El hambre en el mundo ha vuelto a crecer
- Escrito por Carlos Berzosa
- Publicado en Opinión
El hambre en el mundo nunca ha llegado a desaparecer, y eso a pesar de los avances tecnológicos, en la ciencia y medicina, así como el aumento de la renta y riqueza. Es uno de los mayores escándalos de la economía mundial. ¿Cómo es posible que siga habiendo tanta gente que muera de hambre en el siglo XXI? Sin duda es un problema estructural más allá de la evolución de la coyuntura. El hambre afecta fundamentalmente a los países subdesarrollados, aunque también se dé, pero en mucha menor medida, en los países desarrollados. La mayoría del hambre tiene lugar en África, seguida por América Latina y el Caribe, y con unos porcentajes menores en Asia.
La economía mundial ha estado sujeta a importantes transformaciones en las últimas décadas, y el hambre también ha tendido a disminuir, pero no en correspondencia con los avances logrados
Desde la década de los sesenta, que es cuando tomé conciencia de este problema estudiando Económicas, han pasado cerca de sesenta años y, sin embargo, el hambre sigue ahí. No es que antes no supiera que había hambre en el mundo, sobre todo cuando pedíamos con nuestra hucha en el Domund para las misiones y misioneros que, además de evangelizar, atendían a los pobres del mundo. Aquello era un forma de caridad sin que se cuestionara el orden establecido. Lo que aprendí estudiando Económicas, fundamentalmente en las clases de Sampedro, fue el análisis de las estructuras económicas que determinaban la existencia del hambre.
Un orden social y económico que se basaba en la desigualdad entre los países y en el que se establecían relaciones de dominio y dependencia. Los países subdesarrollados, por lo general, habían sido colonias y cuando se independizaron políticamente no lo hicieron económicamente. Un insuficiente desarrollo en el que predominaba la desigualdad interna, grandes capas de la población analfabetas, y en los que los recursos naturales eran esquilmados por las grandes potencias. Se sufría una dependencia financiera, comercial y productiva.
La economía mundial ha estado sujeta a importantes transformaciones en estos sesenta años, y el hambre también ha tendido a disminuir, pero no en correspondencia con los avances logrados. El caso más exitoso en esta disminución ha sido el de Asia, que habiendo sido en el pasado una de las regiones en las que más hambre había, se ha situado en una situación mejor que la que padecen las otras regiones atrasadas. Justamente es a finales de los sesenta cuando comenzó el despegue de Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Hong Kong. Más tarde China y la India, que con su fuerte desarrollo industrial consiguieron disminuir el hambre, aunque no tanto en este último país, en el que sigue habiendo una gran desigualdad. No obstante, aún siguen quedando bastantes países en Asia en los que el hambre alcanza a porcentajes importantes de la población.
Estos logros económicos no se han dado en América Latina, y mucho menos en África. De manera que cuando llegó la pandemia eran todas economías de alto riesgo. El Covid-19 tuvo unos efectos realmente dramáticos en estos países. La pandemia aumentó el hambre, que ha vuelto a crecer con la guerra de Rusia y Ucrania, sobre todo por la subida de los precios de los combustibles, materias primas y alimentos. Todo ello genera una situación que va a peor. Además de los factores (pandemia y guerras) que han hecho contrarrestar la leve mejoría que había tenido lugar, estos países están sufriendo las consecuencias del cambio climático como sequías e inundaciones. Por si fuera poco, la subida de los tipos de interés hace mella en las naciones que están muy endeudadas, y que también padecen los elevados costes energéticos. Esto explica que, según datos de la FAO, en el año 2022 unos 830 millones de personas en el planeta no pudieron alimentarse dignamente, y son 10,7 millones más que en el año anterior. Una situación trágica para estos países, que no tienen un colchón social que pueda paliar las consecuencia de los males que afrontan.
Carlos Berzosa
Catedrático emérito Universidad Complutense.
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