Sánchez Piñol: “En nuestra sociedad aparecen monstruos constantemente”
- Escrito por La redacción
- Publicado en Cultura
Después de un libro teórico, que no dejó a nadie indiferente, sobre las estructuras de la narrativa, Albert Sánchez Piñol, uno de los autores catalanes más leídos, regresa a la novela con "El monstre de Santa Helena", donde une aventura y fantasía, con protagonistas históricos como Napoleón Bonaparte.
En una concurrida rueda de prensa celebrada este jueves, el escritor ha señalado que su nuevo artefacto literario es sobre la contrarrevolución, con unos personajes que acompañan a Napoleón como el escritor y diplomático François-René de Chateaubriand y su amante Dalphine Sabran, marquesa de Custine.
En el ignoto islote del Atlántico, donde está encerrado Bonaparte, todos ellos se enfrentarán a la monstruosa y descomunal figura del Bigcripi y sus descendientes, los minicripis.
Como ya ocurría en su celebrada "La pell freda", aquí vuelve a emerger la figura del monstruo, aunque "con planteamientos diferentes, porque su aparición cambiará la perspectiva de todos los personajes de la obra".
Pura ficción, con la que busca que el lector se divierta y emocione, sin embargo, Sánchez Piñol no rehuye que "en nuestra sociedad aparecen Bigcripis (monstruos) constantemente, la guerra es un Bigcripi, que los gobiernos aprovechan para hacer cosas que, de lo contrario, no podrían, como también ha ocurrido con la pandemia".
A pesar de ello, ha insistido en que "aquí el monstruo es instrumental, está al servicio de la narrativa, de una historia, no pidáis ni conclusiones, ni lecciones morales".
Novela que no se encontraba en un catálogo de posibles historias que tiene siempre en mente, ha explicado que "El monstre de Santa Helena", publicado en catalán por La Campana y en castellano por Alfaguara, surgió como un cuento, de imaginar qué ocurriría si en un espacio encerrado se reunieran Napoleón con Chateaubriand y su amante Delphine Sabran, como arquetipos del Poder, la Cultura y el Amor.
Un relato mediocre, ha apuntado, terminaría cuando finalmente se produce el encuentro entre los tres personajes en un lugar inexpugnable, infestado de ratas y vigilado por la armada británica, pero "la aparición del Bigcripi lo exacerba todo y no se podía reducir a diez páginas".
Más temible que otros monstruos de la literatura como Moby Dick o del cine, como el tiburón de Steven Spielberg, su advenimiento provocará que el mediocre gobernador del lugar, el inglés Hudson Lowe, y el mismo Chateaubriand se encuentren con el dilema de "ceder el poder al tirano, porque es el único que puede derrotar al Bigcripi".
La única que no estará de acuerdo en que se otorgue, de nuevo, la vara de mando a Napoleón -con quien ha vivido una mala experiencia- es la marquesa de Custine, la narradora de esta historia a través de un diario, quien cree que no es de recibo que ejerza el liderazgo "quien arrasó Europa", argumentando los otros protagonistas que si no manda Napoleón en la lucha "se nos comerán los monstruos".
Para Sánchez Piñol, muchas veces en la vida "un hecho disruptivo lo que provoca es que las fuerzas más reactivas tomen el poder".
También cree que Bonaparte y el Bigcripi -un ser en cuyo estómago ocurren hechos terroríficos- se "necesitan mutuamente, lo que será la tragedia de los habitantes de Santa Elena y de la relación que mantenían hasta ese momento Chateaubriand y Delphine Sabran".
Con elementos de novela gótica, otro de los protagonistas de la novela es la residencia de Napoleón Bonaparte en Santa Elena, Longwood, un lugar que todavía existe, donde cuando se encontraba allí el corso residían "muertos en vida, personas que se habían vuelto locas, peleándose para ver quien era el primero en entrar en un comedor".
Por otra parte, Albert Sánchez Piñol ha rememorado que desde que se sentó ante el ordenador para crear la historia tenía muy claro que "debía funcionar por ella misma", sin tener en cuenta el contexto político mundial.
Sin embargo, un mes antes de la publicación del libro, que llega hoy a las librerías, "se inició la guerra de Ucrania y ya veremos qué ocurre, así como qué papel puede tener la cultura ante el conflicto", algo para lo que no tiene respuesta, según ha reconocido.
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