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Segismundo Pey Ordeix y su libro Jesuitas y Masones


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Segismundo Pey Ordeix es un sacerdote, teósofo, librepensador, anticlerical, periodista, escritor y masón; conocido primero, por sus tendencias integristas cercanas al carlismo y posteriormente por su anticlericalismo y sus ataques a la compañía de Jesús.

Nace en San Vicente de Torelló (Barcelona en 1867), siendo educado en el seminario de Vich. Mas tarde fue mayordomo del seminario de Osma y capellán del Hospicio de Soria.

En 1898 funda el periódico integrista El Urbión, desde el que critica a los obispos españoles de enriquecerse; debido a ello, mantuvo fuertes disputas con el jefe del Partido Integrista, Ramón Nocedal. Su periódico fue condenado el 24 de febrero de 1900 por el obispo de Barcelona José Morgades.​ Aprovechando que era director de la Asociación Sacerdotal, en mayo de ese año, publica un escrito de protesta contra el obispo Morgades por su postura a favor del nacionalismo catalán.​ Estos conflictos le llevan a escribir contra los jesuitas y convertirle en un profundo anticlerical. Colaboró con el periódico Siglo Futuro, aunque durante poco tiempo, pues consideraba que era un periódico demasiado moderado para sus planteamientos.

Mantuvo la idea, junto al también sacerdote José Ferrándiz, de crear una iglesia nacional, independiente de Roma, aunque manteniendo toda la doctrina católica; ideas que recoge en artículos que son publicados en El País. Su fanatismo le lleva a “retar al obispo Casañas a dirimir por medio del juicio de Dios ciertas cuestiones doctrinales y de su conducta, comprometiéndose a entrar con el prelado en una hoguera encendida para apelar a la prueba del fuego y que se reconociese la razón del que saliese ileso de las llamas”. ​

A partir de 1901, abandona sus posicionamientos integristas y se hace públicos sus posicionamientos anticlericales. En 1903, se retracta públicamente de ello, aunque esto no hace que sea readmitido como sacerdote. Durante años colabora con en el periódico anticlerical El Motín.

Pey Ordeix se inicia en la masonería el 1 de abril de 1907, adoptando el nombre simbólico de Servet, perteneciendo a lo largo de su vida a las logias madrileñas Ibérica núm. 7, la Catoniana y Cordoncet núm. 343 del Gran Oriente Español. En 1931 estaba adscrito a la logia Manuel Ruiz Zorrilla de Barcelona que pertenecía al recién refundado Grande Oriente de España, donde aparece como primer firmante de un escrito de fecha 30 de septiembre de 1931 dirigida a las Cortes Constituyentes en la que se hacían propuestas anticlericales para abordar el tema religioso. Juzgado por el TERMC en 1945; archivo provisional por rebelde. Sabemos que había fallecido en 1935, así que difícilmente podía ser rebelde en 1945.

Se casa civilmente con Manuela Casado con la que tuvo a Víctor, Raúl y Diana Pey. Muere en Barcelona en septiembre de 1935. Su familia se exilia a Chile tras el fin de la guerra de España.

Entre sus libros encontramos, además de Jesuitas y Masones: El cisma de España, Barcelona (1900), Paternidad (1901), Miguel Servet, el sabio víctima de la Universidad, el santo víctima de las iglesias. Su vida, su conciencia, su proceso, su vindicación (1911), El padre Mir e Ignacio de Loyola (1913), Historia crítica de San Ignacio de Loyola en varios volúmenes (1914),  España entre Inglaterra y Alemania enfrente del conflicto de la Guerra Europea (1915), Evangelio del Amor (1918), Alma Religiosa (1920), Sor Sicalipsis  (1924), Jesuitas y judíos ante la República: Patología nacional: estudio histórico (1932).

Jesuitas y Masones es un pequeño libro de corte anticlerical de la época que defiende los valores masónicos y ataca a los de la compañía de Jesús. Publicado en la biblioteca Séneca en 1932, está formado por pequeños artículos o capítulos que desarrollan sus planteamientos, comparando ambas instituciones.

El primer capítulo del libro se titula Vuela, librito, Vuela, en el que se defiende la importancia de la lectura como medio de adquirir conocimiento. Aspecto que puede sintetizarse en la frase: “Corre librito, vuela. Dile al oído tu mensaje: y si, oído, te ponen sobre el corazón, duerme en él y con él palpita. Vuela, librito, vuela…”.

En el siguiente, titulado Entre Fantasmas, nos presenta el objetivo del libro, que no es otro que mostrarnos desde su punto de vista ¿qué es la masonería?, ¿qué es la compañía de Jesús?, ¿qué asemeja a ambas organizaciones?, ¿qué las diferencia?

Los siguientes capítulos llevan nombres tan sugerentes como Anagrama, Ocultismo, El escudo, Los grados de la secta, Internacionalismo, Inter-religión, Orígenes – Los Templarios, ¿Son parientes Jesuitas y Masones?, Antagonismo, La Trinidad, el Fin Social, Los judíos entre jesuitas y masones, Ante la Republica, Ante el Pueblo, y por último ¿Y ahora qué?

Al comparar los anagramas de ambas organizaciones encuentra que el lema jesuitismo es “A la mayor gloria de Dios” (A.M.D.G); mientras que en la masonería es “A la gloria del Artífice del Universo” (AGAU), yo diría “A la gloria del Arquitecto del Universo”. Ambos glorifican a la Divinidad, con la diferencia de que los jesuitas hablan de Dios, término religioso; mientras que los miembros de la masonería lo expresan como el Hacedor, el Artífice, el Arquitecto del Universo. No se puede pasar por alto el origen artesano de la masonería y por ello, su punto de vista será de carácter constructor, siendo el Universo el templo donde se celebra el culto perpetuo; Universo que se presenta como Templo de la Humanidad, oponiéndose a los minúsculos templos de construcción humana.

Otro elemento común, será el secreto, aunque tendrá en ambas organizaciones diferente valor. Mientras que, para la masonería, el secreto es ya famoso, dentro de cada grado y no atañe a “la finalidad, ni a los procedimientos, sino a la curiosidad indiscreta y fisgona que pueda perturbar el orden y embarazar la acción”. Para el jesuitismo es “el alma de los negocios”; lo practica de tal forma, que nadie de fuera pueda entenderlo y dentro de él, lo hace de tal modo que “el uno no penetre el secreto de los demás”; siendo el secreto “la pasión dominante del jesuita”; las constituciones del Instituto se hacen en secreto y son secretas; todas las reglas están sometidas al General que puede dispensar de ellas, sin que nadie pueda saber si esto ha ocurrido; se obligan a ser espías de sus compañeros; y el profano al solicitar ingresar, hace con voto simple de “obediencia perpetua a la Compañía y se obliga a ingresar en ella cuando se le ordene”.

Los escudos son similares. El de los jesuitas fue adoptado por Loyola, caracterizándose por la cruz radiante, símbolo del Sol, la media luna debajo y a los dos lados las estrellas; las estrellas son de seis puntos, según el trazado del sello de Salomón, la media luna fue suprimida del sello por los tres clavos de puntas o por ramas; pudiéndose interpretar como una forma de refundir las tres ramas monoteístas: cristina, judía e islámica. En el escudo masónico se define el concepto del Universo-Templo.

Los grados jesuitas son Neófitos (juniores), hermanos formados, hermanos aprobados, hermanos coadjutores y profesos maestros; en la masonería: aspirantes lobatones, aprendices, compañeros, maestros y perfectos. Los centros jesuitas son núcleos, colegios, residencias y noviciados jesuitas; en masonería se llaman logias, talleres y capítulos.

El poder central en el jesuitismo toma el título de Generalato; su consejo, Asistencia; la asamblea, Congregación. En la Masonería recibe el título de Gran Oriente, independiente de cada nación y unidos por pactos; la asamblea se llama congreso. El jesuita no tiene patria y el masón es ciudadano del mundo. La compañía de Jesús, según Pey Ordeix es una nueva religión y no una simple orden, mientras que la masonería es compatible con todas las religiones.

La compañía es una orden militar donde Cristo es un general batallador y el jesuita un soldado; por su parte, los masones se consideran sucesores de los Templarios.

El lema de los jesuitas es “A sangre y a fuego”; y en la masonería es “Paz y Trabajo”. Los jesuitas no pueden vivir sin enemigos, si no los tiene los inventan; a falta de masones, las emprende con los liberales; a falta de liberales, con los “mestizos”; a falta de “mestizos” contra los católicos, obispos, curas, frailes y monjas: agotados los adversarios se pelean con ellos. Por su parte, los símbolos de la masonería son el “compás, emblema de la templanza y moderación de las pasiones, y la escuadra, signo de la justicia, de conducta y de la rectitud de intención”; son instrumentos de sabiduría edificadora y de trabajo fecundo; considera que la rectitud hace el hombre firme y la sabiduría ablanda sus actos; “las virtudes son los actos de su culto: la represión de sus vicios y la benevolencia con el prójimo, son el holocausto: la paz consigo mismo y con los demás, hacen de su conciencia, de su hogar y de la ciudad, un templo armónico; la gratitud del socorrido, el canto de gloría”.

Mientras que la triada jesuita es pobreza, castidad y obediencia; en la masonería, son libertad, igualdad y fraternidad. El jesuitismo es el reino de la guerra; y la masonería es el reino de la paz. Ambas organizaciones son acusadas de judaísmo.

Los jesuitas siempre estuvieron a favor del poder que representa la monarquía, mientras que la masonería lo estuvo con los valores que representa la República. El 24 de enero de 1932 el gobierno republicano publicó el decreto de disolución de la Compañía y la confiscación de sus bienes. Antes de disolverse ya habían sacado gran parte de estos del país y dada la consigna de “cuando no podamos ser leones, seamos zorros”. La masonería también tiene consignas: “poner delante de cada convento una Escuela de Séneca”.

Para Pey Ordeix: o somos “cadáveres jesuitas u hombres libres”, pero sin dejar de reconocer que en ambos grupos hay hombres buenos y malos; reales y pintados; naturales y enmascarados; fieles y traidores; sembradores y vendimiadores; místicos y pícaros. “¡Como en todo!”.

Para finalizar, no se me ocurre forma mejor que reproducir el mensaje de Séneca, que aparece en el primer capítulo de este libro y que recoge el pensamiento de los amantes de la libertad de cualquier época:

Cuando el Estado de la República cayere en manos enemigas, te desposeyera de tus derechos y te privase de libertad para ejercer los derechos cívicos, todavía puedes y debes ejercer con gallardía invencible tu ministerio de Hombre, ciudadano del mundo, con tu conciencia asomada al balcón del Orbe para quién no hay fronteras, murallas ni cerrojos. Aun allí defenderás el honor de la República con tu voluntad firme en el bien y tu mente inseparable de la verdad y combatirás por ella con el dardo de tus miradas, con el reproche de tus labios, con el gesto de tu semblante y con la actitud de tu corazón…. Como el invicto Catón. Como el divino Sócrates …. Y cuando la República hubiese muerto fuera de ti, vivirá sana, robusta y virginal en tu alma”.

Bibliografía

CDMH Masonería B 14/42

CDMH Teosofía Legajo 33 Exp. 2645

La Voz, 30 de septiembre de 1935, p. 1

TERMC Exp 10165

PEY ORDEIX: Jesuitas y Masones. Madrid, Biblioteca Séneca, 1932

Segismundo Pey Ordeix - Wikipedia, la enciclopedia libre (visto el 12/12/2020)

Funcionario del Cuerpo de Gestión de Sistemas e Información de la Administración General del estado. Actualmente destinado en el Ayuntamiento de Madrid como jefe de Unidad en la subdirección general de Comunicaciones del Organismo Autónomo Informática Ayuntamiento de Madrid (IAM). Doctor en Historia e historia del arte y territorio con la tesis “Masonería y Política en Madrid (1900-1939). Miembro del Centro de Estudios históricos de la Masonería Española (CEHME). Miembro del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid. Libros: La quema de conventos de mayo de 1931 en el Madrid republicano. El anticlericalismo de la gasolina y la cerilla. Saarbrücken, Academia Española, 2015, y La masonería madrileña en la primera mitad del siglo XX. Madrid, Sanz y Torres. 2019.