Tu verdad, mi verdad y la mentira
- Escrito por Alberto Vila
- Publicado en Opinión
Desde todo punto de vista, la convicción no necesariamente puede representar una verdad. Tampoco obligadamente una mentira. Tal vez, sí pueda fundarse en un el error desde la visión particular de los otros. De aquellos que no comparten nuestros valores. Aunque para ellos, los otros, estén errados. Esto es, porque la verdad y la creencia no necesariamente son coincidentes.
En los Estados de pensamiento único, la discrepancia está excluida. Perseguida. Eliminada. Son totalitarismos. Es, al parecer, al modelo al que nos quiere llevar esta derecha que restringe libertades civiles y amenaza con limitar el legítimo ejercicio político de la ciudadanía.
Los fundamentalismos le temen a la discrepancia. No admiten otros modos de pensar. Tal vez porque se sienten débiles en sus argumentaciones. Son dogmas basados en creencias, en muchas ocasiones derivadas de los prejuicios, De las costumbres que consolidan un “estado de cosas” conveniente al poder.
La posibilidad de compartir suele llevar a los discrepantes a las orillas de la comprensión. Es la clave en el logro de una convivencia necesaria en tiempos de sociedades multiculturales y polifacéticas. Es decir, frente al conflicto, dialogo y comprensión. Lo contrario nos conduce al enfrentamiento estéril en contextos de complejidad creciente.
La ultraderecha y una buena parte de la derecha conservadora elevan el tono de sus discursos cuando alientan el enfrentamiento entre etnias, religiones o colores ideológicos. Es entonces cuando demuestran su escasa habilidad social. Así, construyen relatos basados en ficciones, en donde los radicalismos se sienten cómodos. El odio se incrementa. La violencia es la práctica habitual para resolver los nuevos conflictos. Con ella, las tensiones se complican aún más. Los sucesos raciales en los EEUU son una muestra.
Estos fenómenos no quedan lejanos del sofá de tu sala. Llegarán con las migraciones provocadas por el cambio climático, el nuevo paradigma tecnológico y las luchas por el control de los recursos estratégicos. Se podrá comprobar entonces que hay muchas verdades y muchas mentiras. Aunque, en todos los casos, un solo objetivo: encontrar un lugar para vivir, en un mundo cada vez más complejo y cambiante.
La forma en la que se gestionen recursos escasos, como el agua, por ejemplo, pondrán a prueba la capacidad de gobernanza de las nuevas situaciones. Las restricciones energéticas no se han resuelto, sólo se ha logrado una tregua al respecto. En este punto deberíamos detenernos. Estamos en el comienzo de un nuevo ciclo en el que las formas de uso de las energías cambiarán para siempre los modos de vida de las personas.
Nos están mintiendo al no decirnos la verdadera gravedad del escenario futuro. Sólo pretenden encontrar a quienes culpabilizar por ello. Es imprescindible que tengamos dirigentes que acepten que tenemos “nuestra” verdad y comprendan que hay “otras” verdades. De no lograrlo por la vía democrática y pacífica nos aguardan tiempos difíciles.
Alberto Vila
Economista y analista político, experto en comunicación institucional.