La sociedad civil madrileña pervive
- Escrito por Rafael Fraguas
- Publicado en Cultura
Homenaje a Pedro Navascués, adalid de la defensa del patrimonio arquitectónico capitalino
La sociedad civil madrileña sigue viva. Así quedó demostrado el 1 de diciembre, fecha del homenaje cívico y académico dedicado a la figura y la obra del historiador del Arte, Pedro Navascués y Palacio (Madrid, 1942-2022), celebrado en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica. El acto, de impronta coral, fue organizado por el catedrático Javier Mosteiro, del Departamento de Ideación Gráfica y director del Máster en Conservación y Restauración del Patrimonio arquitectónico. Congregó a un centenar de arquitectos, restauradores patrimonialistas, historiadores del Arte, académicos, docentes y alumnos de Arquitectura y de Bellas Artes. En el ambiente flotaban recuerdos vinculados al compromiso cívico adquirido años atrás por algunas juntas directivas del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, a la sazón punta de la lanza de reivindicaciones ciudadanas en defensa del patrimonio histórico-artístico y urbanístico de la ciudad, así como adalid de un urbanismo a escala humana, erigido en dique ante la rampante especulación inmobiliaria. Tal memoria se espejaba en numerosos rostros de los asistentes al homenaje, que entonces protagonizaron aquellos retos.
Junto a la viuda del homenajeado, María Victoria López Cordón, prestigiosa investigadora de la UCM, su hija Eva y Manuel Blanco-Lage, director de la Escuela de Arquitectura de Madrid, que presidió el acto, se hallaban presentes alarifes de la estatura Rafael Moneo, autor, entre muchos otros emprendimientos, de la ampliación del Museo del Prado; sus colegas, también académicos de Bellas Artes, Alberto Campo Baeza y Antonio Almagro; Valentín Berriochoa, restaurador de las catedrales de Salamanca y Toledo; Jaime Tarruell, restaurador del Casón del Buen Retiro y batallador ex directivo del COAM; José Miguel Merino de Cáceres, restaurador del monasterio segoviano de Sacramenia; Juan Hernández Ferrero, autor de la reforma del complejo deportivo de Vallehermoso; Teresa Arenillas, defensora del patrimonio urbano; Antonio Lopera y Javier Alau, autores del Museo del Canal de Isabel II; Miguel Lasso de la Vega, arquitecto, historiador y mentor de la Fundación COAM; José Coca, director titular del Departamento de Ideación Gráfica de la Escuela de Arquitectura de Madrid; o historiadores como Pedro Monleón y la paisajista, Carmen Añón, del Instituto de Estudios Madrileños; Fernando Sáenz Ridruejo, ingeniero soriano, comprometido en la defensa patrimonial de la ciudad castellana, entre numerosos otros asistentes como Fernando Vela, vicerrector de la Universidad Politécnica; José María Goicolea, de la Fundación Juanelo Turriano; Carlos Saugar Quer, director de la revista de Arte Goya y galeristas como Margarita de Lucas y Antonio Navascués, hermano del homenajeado.
Asimismo, se leyeron varias adhesiones, entre ellas la del patriarca de los arquitectos madrileños, Antonio Fernández Alba, restaurador del Observatorio Astronómico del Retiro, que envió una semblanza de Navascués henchida de afectuoso lirismo; otra de Enrique Nuere, arquitecto y experto en carpinterías de lazo, de armar y de blanco, además de una tercera, procedente de Fernando Gutiérrez Baños, catedrático de la Universidad de Valladolid.
Prioridades
La reunión coincidía con un partido de fútbol de la selección española, lo cual mostraba que aún persisten prioridades axiológicas, frente a las inercias vigentes, entre una parte sustantiva de la élite profesional democrática de la ciudad natal del homenajeado, numerario del Instituto de Estudios Madrileños, Villa y Corte a la que brindó un afecto tan profundo y continuo como inmarchitable.
De familia acomodada, Pedro Navascués había cursado Filosofía y Letras en la Universidad Complutense. Tras licenciarse en 1965, orientó sus pasos hacia la Historia del Arte, con una tesina dirigida por el catedrático Julio González. Pronto emergió su fascinación por la arquitectura neogótica y neomudéjar, a la sazón condenada a demolición o desidia por la insensible e inculta incompetencia de quienes, a la sazón, gobernaban Madrid. Navascués se adscribiría al amparo intelectual del mejor narrador de la historia arquitectónica española de su época, el arquitecto y escritor madrileño Fernando Chueca Goitia, coautor de la catedral de La Almudena, que dirigiría su tesis doctoral sobre el ochocentismo. Esta tesis de Navascués, publicada en 1973 bajo el título Arquitectura y arquitectos madrileños del siglo XIX, considerada como una seductora invitación al despliegue de la sensibilidad estética, llegaría a convertirse en canónica biblia y guía de acción para una pléyade de restauradores del patrimonio histórico-artístico de Madrid, formados en las aulas por el homenajeado, que accedería a la cátedra de Historia del Arte y de la Arquitectura en el año de 1978. El estudio de las catedrales españolas y la inserción en sus respectivos entornos urbanos sería otra de las metas del historiador madrileño recientemente fallecido, cuya estela sería seguida, entre otros, por Miguel Sobrino en su libro Biografía de las principales catedrales españolas, también presente en al acto.
La defensa del patrimonio por parte de Pedro Navascués se ampliaba a la de ámbitos cercanos, como el del paisajismo, destacándose su lucha, junto con Carmen Añón y Jaime Tarruell, por impedir la postración en la irrelevancia de la Alameda de Osuna, jardín cargado de historicidad, recuperado por sus esfuerzos conjuntos; y ello, pese a que su entorno, por el que los tres pugnaron valientemente, sería invadido por un camping de caravanas aún estante. Uno de los asistentes al homenaje recordó que aquel combate empezó a la manera furtiva, saltando las tapias del recinto ajardinado de los Osuna, que languidecía ante la parsimonia cómplice de los ediles de entonces. Por otra parte, el compromiso de Navascués en la defensa del patrimonio le llevó a protagonizar, junto con Jaime Tarruell, la lucha contra la proyectada variante de Soria que, de materializarse, rompería el entorno mágico del convento de San Saturio, como recordaría en el acto de homenaje el soriano Fernando Sáenz Ridruejo.
Pedro Navascués fue subdirector de la Escuela Superior de Madrid durante un largo período. Tiempo después, se involucró en desarrollar cursos de postgrado en Conservación y Restauración del Patrimonio, donde prosiguió como docente emérito tras su jubilación en 2012. Previamente, en 1998, había accedido a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde dirigió con desenvoltura la Comisión de Monumentos. Doctor honoris causa por la Universidad de Coimbra, miembro de la Hispanic Society y presidente del patronato de la Fundación Juanelo Turriano, destacó como maestro querido y admirado por sus alumnos, como quedó de manifiesto en el acto, cuando se cedió la palabra a numerosos asistentes. Todos ellos y ellas resaltaron las cualidades del homenajeado, señaladamente su entusiasmo por los desafíos afrontados, su diligente dirección del alumnado de Arquitectura y su sensibilidad trabada por una capacidad de trabajo a toda prueba. De su vida personal destacó un testimonio que acreditó su condición de avezado guitarrista (al igual que el renombrado arquitecto Fernando Higueras) como alumno predilecto del célebre maestro Regino Sáinz de la Maza.
El acto culminó con un cierre de filas del amplio gremio de arquitectos, historiadores, restauradores, urbanistas y docentes patrimonialistas en torno a una figura como la de Pedro Navascués, señalado por sus compañeros como canon de la entrega entusiasta al ideal estético, social y didáctico que preside la vida profesional de los mejores alarifes: aquellos comprometidos hondamente con su tiempo y con la historia que da sentido al presente.
Rafael Fraguas
Rafael Fraguas (1949) es madrileño. Dirigente estudiantil antifranquista, estudió Ciencias Políticas en la UCM; es sociólogo y Doctor en Sociología con una tesis sobre el Secreto de Estado. Periodista desde 1974 y miembro de la Redacción fundacional del diario El País, fue enviado especial al África Negra y Oriente Medio. Analista internacional del diario El Espectador de Bogotá, dirigió la Revista Diálogo Iberoamericano. Vicepresidente Internacional de Reporters sans Frontières y Secretario General de PSF, ha dado conferencias en América Central, Suramérica y Europa. Es docente y analista geopolítico, experto en organizaciones de Inteligencia, armas nucleares e Islam chií. Vive en Madrid.
La Redacción recomienda
- La desunión y el enfrentamiento llevan al desastre
- El racismo o la creencia de ser superior
- La Unesco reconoce el cartel de cine cubano, gema escondida del arte de la isla
- Exponen la historia de la biblia sacra con obras de la biblioteca de Menéndez Pelayo
- Rafael Espejo y Yolanda Esteve, ganadores del premio de poesía “Francisco Brines”