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Abascal y Tamames: la función política del asombro


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Ilustración de Fito Vázquez Ilustración de Fito Vázquez

“El asombro es el resorte de todos los descubrimientos, es, en efecto, la conmoción de lo irracional”. Así describe lo imprevisto, la sorpresa, Cesare Pavese, en la obligada lectura de su dietario “El oficio de vivir”, (Seix Barral, 2022), tan duro de escribir como de digerir. No otra cosa que asombro ha generado la buena cara que ha prestado Ramón Tamames al ofrecimiento de Santiago Abascal para abanderar la moción de censura contra Pedro Sánchez. Aunque no se registrase la moción, el asombro ya es realidad de materia y acontecimiento.

No espantarse y colaborar ya coloca a Tamames en el punto panóptico de todas las capacidades de visión. La detención de 1956, cuando compartía carnet del PCE con Sánchez Dragó (al parecer deshollinador de la chimenea de las dudas del catedrático para sonreir la ocurrencia de Abascal); el enchironamiento en el despacho de García Trevijano, una noche en el Paseo de la Castellana, casi esquina a Carbonero y Sol; las cenas de Jai-Alai con la Plata Junta; los mítines con Santiago Carrillo en Torrejón para señalar las estelas de los Phantom como símbolos de la colonización española a manos de los americanos. Todo esto equivale, al seguir las letras de Pavese cuando admira a Primo Levi, a “los recuerdos son los momentos en que nos hemos sentido contrapuestos a las cosas, a los demás, en que nos hemos individualizado”.

La acumulación de años produce perspicacias jamás imaginadas. Y así sucede con Tamames, cuyas volteretas estratégicas ya vienen de antiguo, en un trajín ocasionado hacia la mitad de su vida. El ingenio del avión Phantom ideado para la empresa MacDonell Douglas batió marcas de velocidad y altitud desde que apareció por los cielos americanos con vocación de interceptor y cazabombardero supersónico. Estas calidades de plusmarquista las ha hecho propias el catedrático de Economía, a quien se le suponen un millón de libros vendidos de su Estructura Económica de España, muchos de los cuales recalaban un curso después en la Felipa, inolvidable librera de lance de la calle Libreros, con desembocadura a la calle Flor Alta, destino del Palacio de Altamira, de cuando el ahora potencial candidato a la presidencia de Gobierno hacía negocios.

Ramón Tamames ha adoptado las habilidades del modelo prototipo y demás versiones mejoradas para ofrecer ángulos de ataque y capacidad de maniobra jamás pensadas en la disciplina de estrategia política y de perfección argumental. Ni Abascal, por su lado, ni Tamames, por el suyo, podrían haber imaginado llegar a puertos tan lejanos en sus viajes y prodigios de juegos de azar y envite. Vox, como organización política, se debate entre una horquilla de escaños trazada en demoscopia de 50 actas de diputado, conseguidas las cuales puede disponer de la función de bisagra muy apreciada en el capítulo de ventas de las ferreterías.

Necesitaba algo más para no ejercer el calco de la moción de 2020, tan menospreciada por Pablo Casado, desaparecido por la fuerza retráctil del escándalo. Y lo ha conseguido, o está a punto del sí quiero de Tamames, con esta otra iniciativa con la espoleta de la extravagancia, con la utilización de un “fuera de la ley” de siempre, un catedrático de Economía de vademécum, un portaestandarte de la anomalía a través de su salvoconducto comunista, un contorsionista de la transición, un ejerciente del negocio, un superviviente biológico merced a las ondas amigas y los amigos ultramontanos contra las siglas socialistas ganadoras en elecciones legítimas.

El espectáculo que está a punto de anunciarse prácticamente augura que todo el mundo asiste con expectación a su comienzo, excepción hecha del Partido Popular, puesto en brete y membrete por la actuación de Abascal con triple salto mortal incluido. Feijóo, o bien por video llamada, o bien cara a cara tras unas raciones de empanada de xouvas, ha optado por sostener públicamente que “de ser su padre, le diría a Tamames, que se dejase de estas cosas”. La horquilla de los 50 diputados depende en este momento de un señor de 90 años con el pelo y las ideas en franco estado de oxigenación.

 

Periodista (Ciencias de la Información, Univ. Complutense de Madrid), colaborador en distintas cabeceras (Diario 16, El País, Época, El Independiente, Diario de Alcalá), miembro del Patronato de la Fundación Diario Madrid.