Cosas chinas. Retomando Shenzhen
- Escrito por Rosa Amor del Olmo
- Publicado en Obreros por el mundo
Había que salir de compras. Esto es así y no se pregunta la razón. ¿para qué? Alguien quería comprar cosas de marca. La cuestión de las marcas de fabricación y copia, por fin, fue adivinada: había que ir a una estación de Metro y allí mismín te encontrabas con varias plantas (unas doce) de tiendas bestiales de todo lo que uno se podía imaginar. Pero el día anterior tuvieron el detalle de llevarnos a una playa, una de las más especiales del país donde la gente es muy longeva. Como reflexión diremos que los chinos llevan a lo mejor del mundo para que les enseñen, osea para copiarles y esto lo hacen con todo, también con la música y las artes, compran a los dueños de las ideas, pero luego cuando se enfrentan al dueño de la idea se caen con el equipo, vamos que a nosotros no nos la dan y sentimos que lo que hacen no es orgánico ni mucho menos, es correcto pero imitado. Tuvimos ocasión de comprobar esto cuando nos invitaron a un concierto donde tocaban unos jóvenes violinistas virtuosos con sus profesores rusos, claro. Los violinistas eran además de muy simpáticos como una especie de Selección española de virtuosos y claro, se notaba, que venían de países de dueños de ideas, osea que la música les sonaba diferente a la de los chinos, normal, como nos pasaría a nosotros si tocáramos y bailáramos música china, siempre sería algo postizo. Como si uno de Sigüenza o de Sevilla se hiciera en tres años monje budista; raro, raro, ¿no?
Ni qué decir tiene que Guasimara Star (mi amiga canaria) absoluta se presentó en la playa como el que se va de compras por la calle Serrano, ¡que me parto, que me parto! Allí nos juntaban con otro grupo de participantes rusos lo que pude corroborar rápidamente por su color blanco, ojos claros, cabellos rubios, una raza por cierto que tiene bastante facilidad para hablar idiomas, incluído el chino. Todos se bañaron, en aquel Paraíso menos Guasi y servidora ¿Por qué? porque somos de nuestro pueblo y no enseñamos na de na y menos en China ¡aguantando el tipo hasta el último momento vestidas pasando un calor de 40 grados que mataba! El agua -porque los pinreles sí que los sumergimos- estaba a mil grados, calentorra como sopa de mariscos, la mismísima que hago yo en Nochebuena. Habíamos oído que los chinos no se bañaban, o no iban mucho al mar para no perder el alma.
Hicimos bien en no bañarnos, nosotras tipazos mundiales, porque quedamos de muy educadas al respetar las costumbres de que las chinas casadas no se bañan, ahí que estaban probablemente hablando o cotilleando de las españolas igualico que hacíamos nosotras, pero en chino. Una de las costumbres de este pueblo tan sinpar antes de sumergirse en el nuevo año chino es limpiar la casa de arriba a abajo para eliminar toda la mala suerte que ha existido y después de que llegue el año nuevo también están sin barrer unos días para no quitar la buena suerte que les ha traído el año. Igualmente no pueden esos primeros días del año utilizar cuchillos para no cortar la suerte del año, osea que entre pitos y flautas podemos concluir que todo se relaciona con ser algo guarrete, ¡qué quieres que te diga!, entre los vientos eructados, el sorbetón mientras como, la loza sucia, los wáteres, el que no barro, que no me baño para que no me roben el alma, no se puede pinchar la carne con palillos porque si no, estás mentando a los muertos, mejor con la mano si eso. Ya se pueden imaginar que las comidas son un espectáculo porque comerse sopa con palillos o cualquier cosa líquida o lo haces a sorbetones o no hay nada que hacer, ruidito y más ruidito: con el estómago vuelto todo el día, porque yo no aguanto el ruido con la boca, ni los que comen chicle, ni los que mascan ensalada con boca abierta...En fin, que nosotros somos maníacos pero los colegas ni te cuento, es una cultura para resumir que está llena de supersticiones, osea, que el Chán, ni el Zen ni nada armonioso ha entrado en ellos porque si no, estarían más seguros de ellos mismos. Si al final va ser lo mismo una estampita de Santa Gema que lo del budita gordito (con perdón).
Cuando brindan dicen ganbei 干杯 que literalmente significa vacía tu vaso y así además de cachondearse de uno, si pueden, te emborrachan...aunque ¡van listos! a un aragonés, (el Paco político vestido a lo sociata) una canaria y una de madriles, ni de broma se van a cachondear. Lo del ganbei lo conocían muy bien algún que otro ruso, no es por nada. El caso es que cuando la organización se enteró de que habíamos descubierto el lugar de venta del copy casi se les cae la mandíbula y la vergüenza claro, porque se habían hecho los locos totalmente. Nosotras queríamos comprar bolsos Chanel de los que ellos hacen a Chanel pero en precio gitano: 50 euros como mucho.
Esa mañana fuimos los primeros en llegar al lugar y ya llevábamos dos moscones de los que te quieren manejar, empecinados en llevarnos a una tienda concreta, de seguro en la que tienen algo de comisión, y no te dejan ni respirar. Encontré a Guasimara esa mañana además de fresca como una lechuga, jolín yo estaba dormida y seguía con mis pinreles empezaicos, dominando el mundo, con esa seguridad de la mujer española que por unas horas fueses a defender al país entero. Una amazona total. Como en sus ratos libres es soprano la veía yo por el Metro dando notas de su garganta amedrentando a todo chino viviente. A Paco no había que perderle de vista se había aprendido el tema de ir en el Metro de maravilla, qué tío, si parecía uno de ellos. Luego pensé que desde que descubrió el Metro ya no quería ir jamás en coches ni taxis de chinos ¿por qué será? je, je, quería defender su vida y en el Metro la tenía más asegurada, sin duda.
Una vez llegamos a la primera tienda, ¡alucinas pepinillos! porque los tíos tienen de todo, es decir, el mundo entero copiado, imitado, cualquier marca o cosa que se imagine uno, lo tienen, con el consiguiente disgusto y fraude de ver que las cosas no valen lo que son, ni son lo que valen. El mundo es una mentira. Yo, alucinando con mis rollos filosóficos y Guasi, actuando. El momento cumbre fue cuando habíamos pedido unos bolsos de marca, y aunque no eran exactamente el modelo que queríamos, aunque no estaban nada mal, la china que decía: spanishs french, ¡sí eso mi niña que a nosotros no nos vas a engañar!, decía Guasimara ya sentada después de comerle la moral durante 60 minutos como pa empezá. La china venga de teclear cifras y Guasi haciendo unos aspavientos impresionantes como si le diera un ataque cada vez que la china ponía su precio. El punto a nuestro favor era que al ser los primeros clientes y -aprovechando lo de la superstición- no le quedaba otra que vendernos algo porque sino ya tendría mal fario para todo el día. Paco que salió a darse una vueltecilla por las otras tiendas y después de hora y media con Guasi al ataque venga de bajar el precio a la china y ésta con el hígado destrozado casi ya pidiendo güisqui para darse definitivamente a la bebida porque no nos aguantaba más, ¿qué pasó? que viene Paco diciendo a grito pelao: en la tienda de enfrente me lo dejan mucho más barato. Vi a la china vendedora como si fuese la encarnación de toa la mafia china con ganas de matar al aragonés que le había chafao el invento. Yo cantando: ¡Los de Aragóooonnnnnn! completamente achantada viendo actuar a Guasi como una profesional del merme. (Mermar: hacer que algo disminuya o quitar a alguien parte de cierta cantidad que le corresponde. ¡pffffff!)
Había aniquilado a la chinina y nos habíamos salido con la nuestra, casi nos pega con el bolso, pero como digo gracias a sus manías supersticiosas nos lo tenía que vender por ser los primeros. Ataque a mano armada fue la incursión en el resto de las tiendas, ¡qué fuerte! y cómo pujaban mis dos colegas si parecían profesionales del arriba las manos: nos decían un precio, aspaviento va, ellos daban el suyo, las chinas flipaban y decían que no, ellos amagando como pa irse, las chinas detrás, french, french.... de repente se abre un agujero del techo y se sube una china en un pis plas, sale del agujero con más mercancía...yo rezando en arameo cada vez más cerca del Señor, ¡aquí nos linchan, vámonos! porque eso era para haber comprado al pol mayó y no un miserable recuerdito solitario que era lo que correspondía a la pasta que llevábamos. ¡Qué hollol! las chinas erre que erre, persigue que te persigue bajando el precio detrás de nosotros pensando que éramos jilís pero reconociendo que a chulos nadie nos gana, huíamos de la quema, ¡ayayai! Yo gritando: el merme, el merme, Guasi descosida a por todas interpretando su mejor papel, si parecía Margarita Gautier y Paco super contento de haberse salido con la suya, ganando Aragón 10 China 0 patatero. Nos gastamos todo lo que llevábamos, yo diciendo, osea que ¡con mis pies llenos de llagas que ya casi levito y vosotros me lleváis al Metro, si yo lo que quiero es morir entre estas caras gitanaaaasssss! Ese día ni comimos, harticos de tó pero felices de haber vencido. Fue exactamente igual que venir de la guerra. Cuando llegamos a la cena perdimos la vergüenza, pero eso para la siguiente.
Rosa Amor del Olmo
Doctora en filosofía y letras, Máster en Profesorado secundaria, Máster ELE, Doctorando en Ciencias de la Religión, Grado en Psicología, Máster en Neurociencia. Es autora de numerosos artículos para diferentes medios con más de cincuenta publicaciones sobre Galdós y trece poemarios. Es profesora en varias universidades y participa en cursos, debates y conferencias.