HEMEROTECA       EDICIÓN:   ESP   |   AME   |   CAT

Olympe de Gouges (1748-1793): El Feminismo y la Revolución


(Tiempo de lectura: 3 - 6 minutos)

“La mujer que tiene derecho a subir al cadalso, también debe tener el derecho a subir a la tribuna”.

Olympe de Gouges

Marie Gouze, pues ese era su nombre real, era hija de un carnicero y una lavandera de Montauban (Francia). Sus padres le concertaron un matrimonio a los diecisiete años con un hombre mucho mayor. Tanto, que apenas dos años después fallecía dejándola sola con un hijo a su cargo. Paradójicamente, Marie conocía así una de las pocas vías a la emancipación que durante mucho tiempo conocieron las mujeres, la viudedad. Sobre todo cuando esta ocurría entre las clases pudientes. A partir de ese momento, gracias a los 70.000 francos de renta que le legó su marido, Marie podría dedicarse a la literatura y el ensayo con total libertad.

En 1770 se trasladó a vivir a París con su hijo, Pierre Aubry, a quién costeó gracias a su posición acomodada la mejor formación que pudo encontrar. Ella, por su parte, pronto comenzó a frecuentar los Salones de la capital y a intercambiar opiniones con la flor y nata de la intelectualidad gala. Tras tantear diferentes seudónimos, finalmente eligió el que la acompañaría hasta el final: Olympe de Gouges. Fue en aquellos momentos cuando empezó a presentarse como hija natural del poeta Jean-Jacques Lefranc de Pompignan, marqués de Pompignan. Esta paternidad nunca pudo confirmarse, sin embargo.

Escritora prolija aunque de estilo no especialmente depurado, escribió gran número de obras de teatro, entre las cuales Zamore y Myrza, Lucinda y Cardenio, El matrimonio de Chéribin, El hombre generoso, El filósofo corregido, Molière en casa de Ninon, Mirabeau en los Campos Elíseos, El convento o los votos forzados, Les Vivandiers o El príncipe filósofo.

Pero, tanto en sus ensayos como en sus dramas, la militancia política es la verdadera protagonista. Era ambiciosa para sus causas, y nunca se dejó limitar por las dificultades que pudieran suponerle defender lo que consideraba justo. Así fue como se comprometió con una de las causas más rupturistas en aquel tiempo, la lucha contra la esclavitud. Aunque no sin dificultades, pues la trata de seres humanos era en ese momento, gracias al comercio triangular, un lucrativo negocio con el que se enriquecían notables sectores de la nobleza francesa. De hecho, su primer drama, La esclavitud de los negros, le supuso el verse encarcelada en la Bastilla. Si logró recuperar su libertad fue gracias a las numerosas amistades que ya para entonces había cosechado entre las figuras más influyentes de la intelectualidad parisina.

Con la misma vehemencia defendió otras reformas sociales, como la prohibición del matrimonio de las niñas o el proyecto de un impuesto patriótico pagado por los más ricos. Al estallar la Revolución Francesa (1789-1799) tenía cuarenta años y las ideas claras. Tomó parte en ella con convicción, pero sin miedo a señalar las limitaciones y errores de los revolucionarios. Y una de ellos fue el olvidarse de las mujeres. Por ello, parafraseó en femenino la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en su celebérrima Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, sonrojando a aquellos que se decían defensores de la igualdad como principio supremo. El prefacio era, como todo lo que ella hacía, un desafío ajeno a cualquier tipo de precaución:

“Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta, al menos no le quitarás ese derecho. Dime, ¿quién te ha dado el soberano poder de oprimir a mi sexo?”

Su panfleto era un alegato radical en favor de una auténtica universalización de los derechos humanos que ponía a los revolucionarios cara a cara con sus propias contradicciones y cobardías. Como ejemplo, su tan proclamado derecho al voto apenas alcanzaba a un 15% de la población, al no contemplar a mujeres, menores de 25 años o ciudadanos de renta baja.

Pero es que el programa de revolución social de Olympe de Gouges era todavía mucho más amplio y ambicioso. La Declaración se publicaba junto a otro panfleto, Forma de Contrato Social entre el Hombre y la Mujer en el que abogaba por el matrimonio igualitario, la separación de bienes, el derecho a la propiedad y al ejercicio de una profesión, el derecho al divorcio y la libertad de elección sobre cuestiones reproductivas.

Nada la paraba. Consideró que era su obligación criticar los excesos de la Revolución y así lo hizo. Como reformadora convencida, no comulgaba con la ruptura revolucionaria. Detenida por ello en agosto de 1793, reclamó desde la cárcel su derecho a ser juzgada por un tribunal ordinario. Lo hizo empleando la que siempre fue su arma, la palabra. Sin que sepamos cómo, logró sacar de su celda y poner en circulación dos panfletos: Olympe de Gouges en el tribunal revolucionario y Una patriota perseguida. De nada sirvió, el 3 de noviembre de 1793 fue guillotinada. Su amadísimo hijo Pierre hubo de renegar de ella para poder salvar la vida.

Y aún así, no satisfechos con quitarle la vida, también borraron su recuerdo. Durante los siglos siguientes, las contadas referencias a su obra se centraron en su supuesta escasa calidad como escritora y en su presuntamente disipada vida personal. Y de este modo, entre el olvido y la difamación, quedó Olympe hasta 1981. Entonces, poco antes de la celebración del bicentenario de la Revolución Francesa, un experto en el período, Olivier Blanc, encontró varios documentos suyos en los Archivos Nacionales franceses y comenzó a reivindicar su figura y su aportación ideológica.

Definida a partir de entonces como una “féministe avant l’heure”, también esa etiqueta le queda pequeña. Ella fue muchísimo más. Blanc, que sigue siendo su biógrafo oficial, la considera ante todo una humanista, que condenó todas las formas de abuso y de violencia (por ello denunció la ejecución de Luis XVI) tanto como defendió a las minorías raciales y sexuales.

Olivier Blanc, Marie-Olympe de Gouges, une humaniste à la fin du XVIIIe siècle. Editions Réne Viénet, 2003.

Olivier Blanc, Olympe de Gouges: Une femme de libertés, Syros-Alternatives, Paris,1989

Carmen Boustani et Edmond Jouve, Des femmes et de l'écriture : le bassin méditerranéen, Paris, Karthala, 2006

Sophie Mousset, Olympe de Gouges et les droits de la femme, Paris, Félin, 2003

Doctora en Historia Contemporánea. Autora de diversos libros y artículos sobre el Catolicismo y la Guerra Civil española.