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Globalizar los derechos


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Hace unos días, la Internacional Socialista (IS) eligió a Pedro Sánchez como su nuevo presidente: por primera vez, un español lidera esta organización, en un momento especialmente crucial para el conjunto de la humanidad. A escala global, los riesgos de la emergencia climática y ambiental son cada vez más evidentes, así como también el retroceso en la defensa de los derechos humanos y de la democracia. Y a esas peligrosas tendencias –que impulsan un número creciente de conflictos y de estallidos de violencia en todos los continentes–, hay que sumar el avance de un renovado fascismo, de una auténtica “Internacional de la extrema derecha”, nutrida del malestar social y de las desigualdades, que generan desafección hacia las instituciones públicas ante su insuficiente incapacidad para mitigarlas. Dichos partidos comparten asesores, financiadores y ‘relato’; y van incrementando su presencia en las instancias a las que desacreditan, gracias también a la condescendencia, la complicidad… y a veces la alianza –como ya sucede en España– con los partidos conservadores de centro derecha.

Hay un amplio consenso en la IS en definir el feminismo como una componente fundamental del socialismo, cuya principal seña de identidad es la defensa de la igualdad, en todas sus dimensiones. España se ha convertido en un referente del feminismo a nivel internacional

Así que hoy, más que nunca, la IS, la plataforma que reúne a partidos socialistas y socialdemócratas de todo el mundo, necesita recuperar credibilidad y protagonismo, reforzando sus capacidades para defender con eficacia valores progresistas.

Los desafíos del siglo XXI exigen un extraordinario esfuerzo de reconexión con los ciudadanos más vulnerables, con las clases trabajadoras y las clases medias, y muy en particular con los jóvenes: en el caso de España varios informes recientes alertan de un porcentaje creciente de menores de 18 años –los próximos votantes– que manifiestan actitudes contrarias al ideario progresista, en concreto en lo relativo a las relaciones entre hombres y mujeres. Ello obliga a demostrar que el feminismo es una apuesta por la igualdad de derechos y de responsabilidades entre hombres y mujeres, y por lo tanto no significa el menor retroceso para los hombres, sino todo lo contrario: la consolidación de una sociedad más justa, en la que se erradique la violencia machista, con ciudadanos y ciudadanas que comparten en libertad y en igualdad todos los ámbitos de sus vidas, sólo tiene ventajas para todos y todas.

Hay un amplio consenso en la IS en definir al feminismo como una componente fundamental del socialismo, cuya principal seña de identidad es la defensa de la igualdad, en todas sus dimensiones. España se ha convertido en un referente del feminismo a nivel internacional; pero como en cualquier otro avance social, también este no es irreversible. Por eso es importante fortalecer las herramientas vigentes –fundamental la educación, la cultura, el apoyo eficaz a las víctimas de cualquier tipo de discriminación o de agresion…–; y tambien es crucial que existan acuerdos internacionales y organizaciones comprometidas capaces de actuar en cualquier rincón del mundo.

La lucha por la igualdad a escala global tiene otras trincheras, que fueron objeto de atención en el congreso de la IS, como la relativa al “trabajo decente”, de acuerdo con la definición formulada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En el mundo existe una aplastante mayoría de trabajadores sin ningún tipo de protección o de derechos, muchos de ellos menores de edad, y demasiados están expuestos a tareas peligrosas para su salud. Una realidad que nos interpela a quienes disfrutamos de un marco normativo recientemente reformado para reducir la precariedad y los abusos; y que no deberíamos tolerar que las empresas europeas se aprovechen de las condiciones laborales de terceros países. Este es otro campo de actuación irrenunciable en la perspectiva del “socialismo que viene”, el lema que presidió el congreso de la IS.

Y, por supuesto, las actuales generaciones y las siguientes tienen derecho a un planeta habitable, en el que seamos capaces de revertir en lo posible los procesos ecológicos que amenazan a millones de personas, en particular a los más desfavorecidos que son también quienes menos han contribuido a la emergencia climática y ambiental.

Así que los progresistas de todo el mundo, desde una IS renovada, tenemos la responsabilidad de construir otra globalización –muy diferente de la actual, que garantiza la libre circulación del capital así como la ley del más fuerte…–: una globalización de los derechos fundamentales, desde un multilateralismo basado en reglas y al servicio de valores. De esos valores que, todavía, no cotizan en Bolsa.

Presidenta del PSOE, partido del que es miembro desde 1993. Vicepresidenta Primera del Senado. Doctora en Economía por la Universidad de Roma, ha sido, entre otros cargos, secretaria de Estado de Medio Ambiente y Vivienda (1993-1996) y ministra de Medio Ambiente (2004-2008), así como embajadora de España ante la OCDE (2008-2011). Desde enero de 2013, y hasta su elección como presidenta del PSOE, ha sido consejera del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Es miembro del Global Sustainability Panel del secretario general de Naciones Unidas (2010-2012), de la Global Ocean Commision y de la Red española de Desarrollo Sostenible. También forma parte del colectivo Economistas frente a la Crisis.