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Bildu y la recurrencia del PP


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Parece muy medida, de momento, la participación de Núñez Feijóo y Díaz Ayuso. Sus contenidos, sus repartos de escaletas, de contenidos, de diapasones, de bramidos, de susurros, de elevaciones y descensos en tonos y modos. Hasta el momento, todo en orden y concierto. La elección de indumentaria en Feijóo resulta siempre adecuada a las previsiones de la AEMET y al armario de Inditex. Un gallego siempre atiende antes que nadie a los contratiempos del clima, a las doce da agua, por la tarde abre.

Al margen del tiempo del incierto mayo, el mainstream es el mainstream. Es decir, el PP pensante ha metido la mano en el cajón de los conceptos para descartar algunos y quedarse con aquellos que nunca fallan. Cataluña, esta vez no. Por lo menos en su versión canónica, la ruptura de España y sus derivadas. Puigdemont sigue por Europa. No se han celebrado sesiones de mesa de diálogo recientemente. No se ha puesto en igualdad de trato Estado/Estado, España/Cataluña, en fechas cercanas. Pues no queda más remedio que tirar del terrorismo, viejo estilo y materia argumentales que conserva validez cuando funcionan los percutores y cuando dejan de hacerlo. El “cese definitivo de su actividad armada” fue anunciado por ETA, el 20 de octubre de 2011, va para doce años. Casi como decía Francisco González Ledesma, “olor a tiempo en los empapelados de las paredes”, en Crónica sentimental en rojo, Premio Planeta 1984. Pues bien, se ha detenido la calidad de aquel tiempo exactamente igual que si nada hubiera pasado. Bildu, trasunto de ETA, sobre cuya existencia pesa su final declarado hace doce años, experimenta un desarrollo hasta tal punto que lleva varios comicios con la costumbre de presentarse a las consultas electorales. A nadie se le oculta la ligazón de Bildu y la extracción de sus votos con la organización terrorista. Lo sustantivo debería ser la acción del ejercicio del terrorismo, es decir, matar como elemento político en la defensa de ideas. La desaparición de la muerte como activo político coloca a los votantes de Bildu en una situación mucho más benévola moralmente que lo que representó en su momento Herri Batasuna, con trayectoria histórica 1978-2011, ilegalizada finalmente. Ahora, algunos miembros de ETA, con condenas cumplidas, han aceptado su inclusión en las listas de Bildu. Lo que ha sido aprovechado por el Partido Popular como vitamina extra para su combustión electoral, en lo que parece elemento nutritivo que no acaba nunca. El terrorismo tiene adeptos adosados a la piel del electorado del partido de la oposición en la seguridad de obtener siempre un notable premio en los resultados finales, hasta el delirio interno de algunos simpatizantes que en su seno más íntimo gestualizan mal el final de ETA por la inconfesable miseria de la eliminación de un beneficio electoral que pocas veces falla. La Constitución, en su artículo 25, apartado 2, dice que “las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y la reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados”. Parece, por tanto, que los condenados por delitos de pertenencia a banda armada o delitos de sangre derivados de aquella actividad terrorista encajan en la categoría de reinsertados. Al margen de la legalidad incuestionable de la inclusión de condenados por terrorismo, en campaña se entra ya en el terreno de la decencia, que es una atención y predisposición al cumplimiento de normas y usos morales tendentes a hacer el bien en lugar del mal. Pero eso en política resulta un abierto escenario de opiniones y bazas declarativas que llenarían obras y tratados de mucho peso. El tratamiento de la inmigración, un ejemplo, descompone de tal manera la observación moral de su tratamiento que la calificación de “decente” o “indecente” afectaría a muchos candidatos que no solamente estarían incluidos en las candidaturas de Bildu. Nietzsche, entre sus bigotes de morsa y su enorme obra, dejó escrito y desarrollado que “sin la capacidad de olvido la felicidad es imposible”.

Periodista (Ciencias de la Información, Univ. Complutense de Madrid), colaborador en distintas cabeceras (Diario 16, El País, Época, El Independiente, Diario de Alcalá), miembro del Patronato de la Fundación Diario Madrid.