La lógica del absurdo

No se trata de defender un nihilismo en el que se critican los valores para proponer otros nuevos; ni tampoco del escepticismo que niega la posibilidad de conocer la verdad en el caso de que ésta existiera, ni tan siquiera de un ateísmo que desecha desde la racionalidad la existencia de un Dios superior. Se acepta la vida pero en su versión de incoherencia. La realidad es absurda desde nuestra intención de darle un sentido. En el caso de que lo tenga, lo tendrá posiblemente de forma temporal.

La nada se vuelve todo cuando reconocemos que estamos viviendo dentro de ella. No hace falta luchar para encontrar un sentido a la vida. Nos podemos relajar cuando nos damos cuenta de que ganamos siempre al quedarnos quietos. Vamos a seguir teniendo ganas de más pero no tenemos que pensar que la meta es algo concreto. La vida es lo que transcurre cuando buscamos su sentido.

Sísifo realiza constantemente el esfuerzo de empujar una piedra gigante hasta la cima de una montaña, la deja caer rodando hasta el valle, para luego subirla otra vez a la montaña. No se trata de estar inventando cada vez nuestra vida y repetir nuestras vivencias de una u otra manera. Lo que vivimos nuevamente es nuestra ilusión por saber y nuestra esperanza de lograrlo un día. La tensión por conocer es la que nos mantiene vivos. Presuponemos que culminará en una revelación superior que nos lleve hasta algún final. Este desasosiego nos acompaña toda la vida.

La honestidad de reconocer nuestra incapacidad para encontrar la respuesta que buscamos nos reconcilia con nosotros y con el mundo.