Hay razones de peso para repensar la dimensión estratégica y el legado de Willy Brandt
- Escrito por Antonio Chazarra Montiel
- Publicado en Opinión
No dejéis morir a los viejos profetas pues alzaron su voz
contra la usura que ciega nuestros ojos con óxidos oscuros,…
José Ángel Valente
La dimensión internacionalista y el pensamiento europeísta de este gigantesco político europeo, bien merece que complementemos y ampliemos las reflexiones de la anterior entrega, incidiendo en otros planteamientos y en otros puntos de vista.
El viejo Aristóteles en el Libro III de la Retórica nos dejó dicho… “un buen acuerdo es un trofeo mucho más hermoso que los que se consiguen en las guerras”. Es un pensamiento éste, que conviene tener presente al repasar la Historia de Europa repleta de guerras civiles y episodios sangrientos, donde la paz ha sido siempre o casi siempre, una aspiración incumplida o postergada.
Willy Brandt constituye uno de los ejemplos más ilustrativos y formidables de una vida dedicada a estrechar lazos y a forjar un escenario de paz en el continente europeo.
Soy de los que piensan que donde su entusiasmo, su pensamiento estratégico y su capacidad de trabajo se mostraron más a las claras, fue como Presidente de la Internacional Socialista (1976-1992). ¿Por qué su presidencia fue tan fructífera aunque polémica?
Bajo su mandato con inequívoca habilidad y desplegando un pragmatismo inteligente, la Internacional incrementó el número de partidos socialistas, socialdemócratas, laboristas y de izquierdas que la integraban. No es difícil reconocer que gestionó eficazmente el tránsito de una Internacional, en su mayoría europea, a otra que excedía el número de cien organizaciones en su seno, lo que requería de no pocos equilibrios. Fue un diseño audaz, complicado y con resultados meritorios como lo es siempre integrar lo diverso. En esta tarea, también hay que reconocer la labor del socialdemócrata sueco Bernt Carlsson, pese a que no faltaron discrepancias y tiranteces entre ellos, que perjudicaron incuestionablemente la trayectoria de la Internacional.
Es justo reconocer que la I.S. durante décadas fue perdiendo fuerza y, por tanto, capacidad de influencia. Hoy, en diciembre de 2022, tras la celebración de su XXVI Congreso en Madrid y la elección de Pedro Sánchez como presidente, se abren perspectivas y expectativas prometedoras para que recupere el prestigio y la capacidad de influencia de que gozó. De su potencialidad, razonablemente no debe dudarse. Pertenecen a ella, en la actualidad más de ciento treinta partidos, que en caso de adoptar objetivos comunes y de aunar esfuerzos pueden ser en muchos aspectos decisivos para el equilibrio mundial.
Un reto inmediato es el regreso a la Internacional del SPD alemán y, también, del Partido socialdemócrata sueco. El momento presenta un perfil interesante, aunque con numerosas incertidumbres. El neoliberalismo ha fracasado y la pregunta a la que debe darse una respuesta adecuada es ¿qué hacer ahora? En la agenda de decisiones urgentes a tomar están la de formular políticas para lograr una transición, rápida y a un tiempo rigurosa, hacia la extensión del uso de energías renovables, a fin de frenar el cambio climático y sus –aunque algunos pretendan cuestionar- catastróficas consecuencias.
Otro reto ineludible es fortalecer la agenda feminista hasta lograr extender y avanzar los derechos de las mujeres. Los desafíos no acaban ahí, ¿pertenece el Estado del Bienestar definitivamente, a un pasado clausurado y fenecido? La I.S. está obligada a defender su legado y su vigencia, así como las medidas que hicieron de él un modelo envidiable y envidiado. Por último, es también necesario llevar a cabo una labor pedagógica para convencer a la ciudadanía europea de que los movimientos migratorios –ante el envejecimiento de la población- son más una solución, que un problema. En definitiva ofrecer un haz de medidas articuladas que sean capaces de frenar a los populismos y a los totalitarismos encubiertos, es la bandera que la Internacional está obligada a esgrimir y que puede hacerle recuperar pasados momentos de esplendor.
Los movimientos populistas y autoritarios en su agenda, cada vez menos oculta, pretenden dinamitar la democracia y socavar sus cimientos desde dentro. Frente a este programa destructivo y destructor solo cabe, como esperanza de futuro, reafirmar el papel democrático del Estado como garantía de los derechos y libertades, de una redistribución adecuada de los recursos que frene o limite las desigualdades existentes y que propicie una mayor estabilidad e igualdad mediante políticas fiscales progresivas, defendiendo a los más débiles y vulnerables.
Llama, asimismo la atención, la dimensión estratégica, la intuición política y la habilidad táctica del pensamiento político de Willy Brandt. Hay razones de peso para valorarlas y apreciarlas. Detengámonos en la unificación alemana. Se venía mostrando partidario, al menos desde 1979, es decir, una década antes de que se produjera. En esa fecha se reunió con disidentes de la denominada Alemania Democrática, entre los que figuraba Rudolf Bahro. Desde entonces, al principio con prudencia y más tarde de forma más explícita, defendió la conveniencia de una Alemania unificada.
Por tanto, no debe extrañarnos en absoluto que en 1989, se manifestara pública y explícitamente a favor de una reunificación rápida. Pensaba y lo hacía acertadamente que de no actuar así, de no aprovechar esta oportunidad, quizás irrepetible, el proceso podía alargarse en exceso e incluso fracasar por eso, celebró la caída del Muro y la reunificación alemana. Helmut Kohl conservador como era, supo vislumbrar el futuro y fue una pieza clave en adelantar todo lo posible la unificación, pese a fuertes resistencias.
La autoridad moral de Willy Brandt era sencillamente indiscutible. Intervino con la habilidad y diplomacia que solía desplegar en la liberación de los rehenes occidentales que Irak retenía como elemento de presión.
Tras una larga experiencia como internacionalista, el triunfo de la mediación, desplazándose hasta Bagdad fue apreciable, rotundo y reconocido. Uno de sus mayores momentos de gloria fue cuando en el aeropuerto de Frankfurt, un avión con los 174 rehenes liberados, tomó tierra. Esta acción es si cabe, más meritoria, cuando con anterioridad varios intentos habían fracasado.
No quiero pasar por alto su faceta como memorialista, que dejó plasmados algunos de los episodios en los que participó, legándonos además, sus interesantes puntos de vista.
Cabe destacar su autobiografía que llamó Mi camino a Berlín o sus escritos sobre las políticas de paz en Europa. Quiero destacar, no obstante, Links und frei. Mein Weg 1930-1950, (La Izquierda y la Libertad: My Path 1930-1950). Enfrentarse hoy a su lectura es revelador. Pone de manifiesto análisis, reflexiones y puntos de vista de aquellos años en que Europa estaba sumida en las consecuencias devastadoras de la Segunda Guerra Mundial e iniciaba la recuperación de la tragedia que supuso un conflicto, que tuvo más de fratricida de lo que parece. Formula también, las primeras hipótesis de una nueva política continental que sustituyera el enfrentamiento por la cooperación.
Es profundamente inapropiado, por no decir absurdo, pretender reescribir la Historia. Supone siempre, una lectura interesada y falaz, destinada a enfatizar unos hechos y a obscurecer otros.
No suele ponerse lo suficientemente de relieve que el pensamiento y la acción política de hombres como Willy Brandt se desarrollaron en un contexto muy concreto: la tensión entre dos bloques enfrentados. En esos años unos pretendían superar y transcender esa situación, en tanto que otros, a uno y otro lado del Muro, buscaban perpetuarla.
A estos efectos es muy útil una labor, lo más concienzuda posible de documentación, consultando algunos títulos imprescindibles y haciendo incursiones provechosas en las hemerotecas. En esos momentos había que soñar, por paradójico que pareciera, con un futuro superador desterrando pesimismos paralizadores.
‘Cuando todo estaba reducido a escombros’, soñar con un futuro de paz tenía mucho que ver con un vientecillo saludable en medio de un campo de molinos. Quizás, esta imagen sea idílica, mas viniendo de una larga y macabra pesadilla, millones de hombres y mujeres la consideraban lo más parecido a la felicidad.
Willy Brandt comprendió, no obstante, que la Historia la hacen los hombres y que está siempre por crear. Ya Antonio Machado con su ‘se hace camino al andar’ había dado forma a esta reflexión filosófica.
Los hechos tienen sus consecuencias. Esto es apodíctico. Tenerlo presente es una forma de transcender un presente incierto y superar los agobiantes y persistentes fantasmas del pasado. De ahí la importancia de observar, analizar, intuir y… actuar en consecuencia.
No cabe duda de que tener una idea lo más concreta y precisa posible de con qué hay que lidiar, ayuda no poco, a enfrentarse con éxito a los obstáculos. Los proyectos que no se trabajan con perseverancia… vienen a ser como humo, que se escapa entre los dedos.
No pretendo alargar indefinidamente sus cualidades de estadista, mas me parece que no debo omitir la de una seguridad en sí mismo que le hacía despreciar la soberbia de quienes se creían infalibles.
De igual manera, apreció pronto que el rencor constituye un peso muerto que impide pensar y actuar con libertad. No se dejó atrapar en las redes de quienes centraban sus acciones en que la sangre derramada reclama venganza. Por el contrario, estaba cada día más convencido de que para alcanzar un futuro estable, era necesario renunciar al afán de venganza y al rencor. Es más, se mostraba partidario –y es una prueba más- de su sentido proyectivo y de su entereza, su convicción de que el futuro es siempre una responsabilidad compartida.
Quedaría incompleta su semblanza si no citáramos que durante un periodo de su vida, cuando tuvo que huir del nazismo a Noruega, ejerció el periodismo. Tiene más importancia de lo que parece. Su mirada fue durante toda su vida la de un periodista que se enfrenta a los hechos con objetividad, que los entiende, los analiza y… extrae consecuencias de lo que pasa a su alrededor.
Algunos recuerdan –fue realmente un acontecimiento impactante- la visita de John F. Kennedy a Berlín, cuando era Alcalde, que en cierto modo marcó ‘un antes y un después’ de sus relaciones con Estados Unidos, reforzando lazos de cooperación.
Cuando era necesario y, se lo proponía, sabía ser pragmático y formar gobiernos de coalición. Sin ir más lejos, con el FDP (Partido democrático liberal), demostrando con la práctica que cuando se persiguen unos objetivos claros, a veces es precisa una política de alianzas que permita alcanzar los logros perseguidos, aunque haya que renunciar o posponer determinadas medidas y proyectos. El denominado ‘milagro alemán’ no cayó del cielo sino que para hacerlo posible hubo que establecer una red de equilibrios, alianzas y apoyos diversos.
Hoy, treinta años después de su muerte, es justo recordar alguno de sus numerosos y decisivos aciertos políticos. Sus restos reposan en el cementerio de Zenlendorf (Berlín) y son numerosas las visitas que recibe su tumba como señal de gratitud.
Como es de rigor en un país que admira a quienes contribuyeron a superar la devastación de la Guerra Civil Europea, hicieron posible el ‘milagro alemán’ y contribuyeron a poner fin a la Guerra Fría, ha gozado y goza de notables reconocimientos.
Tras la reunificación alemana el SPD trasladó su sede de Bonn, que había sido la capital durante años, a Berlín. La denominó y, no por casualidad, Casa Willy Brandt. Es de destacar, asimismo, que uno de los edificios del Parlamento Europeo en Bruselas lleva, igualmente su nombre, como homenaje a su figura. Estos son entre otros, algunos de los reconocimientos que guardan viva su memoria.
La suya fue una intensa vida basada en la previsión, firmeza, cálculo y arrojo que configuran rasgos destacados de su semblanza política. Creía en las mejoras sociales como un poderoso instrumento al servicio del bienestar colectivo. Las medidas económicas que propició buscaban la estabilidad y el apoyo a las minorías y a los más desfavorecidos, mediante una fiscalidad progresiva.
Puede decirse con propiedad que era ‘un optimista’ pero no un iluso y estaba dispuesto a recurrir, siempre que la ocasión lo requería, al realismo, incluso al pragmatismo. Procuró evitar las estridencias que pudieran servir de caldo de cultivo a la expansión de grupúsculos de ultraderecha, añorantes del Régimen Nacional Socialista. Estos eran todavía incipientes pero supo advertir a tiempo el peligro que significaban, manteniéndolos a raya y aislándolos. Lamentablemente, diversas circunstancias y errores políticos han permitido, posteriormente, el crecimiento de fuerzas de ultraderecha.
Para él la justicia social era primordial para favorecer la igualdad. En este punto nunca se apartó de las concepciones de la socialdemocracia clásica. No se insistirá nunca, lo suficiente en su europeísmo. En su proyecto, Europa debía ir más allá de una unión económica… hasta llegar a convertirse en una unión federal.
Por eso, es tan lamentable que surjan iniciativas dispuestas a cuestionar estos logros y a desandar lo andado, sin prever las consecuencias negativas sociales y culturales que acarrearía.
Ahora que vamos poniendo fin a estas reflexiones, es el momento adecuado para insistir en su defensa de la paz, en su internacionalismo y en el apoyo a los procesos de descolonización y a los países en vías de desarrollo, por discutibles que fueran algunas de sus iniciativas, que propiciaron numerosos choques con Bernt Carlsson, Secretario General de la I.S.
Willy Brandt tenía sólidos principios morales y procuraba que en su vida política sus actos fueran coherentes con esos principios. Son notables los esfuerzos que realizó en pro del progreso material y de la elevación del nivel educativo y cultural en diversos países africanos.
Los valores de la Ilustración los tenía muy presentes. Pensemos, por un momento, en que los populismos y los totalitarismos que nos acechan y azotan, siempre que les es posible, arremeten contra ellos procurando su eliminación o, al menos, que dejen de inspirar la cultura política europea.
Cuando miramos a nuestro alrededor y nos invade una lógica preocupación por las amenazas de destrucción, que pretenden inutilizar la democracia hasta convertirla en un ‘juguete roto’, es gratificante pensar en quienes imaginaron una Europa unida y con encomiable paciencia fueron diseñando los pasos y las fases para lograrlo.
Willy Brandt fue en ciertos aspectos, un hombre adelantado a su época que hacía política pensando en superar los traumas históricos que habían ensangrentado el suelo europeo.
Con estos dos breves ensayos he pretendido, ante todo y sobre todo, rendir un tributo de admiración y respeto a la figura emblemática, por tantos conceptos, de Willy Brandt más también, a través de su pensamiento y de su actuación política hacer un somero análisis de los problemas no resueltos. Si no somos capaces de afrontarlos con inteligencia y entereza, pueden dar al traste con el hermoso proyecto de una Europa unida, revitalizada y federal.
La elección de Pedro Sánchez como presidente de la Internacional Socialista, anuncia un horizonte de oportunidades para arrinconar, superar y transcender las fracasadas políticas neoliberales.
La I.S., tras un periodo de ostracismo, ha de recuperar su influencia y su papel moderador apoyando, a los países emergentes de América Latina y África y, contribuyendo a que la geopolítica, en un mundo globalizado, sustituya el enfrentamiento entre Estados Unidos y China por un equilibrio en que la Unión Europea, con políticas sociales de signo integrador, propicie un mayor entendimiento que garantice el futuro del Planeta, fortaleciendo y extendiendo el uso de las energías renovables e impulsando, en su área de influencia, políticas fiscales progresivas como instrumento para garantizar una mayor equidad e igualdad social.
Antonio Chazarra Montiel
Profesor Emérito de Historia de la Filosofía, Colabora o ha colaborado en revistas de pensamiento y cultura como Paideía, Ámbito Dialéctico, Leviatán, Temas de Hoy o la Revista Digital Entreletras.
Ha intervenido en simposios y seminarios en diversas Universidades, Ha organizado y dirigido ciclos de conferencias en la Fundación Progreso y Cultura sobre Memoria Histórica, actualidad de Benito Pérez Galdós, Marx, hoy. Ha sido Vicepresidente del Ateneo de Madrid.
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