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La Masonería


I.

No era la fé ni la ciencia;

y era el hombre primitivo,

imbécil cadáver vivo

sin razón y sin conciencia.

Cegada la inteligencia,

de toda virtud desnuda,

la humanidad torpe y ruda

se arrastraba á su calvario

arropada en el sudario

de la ignorancia y la duda.

 

II.

Cumple el hombre su destino;

y al ir de su sino en pos,

un hombre, imagen de Dios,

cae enmedio del camino.

El sentimiento es mezquino,

son pobres las voluntades,

y á nadie mueve á piedades

su triste suerte precaria,

porque es el caido, el Paria

de las primeras edades.

 

III.

El hombre más vuelo toma;

siente más sangre en sus venas:

ya es vil esclavo en Atenas;

ya es mísero esclavo en Roma.

Otro porvenir asoma

tras su pasado de horrores;

ya lo juzgan sus señores

cual hombre, y puede servir

¡cuánto honor!... para morir

ante los emperadores.

 

IV.

Ya es digno el esclavo impío

de ir al Circo con las fieras:

ya es digno de las panteras, d

e los leones bravios.

Ya puede mostrar sus brios

en campañas sobrehumanas,

y dar sus carnes livianas

á las fieras destructoras,

porque diviertan sus horas

las meretrices romanas.

 

V.

Tras muchos siglos de males,

pasan los tiempos esquivos,

y se levantan altivos

los alcázares feudales.

Yacen rotos los dogales;

pasa la feroz tragedia,

y el yugo tanto no asedia;

que inspirando mas respeto

está al terruño sujeto

el Siervo de la Edad Media.

 

VI.

Y sufre el hombre sencillo

con voluntad resignada

el derecho de pernada

y la horca y el cuchillo.

Aunque avergüence el decirlo,

aceptando estos dolores

vive una vida de horrores

en penosos sacrificios,

para alimentar los vicios

de sus impuros señores.

 

VII.

Pero se hace la explosión;

el hombre siente una idea,

y su conciencia golpea

las puertas de su razón.

Su ropaje de abyección

salta soberbio en jirones;

vé un mundo de perfecciones,

y virilmente se forma

con la savia que transforma

las nuevas generaciones.

 

VIII.

Arde el fuego sobrehumano

que en su mente germinaba,

y el que Siervo se arrastraba

se levanta Ciudadano.

Con su poderosa mano,

de la justicia en el nombre

traza, porque al mundo asombre,

ardiendo en sublime llama,

el generoso programa

de los derechos del hombre.

 

IX.

Mas... ¿cuál fué la inspiración

que arrancó al pueblo la cruz,

y con torrentes de luz

llenó su imaginación?

Fué una gran asociación

que en el misterio vivía;

los que yo estrecho este dia

en abrazo fraternal.

Fué... el espíritu inmortal

de la FRANC-MASONERIA.

 

X.

Ella con su voluntad

y sus gigantes alientos,

hizo escombros los cimientos

de la vieja sociedad.

Ella de la humanidad

obtiene la gratitud;

pues con gran solicitud

hace, en sublime ejercicio,

calabozos para el vicio,

templos para la virtud.

(Boletín Oficial del Gran Oriente de España, 1872)

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