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La incumplida Responsabilidad Social Corporativa


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Se acerca la Navidad y nos bombardean, como todos los años, con mucha publicidad bastantes grandes empresas con mensajes en los que se pinta un mundo feliz. Así, se habla de paz, encuentros familiares muy tiernos, y de una necesaria ayuda a los pobres. Los anuncios publicitarios en televisión desde el punto de vista estético suelen ser bastante buenos y, por tanto, se consigue tocar nuestra fibra sensible. El mundo dista mucho por desgracia de ese mundo feliz, pues sigue habiendo muchas guerras, pobreza, desigualdad y catástrofes naturales. Las empresas a través de esta publicidad nos pintan una ficción más que una realidad. Nos motivan a ejercer la caridad más que la justicia.

Las grandes corporaciones defienden la desregulación del mercado laboral, lo que ha traído consigo mayor desigualdad y precariedad. Se niegan a que suba el salario mínimo y a que se establezcan impuestos especiales a los grandes beneficios obtenidos durante la pandemia y la guerra

Viene esto a cuento pues la imagen amable que quieren ofrecer las empresas en estas fiestas, aunque el fin último sea vender su producto, no coincide por lo general con su comportamiento con relación a la sociedad. Trato de vincular este intento de mejorar su imagen a través de la publicidad en fechas tan señaladas con lo que han llevado cabo con la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) o Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Sin duda un proyecto que ha contado con una política de marketing muy eficaz y realizada por buenos profesionales. Pero no es oro todo lo que reluce, como se puede leer en el libro de José Ángel Moreno Poder corporativo, irresponsabilidad empresarial y democracia económica (Economistas sin Fronteras, 2021). Un libro en el que recopila artículos que ha venido escribiendo en los últimos años.

La motivación que le ha llevado a especializarse en la RSC lo explica en la introducción: “He trabajado en una empresa de gran dimensión y he sido, entre otras funciones, director en ella de responsabilidad social corporativa (uno de los directores en esta materia, además, de la primera hornada en España)”. La RSC se remonta en España a los primeros años de la década de 2000, y poco más en los países más avanzados. A pesar del puesto de dirección que ocupó y de ser de los pioneros es muy crítico con las grandes empresas y en la forma que entienden la responsabilidad social. Como explica: “Precisamente, mi experiencia en primera línea en esta labor está en el origen de una conciencia paulatina de su insuficiencia y de la falta de verdadera voluntad para aplicarla en la realidad por parte de las grandes corporaciones”. El análisis que realiza le conduce a profundizar en cuestiones como la gobernanza, la ética y la democracia empresarial. La evaluación no resulta muy favorable para las grandes empresas.

Uno de los grandes aciertos del libro es que no analiza sólo a las empresas como un ente aislado, sino dentro de un contexto en el que desarrollan su actividad y que en las últimas décadas ha sido el neoliberalismo. Como contraste a estas ideas introduce un artículo que escribió: “José Luis Sampedro: el largo viaje de un disidente”. En suma, un libro que pone el dedo en la llaga y que me conduce a realizar una serie de reflexiones a la luz de su lectura, pero cuya responsabilidad es solo mía. Las grandes corporaciones hablan de responsabilidad social como una operación de marketing, al igual que las campañas de navidad, en la que incluso recogen lemas de reivindicaciones como fue en su día la petición de un 0,7% sobre el PIB para cooperación al desarrollo, y en los últimos tiempos la idea de sostenibilidad y la defensa del medio ambiente.

La práctica de las empresas dista mucho de ello. Las grandes corporaciones defienden la desregulación del mercado laboral, lo que ha traído consigo mayor desigualdad y precariedad. Se niegan a que suba el salario mínimo y a que se establezcan impuestos especiales a los grandes beneficios obtenidos durante la pandemia y la guerra. Todas estas actitudes expresan la falta de compromiso social en unos momentos de dificultades para gran parte de la población. En definitiva, mucha retórica y escasa o nula acción de responsabilidad social.

 

Catedrático emérito Universidad Complutense.