Hay quien hereda mansiones o yates. John F. Kennedy, al llegar a la Casa Blanca, heredó las conspiraciones contra el régimen cubano. El 19 de enero de 1961, un día antes de la transferencia de poderes, Eisenhower le dijo que el país no podía tolerar, a largo plazo, que alguien como Fidel Castro estuviera en el gobierno cubano. JFK, como demuestra su actuación posterior, estuvo conforme con este punto de vista. Durante su mandato, trató de eliminar por múltiples vías al régimen comunista de La Habana. Sin embargo, se ha discutido si fue responsable del desarrollo de las conspiraciones anticastristas. ¿Habría que atribuir los planes clandestinos, más bien, a unos servicios de inteligencia que habrían actuado por su cuenta? Para autores que simpatizan con Kennedy, como David Talbot, la CIA se convirtió en una de las grandes obsesiones del presidente, casi en un enemigo a abatir. La Agencia, acostumbrada a operar con un amplio margen de autonomía, se habría resistido a colocarse bajo una supervisión política. No obstante, la idea de un organismo que actúa por su cuenta resulta improbable porque, como diría el entonces secretario de Defensa, Robert McNamara, la CIA se caracterizaba por su alta disciplina. Los oficiales del gobierno la controlaban por completo.