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Yolanda y Pablo Iglesias, el tiempo a favor


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El dominio de los tiempos en la gestión política se puso de moda entre los sociólogos entregados al estudio de la variable temporal a primeros de actual siglo XXI. En nuestro país hay que remontarse a los mandatos de Zapatero para encontrarse con el máximo esplendor de esta categoría que hilvanaba el buen manejo del tiempo en períodos de crisis y mantenimiento de las habilidades que se suponen en su intervención del gobierno para consolidar la dirección de los asuntos públicos.

Después de algunos tramos de decaimiento del término en la logomaquia política, ahora se da una situación donde la habilidad en el manoseo del tiempo resulta de capital importancia. Trátase del distanciamiento polar y abisal entre Podemos y Sumar, que provoca chasquidos de temor y optimismo de desafuero en, por este orden, la izquierda y la derecha. El orden en el paladeo del tiempo guarda un estatuto de obligatoriedad inexcusable y, en este caso, favorece a la izquierda.

La próxima cita electoral regional y municipal de finales de mayo goza de la participación de Unidas Podemos, en cualquiera de sus versiones, pero no la de la plataforma Sumar, que espera paciente/impacientemente la convocatoria de comicios generales de noviembre-diciembre del presente año. Las discrepancias de concepto y matiz que afectan a los cariños de los contendientes de la izquierda en pequeña medida ahora y en cantidad superlativa después. Por lo que quedan más de seis meses para rematar una puesta en escena que en este momento resulta apenas ejemplar. Las intervenciones de Yolanda Díaz y Pablo Iglesias aportan categoría de figuras estelares al contencioso.

La segunda línea de Podemos está ocupada por la secretaria general y ministra Belarra y por la ministra Montero, que pueden aparecer opacadas, el adjetivo de moda, por la presencia del fundador Iglesias, que “se hace grande”, como se dice de los porteros de fútbol que trascienden su presencia para hacer desaparecer los palos y travesaño como testigos de los espacios permitidos. Iglesias va más allá de su pertenencia a la penumbra por su carismático papel en el juego mediático y de redes.

La vicepresidenta Yolanda lleva la imagen de Sumar ella sola, sin necesidad cierta de costaleros de brillantez personal. Ella sola se basta. Si por indicaciones varias se diese lugar al decreto de silencio y de renuncia a la agresión en esta campaña electoral de tono menor, se inauguraría del mismo modo un período de calma donde podrían brillar las navajas con el resplandor diamantino del cainismo, pero sin dar ocasión al exterminio y la violencia familiar. Transcurrido el calendario con mayor o peor fortuna, quedaría abierto el tiempo de la esperanza en la concordia o al revés, que también valdría.

De los episodios de mayo no se puede beneficiar Sumar porque no contabiliza su incomparecencia, pero sí podría hacerlo Podemos si honra los números, lo que daría lugar a una nueva secuencia de necesidad de pacto para ensanchar las posibilidades de las fuerzas de progreso, como se decía en fases pretéritas. Sumar no es realidad contante y sonante hasta noviembre, lo contrario que su oponente discordante, que lo tiene que ser en mayo. Esa disociación temporal juega en favor del acuerdo porque se dan contabilidades que necesariamente tienen que manifestarse en formato de adición y no de resta.

Hay tiempo de reacción, para lo cual se hace virtud con el silencio preventivo en este momento, donde los “évoles” mastican el desparpajo de la comunicación, si bien a costa de un reposo en las dialécticas del enfrentamiento. “Los árboles son prisioneros del espacio, pero no del tiempo. Durante la cuádruple transformación de las estaciones, el árbol no sabe que existe el tiempo ni que esas estaciones se suceden una tras otra”.

Esta percepción sensible de la polaca Premio Nobel Olga Tokarczuk, en “Un lugar llamado Antaño” (Anagrama, 2020), trasponiendo la cualidad animal a la humana, debería convencer a Yolanda y a Pablo Iglesias para no abandonar la posibilidad cierta de concordancia.

 

Periodista (Ciencias de la Información, Univ. Complutense de Madrid), colaborador en distintas cabeceras (Diario 16, El País, Época, El Independiente, Diario de Alcalá), miembro del Patronato de la Fundación Diario Madrid.