaboran algunas horas al día o muchas a la semana, y con las ganas de ayudar de muchas personas, en muchas ocasiones a título anónimo, el Banco de Alimentos sobrevive, pero ahora pide ayuda para que su labor no se vea mermada por una crisis global, que provoca el grave problema puntual en las mesas de los que menos tienen.