HEMEROTECA       EDICIÓN:   ESP   |   AME   |   CAT

Sra Ayuso: La urgencia no es solo triaje ni la salud un mercado


(Tiempo de lectura: 3 - 5 minutos)

Las declaraciones de la presidenta Díaz Ayuso sobre la dedicación en solitario de profesionales de enfermería a los servicios de urgencia extrahospitalaria suponen no solo un error conceptual, uno más de los suyos, en este caso sobre la urgencia sanitaria, ni siquiera una excusa para un intencionado recorte de personal en los servicios sanitarios que sumar a la larga lista de los ya efectuados por la derecha, sino la definición de un nuevo modelo para la atención primaria y de su complemento la urgencia extrahospitalaria, que además avanza en el desmantelamiento de la sanidad pública madrileña y la superposición sino si sustitución por un modelo sanitario mixto. Una gestión de la sanidad madrileña que se configura desde hace tiempo como el principal laboratorio ideológico, social y fiscal de la reacción conservadora. Algo no muy diferente de la sustitución ya muy avanzada del modelo educativo público por un modelo mixto con niveles de accesibilidad y de atención claramente diferenciados según clase, etnia y territorio.

En este sentido, la afirmación de que a las puertas de la urgencia hospitalaria se encuentra personal de enfermería plenamente capacitado en solitario para responder a la urgencia extrahospitalaria es más que un error una tergiversación, ya que no solo obvia que dicho personal forma parte de un equipo más amplio de profesionales de distintas disciplinas incluidos los médicos, sino también a la organización y los recursos técnicos de la urgencia para convertir el triaje inicial en un diagnóstico, un pronóstico y un tratamiento inmediato para resolverla o bien para su remisión a un ámbito más especializado. 

Sin embargo, la concepción de la urgencia como un mero triaje y casa de curas, así como de la atención primaria como centros de asistencia y cuidados de catarros y achaques de ancianos no es nueva. Muy al contrario, dicha concepción está anclada en la memoria del sistema sanitario de la antigua seguridad social y emerge precisamente en los momentos de crisis como el actual. No hay más que volver la vista atrás y recordar nuestras antiguas casas de socorro y más tarde los ambulatorios, por suerte superados.

Tampoco este intento de regresión en el derecho a la salud y en la sanidad pública es nuevo en el contexto europeo, incluso en otros sistemas de salud tan universales como el nuestro. La enfermería ya se ha visto ante declaraciones y medidas similares que tras una aparente ponderación ha pretendido luego dejarla a los pies de los caballos en la atención primaria, la psiquiatría o los hospitales de cuidados medios en países como Gran Bretaña y Holanda con gobiernos neoliberales, como parte de una estrategia de deterioro de la sanidad pública para favorecer con ello el cambio a las pólizas y al modelo privado. Después de décadas de experiencia, los datos demuestran el coste en salud que para la mayoría de estas sociedades ha supuesto la mencionada regresión. Sobre todo, como consecuencia de las políticas de recortes del estado de bienestar de los sucesivos gobiernos neoliberales empeñados en la superposición o sustitución de la sanidad pública por un nuevo modelo mixto o de colaboración público privada.

Con ello, se explican tanto el desmantelamiento de la urgencia extrahospitalaria durante la pandemia, con la excusa de la dotación de los centros de vacunacion y del hospital Zendal inicialmente destinado a pandemias, como asimismo la pretensión de sustituirla ahora, en un principio parcialmente, por un modelo de centros de curas a cargo de los profesionales de enfermería, relegando la respuesta sanitaria a la urgencia propiamente dicha al ámbito hospitalario. Por otra parte, demuestra el carácter, éste sí eminentemente político, de la resistencia del gobierno madrileño a negociar y llegar a un acuerdo sobre unas mínimas condiciones de dignidad para  la atención primaria con la representación sindical de los profesionales sanitarios, asumiendo el desgaste político que esto comporte hasta romper la resistencia sindical y ciudadana, entendido como una inversión para el futuro.

Porque el gobierno de la Comunidad de Madrid no trata solo de mantener los recortes, tanto de personal especializado, como de inversión y de recursos en el sistema sanitario público y en particular en la atención primaria, manteniendo muy lejos su equiparación en presupuestos y personal al menos a la media del país, mientras por contra rebaja y suprime los impuestos a las rentas y patrimonios más altos. Aunque ¡oh paradoja! reclama un nuevo sistema de financiación y acusa de todas las carencias al gobierno central. Siempre lo malo es cosa del gobierno y del presidente Sánchez. El gobierno de Díaz Ayuso trata además de reorientar también el modelo fiscal en favor de la llamada eufemísticamente colaboración público privada. Primero ha sido favorecer la escalada de las pólizas a raíz de la pandemia y el deterioro de lo público, y luego vendrán las desgravaciones fiscales destinadas a integrar el sistema privado en el conjunto del nuevo modelo.

En definitiva, se pretende la mutación  del actual sistema sanitario público en un sistema meramente asistencial dedicado a la mayoría de rentas bajas, empujando al resto de la población que mantiene una cierta capacidad de compra a la asistencia sanitaria privada, fundamentalmente especializada y hospitalaria. Por lo pronto, el modelo de gestión mixto hace tiempo que está en marcha en hospitales y áreas de salud. La gran sustitución está en marcha en Madrid. Estamos avisados.

 

Médico de formación, fue Coordinador General de Izquierda Unida hasta 2008, diputado por Asturias y Madrid en las Cortes Generales de 2000 a 2015.