A plazos, pero es un pacto de rentas
- Escrito por Gaspar Llamazares Trigo
- Publicado en Opinión
Finalmente se han acercado las posiciones para la firma definitiva del acuerdo marco salarial entre los sindicatos y la patronal, después de casi dos años de la puesta en marcha de la mesa de negociación y de la práctica retirada de la patronal desde mayo del año pasado. Un tiempo en el que los precios casi han triplicado los salarios y los beneficios empresariales los han multiplicado por siete consolidando con ello las profundas desigualdades de renta y patrimonio en España.
El preacuerdo se ha producido a partir de una primera iniciativa de los sindicatos, que proponía una subida salarial del cinco por ciento para el pasado año, del cuatro y medio y del tres setenta y cinco en los dos años posteriores, con un mecanismo automático de revalorización que fue rechazada de plano por la representación de los empresarios.
Como consecuencia, los sindicatos han venido emplazando a la patronal con la movilización y más recientemente sumando a dicha presión su disponibilidad para que los márgenes de las empresas y la evolución de la productividad pudieran ser tenidas en cuenta en el cálculo del incremento salarial objeto de negociación.
El preacuerdo alcanzado finalmente después de las recientes manifestaciones sindicales del primero de Mayo, supone, en la línea de la propuesta inicial, un incremento salarial del cuatro por ciento para el año en curso y del tres por ciento para los dos años sucesivos, con una cláusula de revisión del uno por ciento si la inflación lo superase.
El acuerdo salarial contribuye, aunque sea parcialmente, a reducir el malestar provocado por la escalada de precios derivada de la repercusión de la guerra de Ucrania en la energía y, más recientemente, la de los precios de los alimentos, en particular sobre las rentas de la clase trabajadora y en los sectores de rentas medias.
Una escalada inflacionista que se había venido expresando también, junto con los problemas en el acceso a la vivienda de jóvenes y mayores, como las principales preocupaciones de los españoles en las encuestas más recientes de opinión pública.
Con ello se despeja otra de las incertidumbres que se mantenían sobre la buena marcha de la economía española. Uno de los últimos clavos ardiendo a que ha recurrido la derecha para mantenerse en el discurso obsesivo de la supuesta mala gestión del gobierno socialcomunista con el falso relato sobre la ruina de España.
Lo cierto es que al gobierno ya solo le falta aprobar una asignatura del curso económico: la de igualar el crecimiento de la economía que teníamos antes de la pandemia, cosa que aunque en realidad ya se ha producido, se dará con toda probabilidad en los próximos meses también en los datos del INE, para así desmontar la totalidad del relato catastrofista de las derechas. Porque el crecimiento de la economía no solo ha ido desbordando todas las previsiones nacionales e internacionales mes a mes durante el año pasado, sino que el crecimiento en los primeros meses de este año va camino de superarlas de nuevo. Primero ha eludido la profecía catastrofista de la recesión económica y luego con la previsión de un crecimiento superior al dos por ciento, por encima de lo calculado por el propio gobierno para este año, entonces considerado como una exageración optimista no solo por la derecha sino también por parte de los mismos organismos e instituciones económicas como la AIREF, el Banco de España o la OCDE.
Un crecimiento que a pesar de los efectos contractivos de la rápida elevación de los tipos de interés decidida por el BCE junto a la inflación sobre el consumo interno, a consecuencia de la guerra de Ucrania, sigue basándose en el fuerte crecimiento de la inversión, así como de las exportaciones, superando también todos los pronósticos sobre la solidez del crecimiento de nuestra economía.
Asimismo la creación de empleo ha alcanzado una velocidad sin precedentes, llegando hoy hasta los cien mil empleos al mes, acompañado además de un progresivo incremento de la contratación indefinida gracias a la reforma laboral, que tampoco ha ralentizado la subida del salario mínimo. Una subida sin precedentes de casi el cincuenta por ciento en los últimos años. De forma paralela, el gobierno ha culminado la reforma de las pensiones con el apoyo de los sindicatos, de la mayoría parlamentaria de investidura, y si bien parcialmente por parte de la patronal. Y sobre todo con el aval de la Comisión Europea.
Por otra parte, el gobierno sigue avanzando en el cumplimiento de las correspondientes fases del plan de recuperación y resiliencia de la Unión Europea, lo que supone en definitiva la mayor inversión en las últimas décadas para la modernización ecológica y digital de la economía española.
En definitiva, si bien el tan manido como eludido pacto de rentas no se ha producido como tal, el conjunto de las reformas laborales y de sostenibilidad de las pensiones, las medidas financieras y fiscales, las de acceso a la vivienda... junto al acuerdo marco para los salarios, ya significan en su conjunto un ambicioso pacto de rentas en la línea de los históricos Pactos de la Moncloa de la Transición. Su principal limitación, salvando las lógicas diferencias tanto en la situación de la economía, en el nivel de desarrollo como en la pertenencia a la Unión Europea, han estado ante todo en la falta de compromiso y el obstruccionismo por parte de la oposición de la derecha y la ultraderecha.
Una oposición que está inmersa hace tiempo en una deriva antisistema en España y también más allá de nuestras fronteras, que sigue intentando mediante los bulos y el cuestionamiento de los datos oficiales que el relato de ruina y furia se imponga a los indudables avances de la concertación social y de las reformas económicas realizadas durante esta legislatura.
Así lo están haciendo con la ola de calor y la larga sequía a consecuencia de la emergencia climática. Unos con la teoría de la conspiración de una falsa demolición de las presas y el negacionismo del cambio climático, y otros agitando el miedo entre los agricultores con el lema inviable de agua para todos.
Gaspar Llamazares Trigo
Médico de formación, fue Coordinador General de Izquierda Unida hasta 2008, diputado por Asturias y Madrid en las Cortes Generales de 2000 a 2015.