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Pablo Casado, un muerto sin rito


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Ilustración de Fito Vázquez Ilustración de Fito Vázquez

“Ninguna cultura humana se desembaraza de sus muertos sin alguna ceremonia. Dejar a los muertos sin ritos es deshonroso”. Estas líneas de Siri Hustvedt, en “Madres, padres y demás”, Seix Barral, 2021, atañen directamente a lo sucedido hace un año con el liderazgo de Pablo Casado, defenestrado en una inverosímil operación por él iniciada para embellecer el rostro del Partido Popular con las calidades de la nobleza, de la compostura, de lar artes saludables de la dimensión política.

Denunciar desde y en su propio partido prácticas deshonestas recibió el castigo lineal, corporativo, global, de una organización maquinal, de proceder productivo sin atender a sutilezas ni disquisiciones donde se aloje algo de alma y virtud. Hechos probados como la participación del hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid en una operación económica enteramente ventajosa para sus intereses en fechas de una volcánica eclosión sanitaria que sajaba vidas y esperanzas.

Reacción del presidente del partido, Pablo Casado, para censurar este oprobio como germen maligno que salpica a una marca política que antes o después tendrá la responsabilidad del gobierno de España. La normalidad predicable de estos hechos podría significar la preponderancia del sentido común en favor de quien presenta la denuncia en la plaza pública, en este caso los medios de comunicación, con el respaldo del reconocimiento de los hechos.

Albert Camus, premio Nobel en 1957, en la cumbre de su fulgor, dijo en diciembre de ese año, en Suecia, ante los desórdenes de Argelia, con autobuses apedreados, que “entre justicia y su madre, elegía a su madre”, porque podía ser una usuaria de los autobuses. Fue acusado, en el frente de la opinión pública de izquierda, de ir “contra la historia”. Su madre, Catalina Elena Sintes, española de Mahón y analfabeta, no fue apedreada, pero las intenciones filiales quedaron esculpidas como batalla entre el sentido familiar y la dirección de las vías históricas.

Salvando las siderales distancias, Díaz Ayuso, en aquella escabrosa narración de hace un año, prefirió la cancelación de la nobleza y se perpetuó en el poder que tan clamorosamente como obtuvo ha digerido con no menos calambrazo de suficiencia. En cualquier lugar donde sean habituales la usos y costumbres de una democracia sana aquella pugna entre Casado y Ayuso hubiera terminado con la ventaja del primero por dignidad y probable ascendencia e higiene para el propio partido.

Resultó lo contrario y lo que fue lectura filial en el caso de Camus en este caso la relación fraternal ha devenido en crisis de confianza por la elección de Ayuso en beneficio propio con el entendimiento del paso por el gobierno para el aprovechamiento desnudo de prejuicios. A un año de aquel despreciable episodio han emergido reacciones con el recuerdo de aquello. Los cadáveres flotan y afloran a la superficie marcada por el agua. La retahíla de comportamientos desleales, con la actual secretaria general del PP, Cuca Gamarra, aportan un brochazo de vulgaridad a la etapa de Núñez Feijóo.

La procedencia de los mensajes en apoyo de Casado de hace un año dibuja un “aquí estoy yo” todavía del ex presidente del partido, con una sana intención de recordar en período electoral que la presidenta Ayuso reaccionó interesadamente ante la tesitura de elegir entre su hermano y la decencia de la clase política. Dejar a los muertos sin ritos es deshonroso, como sostiene Siri Hustvedt.

Se están programando encuentros electorales donde la figura de Casado pudiera ser más alargada de lo habitual. La silueta de la crisis de las mascarillas perseguirá a Ayuso y a Feijóo durante más tiempo del considerado normal.

Y aquella crisis mantendrá su vigencia siempre que se den motivos para su recordatorio, no precisamente por la oposición, sino por las propias efervescencias de la pugna dentro de la misma formación.

 

Periodista (Ciencias de la Información, Univ. Complutense de Madrid), colaborador en distintas cabeceras (Diario 16, El País, Época, El Independiente, Diario de Alcalá), miembro del Patronato de la Fundación Diario Madrid.