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Macron en Nueva Orleans, la ciudad que Francia vendió por un puñado de dólares


(Tiempo de lectura: 4 - 7 minutos)

El pasado domingo, el presidente francés Enmanuel Macron puso punto final a su viaje oficial a Estados Unidos con una visita a Nueva Orleans, una ciudad que la Francia de Napoleón, aprovechándose de la debilidad de España, vendió a los Estados Unidos de Thomas Jefferson por un puñado de dólares.

En el año 1800, más de la mitad del área que hoy pertenece a Estados Unidos era prácticamente desconocida. En 1806, John Cary, el famoso cartógrafo de Londres, produjo un "Nuevo Mapa de América del Norte", una gran parte del cual carece de características geográficas o topónimos, lo que demuestra que una vasta área en el oeste de los actuales Estados Unidos todavía estaba inexplorada.

Edición de 1811 del mapa original de John Cary: El original en alta resolución puede verse aquí.

La mayor parte del territorio que se incorporaría a Estados Unidos unos años después, Luisiana, estaba todavía sin cartografiar y por eso aparece en blanco en el mapa. El trabajo de desvelar esta inmensa terra incognita fue uno de los grandes logros de la exploración de principios del siglo XIX cuando la región se convirtió en dominio político de los Estados Unidos.

En noviembre de 1762, antes del final de la Guerra de los Siete Años, cuando se hizo evidente que Francia perdería inevitablemente todas sus posesiones americanas, Luis XV cedió a la España de Carlos III la ciudad y los alrededores de Nueva Orleans y todo el territorio situado al oeste del Misisipí que era conocido como Luisiana. El año siguiente, Francia perdió ante Inglaterra todos sus territorios al este de Misisipí y el gran río se convirtió en el límite entre la Luisiana española y los dominios americanos de Inglaterra.

Después de que las colonias americanas se independizaran en 1783, los más de cien mil colonos estadounidenses que seis años después ocupaban el área occidental de los Apalaches se veían obligados a utilizar el Misisipí como su principal medio de comunicación con sus mercados. Un gran número de barcos transportaban diversos tipos de productos aguas abajo hasta Nueva Orleans. La mayoría de los asentamientos estadounidenses más grandes eran puertos de escala para los buques.

Los pioneros estadounidenses pronto presionaron contra las restricciones de las fronteras españolas. El Misisipí, la frontera política, no era una barrera efectiva para el movimiento hacia el oeste, y muchos estadounidenses cruzaron el río y se establecieron en San Luis y en otras pequeñas ciudades antaño francesas. Cuando Luisiana pasó a manos de la Corona española, los españoles recelaban de la llegada de colonos estadounidenses, sobre todo porque no eran de confesión católica.

Los colonos del oeste de Estados Unidos consideraban a España como su enemigo natural porque poseía Nueva Orleans, la principal salida de su comercio. Su objetivo inmediato era controlar el comercio del Misisipí y obtener la posesión de Nueva Orleans. Para aliviar la presión, mediante el Tratado de San Lorenzo de 1795 España otorgó a los estadounidenses los derechos de libre navegación por el Misisipí y de depósito de mercancías en Nueva Orleans por un período de tres años. En 1798, las autoridades españolas no hicieron ningún intento por romper el tratado y el tráfico comercial continuó prosperando.

Aunque Luisiana estaba políticamente bajo bandera española, no había muchos habitantes hispanos y la población era principalmente de origen francés. En el año 1800, los asentamientos que existían en Luisiana se podían dividir en dos grupos, los de Misisipí inferior con Nueva Orleans como capital, y los de la zona de la unión del Misuri y el Misisipí, una región conocida como Luisiana superior. Un censo español de 1799 registró que había 42.370 personas (de las cuales dos tercios eran blancos) viviendo en los asentamientos de Luisiana inferior. La ciudad de Nueva Orleans tenía diez mil habitantes y en la mayoría de los otros asentamientos habitaban los descendientes de los colonos franceses originales.

El Illinois español, o Luisiana Superior, tenía una población total de alrededor de seis mil personas, que estaban dispersas en varios asentamientos pequeños, todos situados a lo largo de las orillas de los ríos. San Luis, la capital, solo tenía unos ciento veinticinco habitantes.

España continuó en poder las dos Luisianas hasta que Napoleón concibió la idea de crear una segunda Nueva Francia en la mitad occidental de América. Después de una considerable presión diplomática, logró que el debilitado Gobierno español presidido por Godoy devolviera Luisiana a Francia. Por el Tratado Preliminar de San Ildefonso de 1800 se acordó que España recibiría el quimérico reino de Etruria a cambio de Luisiana. En octubre de 1802 Carlos IV firmó el decreto por el cual Luisiana debía ser entregada a Francia.

A principios de ese año, Napoleón había enviado una gran expedición para ocupar la isla de Santo Domingo (hoy Haití). El ejército francés tuvo que enfrentarse no solo a una rebelión negra nativa, dirigida por Toussaint L'Ouverture, sino también a un brote virulento de fiebre amarilla. El corso perdió veinte generales y treinta mil hombres en su aventura haitiana.

La ocupación francesa de Nueva Orleans se retrasó, pero los estadounidenses se alarmaron cuando en octubre de 1802 el intendente español cerró la desembocadura del Misisipí a los comerciantes estadounidenses retirando el derecho de depósito que había sido otorgado en 1795. Cuando la noticia del cierre de las dársenas de Nueva Orleans llegó a Washington, Jefferson tomó inmediatamente medidas para recuperar el derecho. El 11 de enero de 1803, el futuro quinto presidente, James Monroe, fue nombrado Enviado Especial Plenipotenciario en Francia y España. Las instrucciones de Monroe eran intentar comprar Nueva Orleans y las Floridas y así asegurar la libre navegación del Misisipí.

Antes de que Monroe llegara a París, Napoleón estaba considerando la posibilidad de vender toda Luisiana. Sabía que otra guerra con Inglaterra era inevitable e intuyó que la flota británica podría capturar fácilmente Nueva Orleans tan pronto como comenzaran las hostilidades. Por lo tanto, consideró que era mejor hacer caja mediante la venta de Luisiana que permitir que cayera en manos inglesas. También esperaba que unos Estados Unidos más poderosos acabaran por convertirse en rivales de Inglaterra.

El 11 de abril de 1803, el marrullero Talleyrand, ministro francés de Exteriores, sorprendió a Robert R. Livingston, embajador estadounidense en París, al preguntarle cuánto pagaría Estados Unidos por la totalidad de Luisiana. Monroe, que llegó a París el día siguiente, se quedó estupefacto con la propuesta, porque solo tenía autoridad para negociar por Nueva Orleans y las Floridas.

Napoleón exigió que el asunto se resolviera lo antes posible porque quería el dinero. Después de mucho regateo sobre el precio a pagar, el 2 de mayo se firmó finalmente un tratado por el cual Luisiana, sin límites precisos, fue vendida a Estados Unidos por unos quince millones de dólares: el territorio de Estados Unidos se duplicó de un plumazo.

Finalmente, con los intereses, Estados Unidos había adquirido a algo más de diez dólares el kilómetro cuadrado un territorio de unos 2.150.000 km2 (más de cuatro veces el tamaño de España y el veintitrés por ciento de la superficie actual de Estados Unidos) de terrenos situados entre el Misisipí y las Montañas Rocosas, incluyendo la ciudad de Nueva Orleans y su estratégico puerto.

En tono anaranjado se muestran las áreas que ocupaba la Luisiana francesa hacia 1803. Se pueden apreciar los estados norteamericanos actuales que abarcaba cuando fue comprada por los estadounidenses a Napoleón Bonaparte; al oeste de la Luisiana se encontraban las Provincias Interiores de la Nueva España, al noroeste el Territorio de Oregón (disputado entre Inglaterra, España, Rusia y luego Estados Unidos) y en el extremo sudeste la Florida española.

De un solo golpe, Estados Unidos se convirtió en una potencia a escala continental, señor del sistema de navegación del continente y propietario de una inmensidad de recursos nuevos que le ofrecieron una perspectiva de mayor independencia económica de Europa. La compra de Luisiana disipaba todos los problemas de comunicación de los colonos del oeste, y al doblar el territorio del país garantizaba el acceso a la propiedad de la tierra durante generaciones y abría el camino hacia el Pacífico.

Como canta el himno patriótico America the beautiful, la joven nación que había nacido apenas veinte antes se extendería por fin desde el Atlántico al Pacífico, de «mar a mar brillante».

Catedrático de Universidad de Biología Vegetal de la Universidad de Alcalá. Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Granada y doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid.

En la Universidad de Alcalá ha sido Secretario General, Secretario del Consejo Social, Vicerrector de Investigación y Director del Departamento de Biología Vegetal.

Actualmente es Director del Real Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá. Fue alcalde de Alcalá de Henares (1999-2003).

En el PSOE federal es actualmente miembro del Consejo Asesor para la Transición Ecológica de la Economía y responsable del Grupo de Biodiversidad.

En relación con la energía, sus libros más conocidos son El fracking ¡vaya timo! y Fracking, el espectro que sobrevuela Europa. En relación con las ciudades, Tratado de Ecología Urbana.