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Tamames inminente y su circunstancia


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Ante las jornadas de la moción de censura de Vox de la próxima semana diese la impresión que, si el reglamento lo permitiese, antes de su inicio, el propio Vox se bajaría de la cabalgadura de su iniciativa de invalidación del ejecutivo en beneficio de una acción estrictamente operante en la sociedad civil. Bien es cierto que aquel sector del estamento civil no sería el, hasta el momento, amplio que sustenta la acción de gobierno, signado por una coalición de izquierda con apoyos de aquella otra forma de entender el Estado y su composición de acuerdo con el título VIII de la Constitución, es decir, los nacionalismos.

El partido socialista, mayoritario en el gobierno, no puede hacer otra cosa que atender el mandato constitucional que prevé la presentación de censuras de este orden, a la que tanto cariño profesa Vox, ya con la segunda tentativa de defenestración del jefe del ejecutivo. El adelanto del discurso de Tamames obliga, en atención a apagar la exclusiva de la anticipación periodística, a introducir correcciones que podrían ser de trazo grueso y que podrían significar una carga de sinceridad del catedrático y hombre de negocios Tamames. Lo que se dibuja en el previo de la intervención no supone nada nuevo bajo el abierto y soleado firmamento del mes de marzo del presente año: la necesidad de recomposición de la España rota por el peso de los nacionalismos, la inseguridad jurídica, el abuso del decreto ley, la idealización de la II República española y la errónea instrumentalización de la memoria democrática.

Entre otras perlas que habitan en el conjunto de moluscos del amplio océano de la política española, lo anticipado en el discurso del profesor metido a censuras no entraña descubrimiento alguno, salvo el que su biografía desde su más tierna adolescencia, con o sin carreras delante de los policías de uniforme gris y corto encarcelamiento, ha devenido en un error ideológico, estratégico, físico y químico. Estas apreciaciones están contenidas con más o menos erudición y capacidad de argumentación en el discurso del teatro de la Comedia, el 29 de octubre de 1933, tres días antes del nacimiento del propio Tamames. Solo falta que termine su alegato con el “...ya presentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas”, con que concluyó el joven abogado Primo de Rivera.

Salvo estas comparaciones tan legítimas, la identidad de Vox con Tamames es pura coincidencia, como se ha encargado de manifestar el candidato, aunque el deletreo de las posiciones de ambos, el partido y el declamante, gozan de una excelente línea de colaboración. La disidencia del profesor respecto de la fuerza que lo impulsa es de labios a fuera, sin consistencia alguna en la diferencia. Como decía un personaje femenino en la referencial “Pastoral americana”, de Philip Roth, “la única diferencia entre los católicos irlandeses y los protestantes estriba en un poco más de licor, por nuestra parte, y no mucho por cierto”.

De su lado, las fuerzas que podrían llevar las andas argumentales de Tamames, PP y CS, la última ya en proceso de pertenencia a los libros de historia, circulan como los peones de brega en la tauromaquia, asomando los capotes por encima del burladero para fijar la acometida de la res. Feijóo piensa si asomar su perfil aquilino y Arrimadas tiene cosas que hacer en su casa, clasificaciones, órdenes, números y simulaciones, como predican los bancos respecto de jubilaciones y créditos hipotecarios.

No existe costumbre y, por lo tanto, el episodio de la moción Tamames responde a un interés político legítimo de un partido necesitado de brillo y cosmética, pero que recela de presentar a alguien que defienda la bandera de su formación, para lo cual ha “externalizado” la participación de alguien de fuera, aunque sus maneras de conducción siguen idénticos pasos a los ejercidos por Abascal.

La externalización significa el pago de servicios y, en ese sentido, Juan Barranco, ex compañero de Tamames en alguna parada política como la del Ayuntamiento de Madrid, se ha encargado de decir que los intereses públicos nunca han coincidido con los intereses personales del prócer de Estructura Económica.

 

Periodista (Ciencias de la Información, Univ. Complutense de Madrid), colaborador en distintas cabeceras (Diario 16, El País, Época, El Independiente, Diario de Alcalá), miembro del Patronato de la Fundación Diario Madrid.