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Cuánta, cuánta guerra


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“La manera más rápida de finalizar una guerra es perderla.” George Orwell.

A un año de la invasión rusa y la guerra de Ucrania no solo no parece haber perspectivas para la paz, sino que por el contrario las hostilidades se estancan y se alternan ofensivas y contraofensivas en lo que parece una cada día más cruenta guerra de desgaste, muerte y destrucción. Nos encontramos entre el estancamiento de la guerra con la destrucción de una parte de Ucrania y el deterioro económico provocado por las sanciones en Rusia y sus repercusiones económicas y de seguridad globales, aunque también es cierto que con una progresiva recuperación de la estabilidad económica con el riesgo de la normalización del conflicto, sin que se vislumbre una consistente actividad diplomática internacional. El balance acumula ya miles víctimas entre militares y civiles de ambos bandos y millones de exiliados, desplazados y excluidos fundamentalmente ucranianos, y también a nivel mundial una profundización de la crisis alimentaria y un mayor alineamiento de los estados en bloques militares enfrentados, mayor vulneración de los derechos humanos, militarización y armamentismo. Incluso con el peligro de escalada en la nuclearización y por tanto con un mayor riesgo de un conflicto global en territorio europeo. Por lo pronto, después de la retirada de Trump, ahora Putin denuncia los últimos acuerdos internacionales sobre limitación de armamento nuclear estratégico y ya nadie descarta que se pueda dar el fatídico paso a su utilización en el campo de batalla, si bien en propio Putin alude que solo lo sería en una situación límite. El problema es que en la guera no se sabe el verdadero significado del límite.

Asimismo, a pesar del alineamiento mayoritario de la opinión pública con la propaganda de guerra, en algunas democracias también se ha abierto el debate sobre los límites de la guerra, la necesidad de la acción diplomática para el cese de hostilidades y limitar con ello el riesgo de una escalada nuclear, como el provocado a raíz del reciente artículo del filósofo alemán Jürgen Habermas.

Los antecedentes de esta guerra están en la ocupación de Crimea y la guerra del Dombas de 2014 y el incumplimiento de los posteriorees acuerdos de Minsk. Más recientemente se vincula a la necesidad de garantizar la integridad territorial y la soberanía de de Ucrania o por contra a la protección de los ciudadanos de origen ruso en el Dombas y de la seguridad de Rusia. Hay quienes incluso se retrotraen a la historia de Rusia y de Ucrania para encontrar nuevas razones. Un rosario de razones, que no da ninguna razón para la invasión de Ucrania contra el derecho internacional y los derechos humanos.

Al cabo de un año es indudable el fracaso de la estrategia de guerra relámpago (operación especial) de Rusia con el objetivo de la ocupación y posterior destitución o eliminación del gobierno ucraniano, así como la desnacionalización ( desnazificación) del país frente a un ejército y a un pueblo ucranianos más fuertes y motivados y con a una respuesta internacional más unitaria de lo inicialmente previsto. Una invasión que estaba encaminada a establecer un protectorado que desde hace meses ha tenido que ser sustituida por el sucedáneo de una guerra de desgaste, de nuevo por el control del Dombas.

En el caso de España, el reciente compromiso del presidente del gobierno en su reciente visita a Kiev, ha incrementado su papel político ante la próxima presidencia de la Unión Europea, tanto con el apoyo a las sanciones económicas contra Rusia, con la definicion de una estrategia europea de seguridad, así como con el envío de armas y ahora de más tanques de los hasta ahora previstos, sin que se descarte otro tipo de armamento, salvo la implicación directa de la OTAN. Dentro del gobierno, Unidas Podemos como parte de la izquierda alternativa ha condenado desde su inicio la invasión rusa de Ucrania, y se ha situado también frente a la OTAN y el imperialismo norteamericano en favor de la paz y del derecho internacional y humanitario, aunque tanto la izquierda como el movimiento pacifista carecen todavía de un análisis propio del imperialismo granruso y su deriva militarista y sobre la forma de contenerlo y con ello favorecer el cese de hostilidades y el proceso de paz que con insistencia preconiza para Ucrania.

Sin embargo, el primer argumento es el del reproche con respecto a la inacción de la comunidad internacional y el alineamiento de la administración norteamericana con los ocupantes , tanto en el caso de Israel en Palestina como en la negativa del reino de Marruecos frente al referéndum de autodeterminación del Sáhara Occidental, para cuestionar su papel en defensa de Ucrania. Mejor sería que la respuesta a la ocupación no fuera diferente dependiendo del invasor.

Todo ello, en relación con la posición adoptada por la izquierda frente a la invasión y ocupación de Iraq. Es necesario reseñar que entonces a los pacifistas no nos valieron tampoco las excusas de la coalición de los EEUU sobre el carácter dictatorial del régimen iraquí ni su carácter belicista con las guerras de Irán y Kuwait o las supuestas armas de destrucción masiva, como justificación de una invasión y de una guerra en contra de la soberanía, la integridad territorial y el derecho internacional.

El argumento más reciente, después de un año de la invasión ha sido que el envío de armas junto a las sanciones a Rusia, lejos de facilitar un el camino hacia la paz, se ha favorecido por el contrario la escalada de la guerra y la subordinación de la Unión Europea a la OTAN y a los intereses de los EEUU, todo ello en contraste con la inacción de la vía diplomática.

La militarización y la subordinación de Europa es un hecho que ha mostrado la debilidad de la llamada autonomía estratégica de la Unión Europea. Sin embargo, ni el mantenimiento de la ayuda militar a Ucrania ha significado una mayor escalada del conflicto, ni su sustitución por la vía exclusivamente diplomática supone por sí misma ninguna garantía para el cese de hostilidades y la paz, como entre otros argumenta Podemos. No existe tal disyuntiva entre el apoyo militar y la diplomacia, sino que son complementarios. Por contra, se trata de evitar que el abandono de Ucrania a su suerte, facilite un avance imparable y la consiguiente ocupación rusa de una parte o de toda Ucrania, mediante el apoyo de todo tipo para contribuir a contener la invasión y así favorecer el equilibrio en el campo de batalla. En definitiva, se pretendería favorecer una negociación que al final pueda ser una salida estable y mínimamente justa. De hecho unas y otras medidas han sustituido la ocupación total por el equilibrio de la actual guerra de desgaste.

Por otra parte, y aunque despues de un año, tanto la ONU como China, de forma lenta y en menor medida de lo que sería necesario, por fin están interviniendo diplomáticamente en el conflicto, peimero junto con Turquía y ahora con Brasil. La Asamblea General de la ONU con la cuarta resolución de condena de la invasión en defensa del derecho a la soberanía y la integridad de Ucrania, y por otro lado China, aúnque en la equidistancia y del lado ruso, con su primera propuesta para el alto el fuego. Ambas con el objetivo último de lograr una paz justa y un orden internacional basado en reglas.

Hay que destacar que a pesar de no condenar la invasión, China defienda entre sus doce puntos tanto los principio de la soberanía y la integralidad territorial, como el rechazo a la escalada a la guerra química o nuclear. También que proponga el alto el fuego junto a una garantía de seguridad para Rusia. Lo que no es mucho, pero tamboco es precisamente nada.

Médico de formación, fue Coordinador General de Izquierda Unida hasta 2008, diputado por Asturias y Madrid en las Cortes Generales de 2000 a 2015.