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Plaza Mayor (Teatro Breve)


(Tiempo de lectura: 4 - 7 minutos)

Voz de Locutora.- Se ha hecho viral la noticia en la que se informa de un nuevo descubrimiento: Parece ser que dentro de la estatua ecuestre que hay en la Plaza Mayor de Madrid, sucede algo excepcional. Los científicos lo han denominado “física de retención”.

Como todos sabemos, la figura de un monarca, esta vez en su caballo, está hueca. Cuentan que Pietro Tacca, el escultor que culminó la obra, sabía cómo concentrar las ondas sonoras que se acumulan en el entorno y guardarlas dentro de esta oquedad.

Gracias a un ingenioso sistema de amplificación se han podido descodificar estos sonidos acumulados dentro de la estatua de Felipe III.

Ha llegado hasta nosotros la transcripción que se hizo la noche del 4 al 5 de enero de 2021. Parece ser que es una conversación mantenida por dos ilustres literatos: Ramón María del Valle-Inclán y Benito Pérez Galdós, en la mismísima Plaza Mayor.

D. Ramón Mª del Valle Inclán.- ¡D. Benito, cuanto bueno!, no esperaba verle por aquí a estas horas de la noche.

D. Benito Pérez Galdós.- Pues aquí me tiene Vd. D. Ramón, disfrutando del aroma de la Plaza y de la iluminación con que cuenta ahora la Casa de la Panadería.

Ramón.- Todos los años, por estas fechas me doy un paseo por el Centro. Como ya no puede uno asomarse al Café Universal, ni...

Benito.- ¡Calle hombre, calle!, los nuevos tiempos han hecho que no conozca Madrid: ni Fornos ni la Fontana de Oro...

Ramón.- ¡Ni la madre que los parió D. Benito!, y no hay tiempos nuevos ni viejos, todos están formados por segundos y estos están cargados de modas, torpezas, falsedades, insensateces y solo unos pocos, de entre todos ellos, por sesudas verdades dignas de interés, como sus obras o las mías. De habernos dejado hacer, hubiéramos sido la punta de lanza de un nuevo Siglo Áureo. ¡Qué Siglo de Oro ni que pamplinas! Hubiéramos cimentado el siglo de diamantes de la literatura española, pero, entre Vd. con sus negativas hacia mi teatro y los otros hacia no dejarle ser quien debió ser... Nos hundieron y hundieron la España literaria. Desde entonces la cultura goza de mala salud.

Benito.- No siga en sus trece D. Ramón, yo no podía estrenarle su obra cuando dirigía el teatro Español, debía dar cuentas regularmente a mis superiores, el ayuntamiento y había una programación y unos actores contratados previamente. No se empecine. ¡Y deje de llamarme “garbancero”, se lo ruego!

Ramón.- Sin empecinamiento, maestro, que eso pasó hace más de un siglo, pero Vd. era un “garbancero” y no lo retiro.

Eso sí, que urdieran la trama para que le negaran el nobel fue una traición. Usted fue el centro de la lucha entre los meapilas clericales y tradicionalistas de poco pelo y los amigos del progreso y la laicidad. Pertenecemos a un pueblo de tolerancia negativa.

Benito.- Así es la vida, D. Ramón…

Ramón.- ¡Y un cuerno de D. Friolera, D. Benito! Lo que les ocurre a los mediocres es que nos tienen envidia. Basta que vean a un literato con algún defecto físico para que se ceben con él. Eso es lo que les ocurre y no otra cosa.

Benito.- No entiendo a qué se refiere con ese aserto de tanta enjundia y contundencia.

Ramón.- Solo los grandes literatos tenemos algún defecto físico, mírese Vd., más ciego que un ministro de hacienda y económica, o yo, mancado por el delirio de un periodista loco e irresponsable. El gran Lope, era un enfermo mental con esa atracción enfermiza hacia las mujeres y los altares y Quevedo…, patituerto y cegato… ¡Ah!, y me dejaba a Cervantes... Por cierto, no deseo que pase un segundo más sin recordar esta tan sentida fecha para Vd.

Benito.- Pues ya que estamos y el reloj nos anuncia las doce en punto de la noche, le manifiesto el mismo recuerdo y mis condolencias hacia su persona.

Ramón.- Cierto, querido amigo, muy cierto, nos unen o nos separan las campanadas de un reloj. Vd. murió un 4 de enero y yo lo hice un 5 del mismo mes. Vd. se nos fue tras la pandemia del 18. Por desgracia no llegó a conocer mi obra teatral más frenética y efervescente, la titulé: Luces de Bohemia y la escribí mientras estaba confinado en épocas de gripe pandémica. Al igual que está ocurriendo ahora, todo un delirio social.

Benito.- Nos fuimos en distinto año, yo con la pandemia de gripe, pero Vd. de buena se libró, porque es mala pata eso de morirse en 1936, el mismo año que comenzaba una guerra que se uniría a otra de mayor calado y calamidades.

Ramón.- Bien sabe D. Benito, que siempre fui hombre activo, colérico y dinámico, me gustó el jaleo, la discordia y la polémica, por eso siempre pensé que mi muerte fue el preámbulo de la gran tragedia del mundo.

Benito.- ¡Ja, ja! ¡Y que siempre tiene que quedar encima este hombre, con sus jaculatorias y discursos!

Ramón.- Ni Vd. ni yo nacimos para el olvido, siempre estaremos encima, recuérdelo siempre D. Benito. Seguimos siendo mientras vivimos en el recuerdo y leen o ven nuestras obras.

Aunque, hablando de obras, me surge una pregunta: ¿Por qué comenzó a escribir los Episodios Nacionales con Trafalgar, una derrota española.

Benito.- ¿Cree, de verdad, que fue una derrota española? Eso es lo que nos cuentan, pero esa batalla naval fue entre la armada franco española y la inglesa. No estábamos solos, nosotros ayudábamos, era una guerra europea, como pasó años después, cuando el levantamiento de Mola, también ayudaron otros países y fue el prólogo de una acción bélica de dimensión mundial. Nosotros de alguna forma siempre hemos sido comparsas. España siempre ha sido la periferia de Europa y no lo digo por Canarias.

Ramón.- Sensata valoración. Nosotros siempre hemos sido parte de una estrategia mayor en eso de las armas. Por eso debía haber comenzado sus Episodios con la Reconquista, que se mostrara nuestra raza.

Benito.- Quizá no lo hice porque entendí que el pueblo de España nunca conoció la libertad como pueblo, que no el libertinaje o cosa por un estilo. Hemos sufrido siglos de absolutismo monárquico tanto con los Habsburgo como los Borbones y siempre hemos cedido a sus chantajes en silencio, Nuestra raza es más de dejar hacer y achantarse o vitorear al que rapta nuestro libre albedrío.

Ramón.- ¿Y qué me dice entonces de la Reconquista?

Benito.- Olvídese de ella. Aquí llegaron los visigodos y se quedaron, nadie les presentó batalla, llegaron los romanos y pasó lo mismo, con los vikingos no, que decidieron no quedarse, pero nadie reconquistó nada. Y con los musulmanes…

Ramón.- Bien razonado, muchos mitos y leyendas alberga este pueblo, recuerdo la batalla de Clavijo, donde el mismísimo Santiago Matamoros, se puso en cabeza de tan desigual batalla, todo mentira, lo mismo que la figura del batallador Mío Cid, solo un cantar, un poema escrito muchos años después de su muerte donde, para que los versos rimaran, le cambiaron los nombres hasta a sus hijas: Mitos y leyendas, D, Benito. Eso ha servido para que nos vendan la idea de ser la nación más antigua.

Benito.- Propaganda tradicionalista. Nunca tuvimos la estructura ni la economía de un Estado-Nación. Tuvimos un imperio, pero no una nación. Estamos acostumbrados a defendernos como pueblo, pero tarde… De ahí vienen los procesos nacionalistas del siglo XIX y XX, por habernos disfrazado la historia y habérnosla pintado como algo eterno y sin mácula…

Ramón.- Muy cierto, fuimos una monarquía imperial transoceánica, pero no un Estado- Nación, al uso. Benito.- Así es… Y ahora sintiéndolo mucho, debo dejar su grata compaña, el frío viento me traspasa el espíritu, es momento de regresar a… Ramón.- No se preocupe, le acompaño, vamos por el mismo camino, yo atajo siempre por el Callejón ese que llaman del 7 de Julio. Benito.- Pues vamos...

FIN

Ergónomo PhD. Profesor del Master Prevención de Riesgos Laborales en Suffolk University Campus Madrid. Sindicalista. Dramaturgo y Escritor. Vicepresidente del Colectivo de Artistas Liberalia. Guionista y conductor de los programas de radio: Mayores con reparos, Salud y Resistencia y El Llavero.