El precio de la libertad: Recuerdos de un antifranquista (1)
- Escrito por Alfredo Liébana Collado
- Publicado en Opinión
Una historia personal de CCOO
En este libro de la editorial Catarata Julián Ariza nos ofrece los datos y su propio punto de vista para llevarnos a la reflexión sobre la historia de CCOO y del sindicalismo en general en las últimas etapas del franquismo. Es una biografía digna de nuestro impulso democrático: la participación de los trabajadores en la construcción social con la negociación colectiva como herramienta.
Julián Ariza, como dirigente obrero, hizo una gran labor en el proceso de construcción democrática en los diez años últimos de la dictadura y continuó siendo protagonista después en la democracia. Actualmente tiene 88 años, pero mantiene una lucidez y serenidad extraordinarias, que le permiten reflexionar sobre el pasado y el papel de los sindicatos en una sociedad moderna. Sus últimas actividades han tenido que ver con el Consejo Económico y Social (CES), organismo de concertación social del Estado.
Julián Ariza: una biografía de superación durante el franquismo
Julián Ariza Rico nace en 1934 en la barriada de Usera, en la zona sur de Madrid. Tras la destrucción de su casa en la Guerra Civil, se traslada durante su infancia primero a Barcelona y luego a Puente de Vallecas, población de la larga tradición obrera, que termina incorporándose a Madrid en los años 50. Estudia en un colegio público, bautizado en homenaje al franquista General Moscardó, y completa su formación asistiendo a clases particulares de un maestro republicano represaliado. Deja con 12 años el colegio en 1946. Su vida es un recorrido por la época y las carencias de un barrio obrero de la zona sur de Madrid en el que imperaba la miseria; por ejemplo, en su casa hasta los años 50, como en otras muchas, no había ni agua corriente; y la cartilla de racionamiento o el estraperlo eran alguna de las pocas formas de supervivencia entonces. Comienza a trabajar en la adolescencia como mancebo de botica, y luego, ya joven, en la distribuidora de productos farmacéuticos COFARES.
El servicio militar le permite iniciarse en el oficio de delineante, ingresa como calcador en la fábrica de motores Perkins en 1958, y por las tardes estudia delineación en la Escuela de Maestría Industrial de Embajadores. Además, prueba de su capacidad de organización, fue presidente durante dos años de la Asociación de Maestros Industriales de Madrid.
Coincide en Perkins con Marcelino Camacho, que era ya encargado de Taller, y se presentan juntos al Jurado de Empresa por el Grupo Técnico. En ese período Joaquín Ruiz Jiménez era el presidente del Consejo de Administración de Perkins y funda en 1964 Cuadernos para el Diálogo, revista esencial como aglutinador de la oposición antifranquista y en la que va a colaborar también Julián Ariza.
Ariza es uno de los fundadores de CC.OO., sindicato que se desarrolla en dos etapas: una primera donde lo esencial era resolver reivindicaciones concretas mediante una estructura ocasional de comisiones de trabajadores; y otra, ya en los años 60, cuando se constituye la Comisiones Obreras como organización, y pasa de ser un movimiento puntual a tener una estructura sindical formal.
¿Cómo era la España de las últimas etapas del franquismo?
Los años 60 transcurren en un vaivén que va desde la brutal represión interior de los movimientos sociales y políticos, algunos con importante repercusión internacional, a la incipiente apertura en lo económico dirigida por los nuevos ministros tecnócratas del Opus Dei. Lo que da lugar también a la aparición de cambios significativos en la estructura interior del sindicato vertical, que pasa del control falangista inicial a tener una estructura más abierta.
El conflicto obrero más importante de la época fue la huelga de la minería en Asturias, la huelgona, en abril de 1962, que termina con unos quinientos mineros represaliados, lo que refleja el alto nivel de conflictividad alcanzado, que había partido de una base inicial de concienciación en los movimientos cristianos, como la JOC (Juventud Obrera Cristiana) y la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), que al final tiene un efecto multiplicador en la afiliación política.
Paralelamente, poco después, en junio de 1962, se reúne el Congreso del Movimiento Europeo en Múnich (“El contubernio de Múnich”, según el Régimen) que supuso un importante acercamiento entre la oposición antifranquista no comunista de la derecha y la izquierda, del interior y el exterior, y que formalmente pidió y logró que se bloqueara la entrada de España en la Mercado Común Europeo (antecedente de la actual Unión Europea). Los participantes del interior fueron represaliados al volver a España.
En este período se produce, por un lado, una aparente apertura del franquismo con los indultos en 1962, 63 y 64; mientras, por otro, el Régimen franquista en abril de 1963 asesina a Julián Grimau, que había venido de Francia para reorganizar el Partido Comunista, acusado de su actuación en las checas durante la Guerra Civil; aunque no le acusaron de ser dirigente del PCE en la clandestinidad. Este crimen de la Dictadura produjo un fuerte movimiento de solidaridad internacional.
El cambio en la estrategia del PCE del apoyo a la lucha guerrillera, sobre todo rural, hacia una oposición pacífica se había producido hacía tiempo, en 1949, y la última evacuación se hizo hacia 1951. El abandono de la guerrilla por el PSOE había tenido lugar unos años antes, al no entrar los aliados en España, y en 1948, tras la terrible masacre del pozo Funeres, se realizó la última evacuación del grupo asturiano de José Mata, que había mantenido una acción sobre todo defensiva. Sin embargo, la más dura represión continuaba y, en 1953, en la DGS (Dirección General de Seguridad) fue asesinado salvajemente el responsable de la Comisión Ejecutiva del PSOE en el interior, Tomás Centeno, forzando al exilio a tomar las riendas ante la desarticulación de la organización dentro de España. El último guerrillero anarquista fue Quico Sabaté, muerto por la policía en 1960. Los atentados urbanos anarquistas habían sido más bien acciones individuales, pues la CNT como organización apoyó la política de oposición pacífica del exilio.
El marco político va cambiando. En 1957 los opusdeístas entran en los gobiernos de la dictadura sustituyendo a los falangistas, de lo que resulta una nueva legislación laboral como la Ley de convenios colectivos de 1958, que sustituyó a las ordenanzas laborales, el Derecho a la Negociación Colectiva y las Elecciones Sindicales. En estos cambios participa activamente el Apostolado Social de la Iglesia, lo que supuso una presencia más representativa a través de los llamados Jurados de Empresa de la Organización Sindical Española (conocida como el Sindicato Vertical) y una cierta apertura del Régimen.
Julián Ariza y Marcelino Camacho son dos de los fundadores de Comisiones Obreras, que tuvieron su origen en las comisiones de trabajadores organizadas para tratar los problemas en una empresa concreta y los sectoriales en los jurados del Sindicato Vertical (único sindicato legal y oficial en la Dictadura), donde juntaron sus esfuerzos con disidentes falangistas y militantes cristianos de las Vanguardias Obreras animadas por los jesuitas de la JOC y de la HOAC y que habían formado la Asociación Sindical de Trabajadores (AST). Inicialmente, el PCE estaba organizado en la OSO. Todos se unen para formar CC.OO. a mediados de 1966.
El “entrismo” en las estructuras del Sindicato Vertical comienza en las elecciones para jurados sindicales de 1960, pero todavía en 1964 se celebra el congreso sindical de los sindicatos oficiales sin presencia de ningún tipo de oposición interna. Una combinación muy heterogénea de falangistas, católicos, progresistas y comunistas dio lugar a las primeras Comisiones Obreras. En las elecciones de 1966, según CCOO, el resultado fue del 80 % de los jurados en las grandes empresas, 50 % en las medianas y el 30 % en las pequeñas en Madrid. Lo que provoca que empiece la represión. Nicolás Sartorius en 1967 en la cuenca minera destaca enseguida en el sindicato como abogado laboralista. La primera asamblea nacional de CCOO consigue celebrarse en junio de 1967.
Julián Ariza presenta en sus memorias un reflejo de su lucha por construir un sindicato con vocación de organización unitaria, pero que termina siendo en democracia, junto con la UGT, uno de los dos sindicatos más importantes de nuestro país, con aproximadamente un tercio del total de delegados sindicales, más los minoritarios USO y CGT. Sectorialmente destacan la UCSTE en enseñanza y el CSIF entre los funcionarios. Y otros sindicatos varios en el sector sanitario.
A estas alturas de su vida y de su larga lucha sindical, Julián Ariza hace balance de la importancia que ha tenido CCOO para la historia de nuestro país, para la concertación social y, por lo tanto, para la conquista de un auténtico Estado Social y de Derecho.
Alfredo Liébana Collado
Quimico, Máster en Biotecnología y Profesor en Secundaria, FP y Universidad. Especializado en la formación del profesorado y en el diseño de los estudios en FP.
Investigador y divulgador de la historia del socialismo y del sindicalismo en educación. Realizando conferencias, exposiciones y publicaciones relacionadas sobre ellas.