Marcos 5
25 Y una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años,
26 y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía,
y de nada le había aprovechado, sino que le iba peor,
27 cuando oyó hablar de Jesús, se acercó por detrás entre la multitud y tocó su manto.
28 Porque decía: Si tocare tan solo su manto, quedaré sana.
29 Y al instante la fuente de sangre se secó, y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel padecimiento.
30 E inmediatamente Jesús, conociendo en sí mismo que había salido virtud de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?1
31 Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?
32 Y él miraba alrededor para ver a la que había hecho esto.
33 entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella se había hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.
34 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha sanado; ve en paz y queda sana de tu aflicción.