La división generacional de las mujeres: la solución final
- Escrito por Rosa Amor del Olmo
- Publicado en Opinión
Los feminismos contemporáneos, centrados en la constitución de un sujeto femenino y presa continua de la tensión entre la necesidad de construir una identidad femenina y la de demoler la categoría “mujer”, siguen debatiendo la cuestión, aunque parezca que en la construcción de un futuro sea cada vez más deseable una tercera vía, a modo de síntesis. ¿Qué quiere una mujer? ¿Qué quieren las mujeres? Es asombroso hoy no hallar el relato de la emancipación femenina, un relato olvidado y no reconocido. Es evidente que la vida de las niñas no se asemeja a la de sus madres o abuelas y tan indudables y acumulativas parecen las conquistas realizadas, que son una definición de la legitimación histórica, social y cultural de nuestra historia. Desde el derecho de voto, la maternidad din peligro, la anticoncepción, oportunidades profesionales, hasta llegar a atribuir a las mujeres una manifiesta superioridad en términos de esperanza de vida.
Pero ¿qué es una conquista? ¿Es el producto de una construcción social que, precisamente es menester deconstruir? Hay que preguntarse por su naturaleza, por la manera en que se presenta, por sus adversarios y sus promotores, por sus consecuencias y los replanteamientos que acarrea tanto en el plano real como en el simbólico. Y pensar -allí están para recordárnoslo muchas de ellas- que quizá ninguna conquista es definitiva, conservar de su origen militante la idea de que la historia de las mujeres obedece, ante todo, a la de progreso obstaculiza nuestra comprensión de fenómenos que son más complejos.
Estamos asentando el siglo de la psicología y de la imagen, confirmando ante todo que la cultura occidental ha desarrollado pocas maneras de representar positivamente a las mujeres. Aun cuando a partir del freudismo, introdujo una mayor complejidad en la definición de los sexos y de la identidad sexual, tanto la filosofía como las nuevas ciencias sociales reflejan durante mucho tiempo el sexismo ordinario de lo social, que define la especificidad femenina al servicio del hombre y de la familia.
La conquista de “Nada” en estos días exhibe unas claras diferencias que interesan a unos grupos, se acompañan de una enorme presión normativa a favor de ideales de apariencia física inspirados en estrellas y en modelos -la mayoría de intelectualidad cuestionable y ociosa- para forzar a pasar un examen continuo entre las definiciones visuales de la feminidad moderna, la del ama de casa profesional, reina del hogar y avezada consumidora. La publicidad le vende objetos, transformaciones físicas, cosmética, barbaridades, mezcladas con representaciones de si misma muy cercanas, en aspectos llamativos a los modelos antiguos por los que se ha combatido a muerte en estos últimos cincuenta años. También, claro, al final, se cae en la mima trampa paternal y machista que impone una preferencia por la mujer joven frente a la que ya está de vuelta de todo y lógicamente más formada, pero más cascada. Las jovenas se dejan convencer por una imagen que se afirma violentamente en una pornografía invasora que va contagiando en su quehacer de prototipo a otras generaciones que precisamente ya estaban de vuelta de esto de la apariencia. El discurso de las mujeres intelectuales y formadas de verdad se queda fuera de este artículo. Es evidente que, si dedicas tu tiempo a alcanzar estudios superiores de los buenos, de los que son más de doce años, poco importa la imagen que uno ofrezca porque, la inteligencia arrasa por encima de esos prototipos “Preysler” deleznables que se caen con una toba dada por una mujer inteligente. La ventaja es que inteligente y sabia se es hasta que te mueres, bella y guapetona, por mucho que te operes…si llegan a los 70 años se verá, o mejor, “se va viendo”.
Muchos tipos de mujer, conflicto de intereses
Hay diferencias generacionales. Las mujeres mayores pueden haber luchado por los derechos de las mujeres en épocas en las que el sexismo y la discriminación eran más evidentes, y pueden tener una visión más radical o militante del feminismo. Por otro lado, las mujeres más jóvenes pueden tener una perspectiva más amplia y moderna sobre el feminismo, y pueden estar más enfocadas en temas como la representación y la igualdad en el lugar de trabajo, la equidad de género en las relaciones y la diversidad.
Estas diferencias pueden llevar a tensiones y conflictos entre mujeres de diferentes edades, especialmente si no se abordan de manera constructiva. Por ejemplo, las mujeres mayores pueden sentir que las mujeres más jóvenes no respetan sus luchas y sacrificios, mientras que las mujeres más jóvenes pueden sentir que las mujeres mayores no comprenden sus preocupaciones y necesidades actuales o que están demodé. No hay que olvidar que las generaciones de ahora ya han nacido catedráticas, vienen con ello a la vida.
El feminismo ha sido y continua a ser un movimiento social y político que hoy en día lo que busca es la igualdad entre las mujeres. ¿Cuál es la solución final para terminar con TODAS? La división.
Esta segmentación, ya se ha conseguido. Eliminar la discriminación por edad, la opresión de las mujeres en todas las esferas de la vida por otras mujeres comienza a ser -según esta observadora- el gran problema. ¡Caution! Que las reinas contra las reinas puede ser la batalla de exterminación más cruda que se pueda imaginar. Posiblemente el peor enemigo de una mujer de izquierdas, sea una mujer de derechas, y viceversa, más que un hombre machista y muy mal. La paradoja es que el feminismo hoy aborda las desigualdades de género y la marginación de las mujeres en la sociedad, en la definición de género y en la definición de mujer en la sociedad y en la justicia con intereses divididos. La confusión a tal grado ha llegado. El feminismo reconoce que la discriminación de género no es solo un problema individual, sino que es un problema estructural y sistémico en la sociedad.
Menos mal que -aun sin ser reconocida la herencia ganada que muchas tienen hoy- sigue habiendo mujeres que toman la palabra y el control de sus identidades visuales con honestidad. Hace años, esto se hacía por devoción, por idealismo, hoy se actúa como intercambio con los “pecunios” que ofrecen los programas de tele, si no pagaran…tal vez no estarían en esa “lucha” de escaparate, donde lo primero que se hace es “morir al palo” de tener que aparecer como una tía buena, cuando lo que eres es una ideóloga. Todo muere, cuando se entra en ese círculo y se olvida la lucha de tantas compañeras, en el anonimato.
Por fortuna, muchas subrayan las implicaciones políticas de la representación, intentando romper estereotipos, proponiendo múltiples maneras de realización personal y alejadas del marcaje masculino. Al final, siguen mandando ellos contagiando a ellas para que se odien entre sí y ¡que gane la más guapa!
Rosa Amor del Olmo
Doctora en filosofía y letras, Máster en Profesorado secundaria, Máster ELE, Doctorando en Ciencias de la Religión, Grado en Psicología, Máster en Neurociencia. Es autora de numerosos artículos para diferentes medios con más de cincuenta publicaciones sobre Galdós y trece poemarios. Es profesora en varias universidades y participa en cursos, debates y conferencias.