La xenofobia como recurso
- Escrito por Josep Burgaya
- Publicado en Opinión
En Europa vuelve a haber un flujo migratorio importante que llega de forma entre dramática y trágica a sus costas a través de organizaciones mafiosas y con barcazas la mitad de las cuales se pierden o hunden antes de llegar. En estos momentos la presión y a la vez la polémica política se produce sobre todo en Italia. A los importantes contingentes de llegada se añade el tener un gobierno de extrema derecha que, hace años, manipula de manera demagógica este fenómeno de cara a sacar rédito electoral. Giorgia Meloni, la nueva primera ministra de Italia ha moderado su extremismo durante los primeros meses de gobierno, pero ahora no ha dejado pasar la ocasión de calificar la migración como una conspiración destinada a realizar una “gran sustitución” de la población occidental originaría.
Existe una gran dificultad para desmontar los mitos interesados que se construyen sobre la inmigración. A partir de ella, la derecha populista más extrema en Estados Unidos, Francia, Italia o España han erigido el concepto movilizador de “el gran reemplazo”. La inmigración entendida como un movimiento organizado de desplazamiento y marginación del hombre blanco hegemónico con la colaboración de una cultura izquierdista tratada de propensa y dócil al islamismo. En Alemania, un grupo de extrema derecha, Pegida, es el acrónimo de Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente. Así, en realidad, el discurso antiinmigración y de defensa de la hegemonía blanca y de la cultura occidental incorpora a la islamofobia como un elemento característico. Pulsión, por cierto, que desplazaría al ancestral antisemitismo del fascismo europeo de los años treinta. La xenofobia se utiliza para alentar el nacionalismo étnico, la hostilidad hacia los grupos que representan al “no nosotros”. Muchas veces, los medios de comunicación colaboran bastante en crear una imagen sobredimensionada del fenómeno migratorio. Las encuestas indican que, en países como Francia o España, la percepción sobre los cupos migrantes más que duplica los números reales. Además, la mayor parte de noticias que se publican o emiten lo hacen con tono negativo, lo que contribuye a reforzar la tendencia a criminalizar a los recién llegados. A la derecha, le basta con reforzar esta dinámica. El populismo representa una reacción de repliegue y exclusión, construir la fraternidad a través del rechazo de quienes no son similares. El "gran reemplazo" no tiene justificación demográfica ni estadística, pero su fuerza reside justamente en la simplicidad que le convierte en ideal para las teorías de la conspiración.
Para el populismo derechista, es relativamente fácil identificar a unas élites que se han desterritorializado y emancipado del conjunto de la sociedad como un grupo especialmente interesado en fomentar la llegada de población inmigrante que hace evolucionar a la baja el mercado de trabajo. Esto a costa de desnaturalizar la propia cultura del país de acogida, subvertir los valores y otorgándoles idénticos derechos y beneficios sociales que a la población autóctona. Para la derecha y sus bases sociales, las naciones han entrado en decadencia y la recuperación del poder y la cohesión social pasa por hacerse fuertes en los valores propios, denostando el modelo multicultural y cosmopolita de unas élites ya “desnacionalizadas”. Los eslóganes de cabecera lo dicen todo: "Francia para los franceses" según la Agrupación Nacional; “Volver a tomar el control” en el Brexit; "Nuestra cultura, nuestro hogar, nuestra Alemania" para Alternativa para Alemania; "Polonia pura, Polonia blanca" para el Partido de la Ley y la Justicia; o “Que Suecia siga siendo sueca” según los Demócratas Suecos.
También es cierto que existe un “buenismo” clasista y oportunista por parte de sectores que viven absolutamente al margen de la inmigración, salvo que los tengan como empleados precarios. Es difícil negar la importancia de los cupos migratorios para reequilibrar la dinámica natural de la población europea y de la aportación muy significativa de los nuevos ciudadanos. Pero también es cierto que el acomodo de grandes contingentes en poco tiempo es muy dificultoso. A menudo, no se adapta a las necesidades de trabajo y se tensionan los servicios públicos. Discutirlo para afrontar las dificultades sobrevenidas resulta imprescindible, e incluso terapéutico, pero existe una corrección política de tipo progresista que niega esta posibilidad, lo que permite que esto se traslade a las guerras culturales de nuestra sociedad polarizada. Debería ser posible hacer "políticas de inmigración", lo que no debe comportar perseguirla ni criminalizarla, sino sencillamente normalizarla y sacar estos flujos del control de las mafias y de los peligros que asumen para trasladarse a Europa. El sistema de contratos de trabajo en origen tiene bastante sentido, a la vez que establecer cupos que puedan ser incorporados en beneficio de todos. También, Europa y el mundo desarrollado deberían practicar políticas de mayor igualdad en los intercambios y ayudas al desarrollo en aquellos territorios que, al menos históricamente, desestabilizaron a través del colonialismo. Esto, sin duda, sí contribuiría a reducir estas trágicas dinámicas de fuga de la pobreza.
Josep Burgaya
Josep Burgaya es doctor en Historia Contemporánea por la UAB y profesor titular de la Universidad de Vic (Uvic-UCC), donde es decano de la Facultad de Empresa y Comunicación. En este momento imparte docencia en el grado de Periodismo. Ha participado en numerosos congresos internacionales y habitualmente realiza estancias en universidades de América Latina. Articulista de prensa, participa en tertulias de radio y televisión, conferenciante y ensayista, sus últimos libros publicados han sido El Estado de bienestar y sus detractores. A propósito de los orígenes y el cruce del modelo social europeo en tiempos de crisis (Octaedro, 2013) y La Economía del Absurdo. Cuando comprar más barato contribuye a perder el trabajo (Deusto, 2015), galardonado este último con el Premio Joan Fuster de Ensayo. También ha publicado Adiós a la soberanía política. Los Tratados de nueva generación (TTP, TTIP, CETA, TISA...) y qué significan para nosotros (Ediciones Invisibles, 2017), y La política, malgrat tot. De consumidors a ciutadans (Eumo, 2019). Acaba de publicar, Populismo y relato independentista en Cataluña. ¿Un peronismo de clases medias? (El Viejo Topo, 2020). Colabora con Economistas Frente a la Crisis y con Federalistas de Izquierda.
Blog: jburgaya.es
Twitter: @JosepBurgayaR