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Mercedes Peces Ayuso

Licenciada en Filología Hispánica (1984-89) y en Filología Alemana (2001-04) por la universidad de Salamanca, con diplomaturas en italiano y portugués. Vivió 10 años en Alemania, donde dio clases en la VHS (universidad popular) de Gütersloh, Renania del Norte-Westfalia, desde 1993 a 2000.

Posteriormente, ya en España, decide dedicarse a la traducción y corrección de libros y textos de diversa índole, labor que sigue ocupando a día de hoy.

Es miembro de la AEPE (Asociación Europea de Profesores de Español), de ASETRAD (Asociación Española de Traductores e Intérpretes) y otras entidades relacionadas con la traducción.

Asimismo, colabora como traductora honoraria para diversas ONG.

El señor de las moscas, ¿cazar o cuidar la hoguera?

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«Se absorbió más allá de la mera felicidad al sentir que ejercía el control sobre

los seres vivos. Les hablaba, los impulsaba, les ordenaba. Retraídos por la

marea, sus huellas se convirtieron en bahías en las que quedaron atrapadas y

le dieron la ilusión de la maestría»

El señor de las moscas, 1954, William Golding

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Lucio, el burro y Apuleyo

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«Tenga cuidado de no conseguir con la excesiva dulzura de la miel al larga amargura de la bilis»

El asno de oro o Las metamorfosis, s. II e. c., Apuleyo

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Las Meditaciones o las cosas de uno mismo

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«No pongas tu mirada en guías interiores ajenos, antes bien, dirige tu mirada directamente al punto donde te conduce la naturaleza del conjunto universal por medio de los sucesos que te acontecen, y la tuya propia por las obligaciones que te exige. Cada uno debe hacer lo que corresponde a su constitución»

Meditaciones, libro VII (55), 170-80, Marco Aurelio

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Simone de Beauvoir y la inmortalidad

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«Se necesita mucha fuerza —dijo—, mucho orgullo o mucho amor para creer que los actos de un hombre tienen importancia y que la vida es más poderosa que la muerte»

Todos los hombres son mortales, 1946, Simone de Beauvoir

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Silvio, el juguete rabioso

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«Ya no tengo ni encuentro palabras con las que pedir misericordia.

Baldía y fea como una rodilla desnuda es mi alma»

El juguete rabioso, 1926, Roberto Arlt

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Cumbres borrascosas

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«El tirano oprime a sus esclavos, y estos, en lugar de volverse contra él, se vengan en los que están debajo»

Cumbres borrascosas, 1847, Emily Jane Brontë

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Gabriela, mulata de clavo y canela

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«Para ella don Nacib era todo: marido y patrón, la familia que nunca tuviera, el padre y la madre, el hermano que muriera a poco de nacer. Don Nacib era todo, todo cuanto poseía. ¡Qué feo era estar casada!»

Gabriela, clavo y canela, 1958, Jorge Amado

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Mio Cid, mi señor, Princeps Rodericus Campidocto

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«¡Qué ventura tan grande si quisiera el Criador

que en este punto llegase mio Cid el Campeador!»

(Afrenta de Corpes)

Cantar de Mio Cid, c. 1207, probablemente de Per Abatt

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Yo el Supremo. El vademécum de todo dictador

(Tiempo de lectura: 2 - 4 minutos)

“Yo el Supremo Dictador de la República: Ordeno que al acaecer mi muerte mi cadáver sea decapitado; la cabeza puesta en una pica por tres días en la Plaza de la República donde se convocará al pueblo al son de las campanas echadas al vuelo. Todos mis servidores civiles y militares sufrirán pena de horca. Sus cadáveres serán enterrados en potreros de extramuros sin cruz ni marca que memore sus nombres”

Yo el Supremo, 1974, Augusto Roa Bastos

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La madrecita Rusia

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«Nosotros somos esa gente que construye iglesias y fábricas, que forja cadenas y monedas; somos esa fuerza viva que alimenta y divierte a todo el mundo desde la infancia hasta la tumba…»

La madre, 1907, Máximo Gorki

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El reino de este mundo no está en otros

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«Aunque el trueno apagara frases enteras, Ti Noel creyó comprender que algo había ocurrido en Francia, y que unos señores muy influyentes habían declarado que debía darse la libertad a los negros, pero que los ricos propietarios del Cabo, que eran todos unos hideputas monárquicos, se negaban a obedecer»

El reino de este mundo, 1949, Alejo Carpentier

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Teresa y sus tardes

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«Qué otra cosa podía esperarse de los jóvenes universitarios en aquel entonces si hasta los que decían servir a la verdadera causa cultural y democrática del país eran hombres que arrastrarían su adolescencia mítica hasta los cuarenta años»

Últimas tardes con Teresa, 1966, Juan Marsé

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El perfume, el efímero arte de los olores

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«Esto fue lo primero que todos recordaron: que de pronto apareció alguien y destapó un pequeño frasco. Y a continuación se salpicó varias veces con el contenido de este frasco y una súbita belleza lo encendió como un fuego deslumbrante».

El perfume, historia de un asesino, 1985, Patrick Süskind

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Por los países del mundo imaginario de Jonathan Swift

(Tiempo de lectura: 2 - 4 minutos)

«Sin duda están en lo cierto los filósofos cuando nos dicen que nada es grande ni pequeño sino por comparación»

Los viajes de Gulliver, 1726, Jonathan Swift

¿Por qué publicaría su obra de forma anónima este pastor anglicano irlandés, doctor en ciencias?

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Emma de Yonville

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«Cumplía con su tarea cotidiana como un caballo de noria que da vueltas con los ojos vendados sin saber lo que hace»

Madame Bovary, 1856, Gustave Flaubert

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Julio Verne el visionario

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«Tendremos noticias de ellos, y ellos las tendrán de nosotros. Los conozco; son hombres de mucho temple. Llevan consigo en el espacio todos los recursos del arte, de la ciencia y de la industria. Con esto se hace cuanto se quiere, y ya veréis cómo salen del atolladero»

De la Tierra a la Luna,1865, Julio Verne

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Una historia en yidis

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«La desesperación dominaba la ciudad. Y ni siquiera se pecaba ya. El mismo

espíritu maligno parecía haberse adormecido y cada hombre seguía su solitaria

vereda. El viajero ocasional que se encontraba en Goray caminaba

desconsoladamente por las calles durante un rato, y luego, con el saco vacío

y una maldición en los labios, abandonaba la población»

Satán en Goray,1933, Isaac Bashevis Singer

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Emilia Pardo Bazán

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«¡Qué vida tan incómoda la de las señoras que anden siempre en estos enredos! No les arriendo la ganancia... ¡Ay!, aborrezco los tapujos y las ilegalidades... He nacido para vivir con orden y con decoro, está visto. ¿Le dará a ese tunante por venir?»

Insolación, 1889, Emilia Pardo Bazán

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Lope de Aguirre, entre la locura y el fanatismo

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«La tragedia de un ser era la victoria de otro. Así son todas las demás cosas del mundo ̶ se decía Lope, con ánimo ligero ̶ y hay que andar alerta y madrugar»

La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, 1964, R. J. Sender

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El estoico y Wolfe, el Balzac de Park Avenue

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«Solo Epicteto había mirado a los ojos a sus torturadores y les había dicho: ‘‘Haced lo que tengáis que hacer, y yo haré lo que tengo que hacer, que es vivir y morir como un hombre’’»

Todo un hombre,1998, Tom Wolfe

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Canetti, la masa y la torre de marfil

(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«No era incumbencia suya investigar si la supuesta relación entre la exactitud de su memoria y la inequívoca claridad de sus sueños se hallaba legitimada»

Auto de fe, 1935, Elias Canetti

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