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España necesita viviendas sociales no fuertes Apaches


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Las asociaciones militares españolas -"profesionales", por supuesto- están ofendiditas porque el Gobierno va a disponer en breve de "suelo militar" (es decir, de suelo público perteneciente al Ministerio de Defensa) para construir 20.000 viviendas sociales.

Reclaman esas asociaciones "profesionales" (ellos no tienen ideología, claro), que esas viviendas sirvan para alojar militares, pues dada su "alta movilidad profesional", nuestros milicos se ven obligados a cambiar de domicilio con frecuencia.

Ocurren aquí varias cosas, que hay que dejar claras:

1. Que la necesidad de vivienda social en España es una evidencia de tal calibre, que no merece la pena perder un segundo discutiendo sobre ella y su prioridad absoluta sobre cualquier otro interés.

2. Que el suelo público nos pertenece a todos y está por tanto a disposición del Gobierno español, y no de un sector profesional concreto, el estamento militar, por mucho que pretenda (y se crea) ser una casta aparte.

3. Que, a diferencia de los tiempos de su añorado Caudillo, a nadie le obligan ahora a ser militar ni siquiera temporalmente. Si las condiciones laborales, salariales etc del empleo que ejerce no le convencen, todo militar es libre de rescindir su contrato y buscarse un verdadero trabajo.

4. Que los militares cobran sueldos espléndidos en comparación con cualquier trabajador asalariado público o privado, dado que todas sus necesidades básicas están cubiertas por el Estado, es decir pagadas con nuestros impuestos.

5. Que los militares que pretenden alojarse por su cuenta en viviendas situadas en pseudo "zonas militares" residenciales en el interior urbano de ciudades como Jaca, por ejemplo -en la que han llegado a existir calles enteras cortadas al paso por "seguridad" de esos residentes-, lo menos que pueden hacer es pagarse el alquiler o la compra de su bolsillo.

En España sigue habiendo miles de hectáreas "propiedad" del Ejército y de la paramilitar Guardia Civil como cuarteles, campos de tiro, zonas de maniobras y similares además de enormes terrenos baldíos sin ninguna función, cuando el país necesita con urgencia polígonos de viviendas sociales y espacios dedicados a una agricultura racional y comunitaria.

¿Le ponemos el cascabel al gato, señora ministra de Defensa?

Escritor. Ha publicado varios libros sobre literatura de viajes, investigación en historia local y memoria colectiva contemporánea. Algunos de sus títulos son “Un castillo en la niebla. Tras las huellas del deportado Mariano Carilla Albalá” (sobre la deportación de republicanos españoles a los campos de exterminio nazis), “Las cenizas del sueño eterno. Lanaja, 1936-1948. Guerra, postguerra y represión franquista en el Aragón rural” (sobre la represión franquista), y la novela “El cierzo y las luces” (sobre la Ilustración y el siglo XVIII).

En 2022 ha publicado “Una quimera burguesa. De la nación fabulada al Estado imposible” (una aproximación crítica al independentismo catalán).