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Cercas: “La violencia contra las mujeres no ha estado en la agenda del mundo”


  • Escrito por  Naiare Rodríguez Pérez
  • Publicado en Cultura
(Tiempo de lectura: 3 - 6 minutos)

El escritor Javier Cercas ha presentado en Zaragoza el fin del ciclo de ‘Terra Alta’ con la novela ‘El castillo de Barbazul’ en donde Melchor Marín busca a su hija y se enfrenta al poder, el engaño, la impunidad y la violencia contra las mujeres que “no ha estado en la agenda del mundo desde que el mundo es mundo”.

Cercas, que siente la necesidad de “reinventarse como escritor” y “descubrir todos los escritores” que lleva dentro, ha considerado en declaraciones a Efe que “las verdades cuanto más evidentes más incómodas son y menos queremos verlas” por lo que su personaje principal, aunque guarda carisma y coraje, también es el resultado de meter “en el armario todas esas cosas terribles que todos llevamos dentro”.

Pregunta: Con este libro, cierra la trilogía de Terra Alta, ¿cómo ha sido el viaje con este libro? Después de que ganara el Premio Planeta en 2019 con Terra Alta…

Respuesta: Es un proyecto muy especial. El desafío consistía en hacer tres novelas autónomas que se pudieran leer por sí mismas y a la vez formaran parte de una novela mayor. Surgió de manera espontánea. Cuando terminé la primera novela, que se titula Terra Alta, sentí instantáneamente que ahí no terminaba todo. Me había prendado del protagonista y quería seguir contando su historia. También tenía la necesidad de reinventarme como escritor porque si continuaba por ese mismo camino corría el riesgo de repetirme. Quería descubrir todos los escritores que llevo dentro de mí mismo.

P: En el viaje a la isla, Melchor se da cuenta de que los seres humanos son capaces de lo peor y de lo mejor. ¿Qué se encuentra para determinar esto?

R: Melchor Marín ha sufrido una evolución a lo largo del tiempo. Él ya no es policía, sino que es bibliotecario. Su hija tiene 17 años y un día descubre, por casualidad, que su padre le engañó acerca de la muerte de su madre. Esto hace que se subleve y se irrite, marchándose de vacaciones con una amiga a Mallorca. La amiga vuelve y ella no, así que Melchor se va allí y encuentra lo mejor y peor del ser humano. Cuando te embarcas en un proyecto tan largo y ambicioso como este, vas descubriendo a los personajes y lo que quieres decir. En esta novela se trata el tema de la violencia contra las mujeres, es el centro de todo.

P: ¿Por qué se ha convertido en un tema esencial?

R: La cuestión de la igualdad o de la violencia contra las mujeres es algo que no estaba en nuestra educación. No estaba en la agenda de mi generación porque no ha estado en la agenda del mundo desde que el mundo es mundo. Esto es algo asombroso porque media humanidad ha estado postergada, apartada, humillada, marginada y sometida durante siglos. Y de repente nos hemos dado cuenta de que vivimos como un gran elefante en la habitación de una casa. Esta cuestión no se la ha inventado ni el feminismo, ni el mito, ni nada parecido… Ha existido siempre, solo que ahora nos damos cuenta. La violencia contra las mujeres es un hecho de siempre. Las mujeres asesinadas en España a manos de su pareja se contabilizan hace tan solo 20 años. Un informe de la policía dice que, cada hora, se cometen dos agresiones sexuales en España. Por lo tanto, se me ocurrió hablar de este tema porque soy una persona normal y corriente que tiene las antenas puestas, aunque no era algo que yo buscaba. Al final, el protagonista de estas novelas es un tipo que lo ha vivido en primera persona de manera muy brutal y directa desde que prácticamente tiene uso de razón.

P: ¿Es algo que aflora, entonces, de manera inconsciente al verlo?

R: Supongo que sí. Es un tema fundamental e insisto en él porque ahora somos conscientes de ese problema. Las verdades cuanto más evidentes más incómodas son y menos queremos verlas. Del mismo modo, los temas se van perfilando con el tiempo y siendo más visibles.

P: Hablamos de Melchor Marín, pero… ¿hay algo suyo en el personaje?

R: El personaje está lleno de furia, dolor, oscuridad, deseos de venganza… Metí en el armario todas esas cosas terribles que todos llevamos dentro. Las novelas me sirvieron para eso. El personaje también tiene una parte luminosa como es el coraje que, como entendía Winston Churchill, es una virtud que hace posible todas las demás. La otra parte luminosa tiene que ver con el carisma, que se veía como un don y una gracia que tenían determinadas personas. Esto es lo que él tiene de manera natural, espontánea, sin énfasis y sin alardear de ellas. La virtud de verdad es secreta. Es como los fantasmas y que, en cuanto se hace pública, desaparece. En este sentido, los personajes de un escritor son siempre fruto de su propia existencia y no pueden ser únicos.

P: Además de estos temas, se tratan las relaciones de poder. ¿Hay impunidad?

R: El dinero y el poder son impunidad. Cuando dices estas cosas hay gente que se enfada, pero es una evidencia absoluta. Ahora hemos inventado mecanismos para luchar contra esto y se llama democracia. En la novela, hay un personaje que se llama Carrasco que es la encarnación de la integridad. Él dice: ‘Cuanto mejor es una democracia, menos impunidad tolera’. Es una novela oscura, pero también es luminosa y esperanzada. En ella también están los antídotos contra esa oscuridad, es decir, la solidaridad entre la gente, el amor, el humor, la amistad… hay gente capaz de jugarse la vida por una causa justa.

P: Con esta novela cierra un ciclo. ¿Hay alguna próxima reinvención? ¿Qué temas le gustaría tratar?

R: Es una trilogía con un final abierto, así que nunca se sabe. Solo voy a saber si hay otro escritor en mí y cómo es cuando lo descubra. Yo escribo para averiguar, así que ahí surgirán más temas. Nunca sé lo que voy a escribir hasta que lo escribo.

P: Hablamos de escritura, pero también del séptimo arte. Ya hemos visto cómo han saltado a la gran pantalla otras novelas suyas. ¿Le gustaría que se viera lo mismo con esta novela? ¿Cómo le gustaría que fuera?

R: Hay un proyecto de hacer una serie de televisión, pero nunca intervengo en estas cosas. Eso es cosa del director y de los guionistas. Mi trabajo, cuando alguien quiere adaptar una novela mía, es no hacer nada. Dejar libertad completa a quien lo hace. Un personaje de Terra Alta dice: ‘La mitad de una novela la pone el autor y la otra mitad la pone el lector’. En eso consiste la magia porque el malentendido es pensar que el protagonista de la literatura es el autor, cuando lo es el lector. Entonces, cuando tú le das una novela a un cineasta es para que haga con ella lo que considere a raíz de su interpretación y lectura. Es para que la traduzca a un lenguaje distinto.