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Perspectivas poco halagueñas en Davos


  • Escrito por Jesús Membrado Giner
  • Publicado en Opinión
(Tiempo de lectura: 3 - 5 minutos)

Mientras las élites mundiales (unas 3.000 personas) se reunían en Davos para analizar los problemas que se vislumbran en los próximos años, Intermón Oxfam presentaba en el informe “La ley del más rico” cómo crecen los beneficios de los milmillonarios en momentos de crisis, mientras que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) lo hacía también con dos estudios; uno “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo. Tendencias 2022/23” y “El informe mundial sobre salarios 2022/23”. Estudios rigurosos que ponen en la picota algunas de las intervenciones en tan prestigioso evento.

Según Oxfam, el mundo está atravesando la acumulación de múltiples crisis, la pobreza, el hambre, la falta de recursos para afrontar la inflación o el espectacular crecimiento de los ultraricos. Desde el 2020 el 1% más rico ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada en el mundo. Los millonarios aumentaron sus fortunas en 2.700 millones diarios, mientras que los salarios de 1.700 millones de trabajadores crecen por debajo de lo que crece la inflación. En 2022 las empresas energéticas y de alimentación duplicaron sus beneficios distribuyéndose 257.000 millones de dólares en dividendos a sus accionistas. Por cada dólar recaudado en impuestos a nivel global, tan solo 4 centavos se recaudan sobre la riqueza. Si se aplicara un impuesto sobre la riqueza de hasta el 5% a las multinacionales, se podrían recaudar 1’7 billones de dólares anuales, lo que permitiría sacar de la pobreza a 2.000 millones de personas.

Por escandalosos que parezcan estos datos, cada vez hay más análisis que señalan a los beneficios empresariales como uno de los principales motores de la inflación. Es más, numerosas empresas la utilizan como cortina de humo para aumentar todavía más los precios y, excusándose en los aumentos del coste de las materias primas o de la energía, no subir los salarios de los trabajadores. Por eso, por primera vez en este siglo XXI, el crecimiento del salario real global ha sido negativo. En la Unión Europea el crecimiento del salario real aumentó 1’3% en 2021 y decreció a menos del 2’4% en el primer semestre del 2022.

Siguiendo con el “Informe mundial sobre salarios 2022/23” de la OIT, al menos 1.700 millones de trabajadores de todo el mundo sufrieron recortes salariales en 2022 lo que dificulta comer, pagar la luz o los alquileres, o hacer frente a los diferentes problemas domésticos. Todo ello repercute en el poder adquisitivo de las clases medias y golpea a los grupos de ingresos más bajos, lo cual nos puede llevar a un aumento de las desigualdades que lastrará la recuperación económica y acelerará aún más la pobreza y el malestar social.

Las previsiones de empleo para 2023 no son tampoco muy halagüeñas. La OIT este 16 de enero afirmaba que en Europa y Asia Central los efectos económicos derivados de la guerra en Ucrania van a ser muy altos, lo cual hará que el empleo disminuya en 2023. De esta manera se prevé que el empleo a escala mundial registre únicamente un aumento del 1%, menos de la mitad del registrado el pasado año, debido entre otras razones, a las escasas ofertas de trabajo en los países desarrollados, lo cual hará que el paro aumente a nivel mundial en 16 millones más que antes de la Covid-19.

El efecto que este incremento del desempleo tendrá inmediatamente, es el agravamiento de la calidad del mismo, con trabajos de peor calidad, menos sueldos y más precariedad.

Las tensiones geográficas, el conflicto de Ucrania, la dispar recuperación tras la pandemia, las interrupciones en las cadenas de suministros a escala mundial y la elevada inflación, en un panorama de escaso crecimiento económico, dibujan un marco no conocido desde enero de 1970.

De seguir con este menor crecimiento del empleo a escala mundial, nos podemos encontrar con que las pérdidas de puestos de trabajo ocasionadas por la pandemia, probablemente no se recuperaran antes del 2025.

Si a esto le añadimos que por cada hombre económicamente inactivo hay dos mujeres en la misma situación, los jóvenes triplican la tasa de desempleo respecto de los adultos y uno de cada cinco jóvenes en el mundo no trabaja, no estudia y no participa en ningún programa formativo, las posibilidades de reducir la pobreza y la marginación social, son muy pesimistas.

La reacción de Davos ante este u otros informes como el del Credit Suisse con previsiones muy parecidas ha sido afirmar a través del Foro Económico Mundial, que el capitalismo debe sobrevivir, pero para que eso ocurra debe reformarse, haciendo que sea inclusivo para todos, a fin de que las grandes corporaciones, junto con los gobiernos y las agrupaciones multilaterales desarrollen “un capitalismo de todas las partes interesadas”, dejando atrás el capitalismo de los accionistas que buscan los máximos beneficios y el capitalismo de estado que tan bien representa China.

En este maremágnum de posicionamientos, intervenciones y declaraciones, sobresale como una bocanada de aire fresco, la del Presidente Sánchez, alertando de la pérdida de poder adquisitivo y la lucha de los ciudadanos por un trabajo decente, recordando el crecimiento de las multinacionales y el desmesurado aumento de sus beneficios. Por ello ha hecho un llamamiento a las élites mundiales para que contribuyan a revertir las desigualdades y que la política se centre de nuevo en lo realmente interesante: el bienestar de la gente.

 

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