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Límites terrestres y justicia ambiental


(Tiempo de lectura: 3 - 6 minutos)

Límites terrestres y justicia ambiental Los límites del sistema terrestre definen un espacio seguro para la humanidad. La estabilidad y resiliencia del sistema Tierra y el bienestar humano están inseparablemente vinculados, aunque sus interdependencias generalmente no se reconocen y, en consecuencia, a menudo son tratados de forma independiente.

Estamos inmersos en el Antropoceno, la época geológica de nuevo cuño en la que las presiones humanas han puesto al sistema Tierra (geosistema) en una senda que se aleja rápidamente del estado estable del Holoceno en el que la humanidad ha vivido durante los últimos 12 000 años, la única etapa de la que tenemos evidencia de que el geosistema podido sostener el mundo tal como lo conocemos.

Los cambios acelerados de parámetros clave del geosistema (clima, recursos hídricos, contaminación, etcétera) provocan impactos sociales significativos que pueden desencadenar puntos de inflexión que lo desestabilicen irreversiblemente. Estos cambios son impulsados principalmente por sistemas sociales y económicos que se basan en una economía extractiva y el consumo excesivo de recursos no sostenibles que aquella exige.

¿Cuántos límites biofísicos tiene nuestro planeta? ¿Cuáles son los umbrales, por ejemplo, de las emisiones de dióxido de carbono, la acidificación de los océanos, los productos químicos y la contaminación del aire sobrepasados los cuales la existencia para la Tierra y sus habitantes se vuelve insegura?

En 2009, un equipo de investigadores dirigido por Johan Rockström se enfrentó a estas preguntas en un artículo publicado en Nature. Según los investigadores, las actividades humanas que alteran el planeta se podrían reunir en nueve grupos. Calcularon umbrales límite para la mayoría de ellos, traspasados los cuales pondría el peligro para el planeta y sus habitantes. Los científicos concluyeron que la humanidad había sobrepasado tres de esos 'límites planetarios', y que los seis restantes también se cruzarían a menos que se adoptaran medidas correctoras.

Aquel artículo, titulado Un espacio operativo seguro para la humanidad, ha sido extraordinariamente influyente en menos de tres lustros. Ciudades de todo el mundo han estado experimentando sobre cómo aplicar los retos planteados, mientras que muchos grupos de científicos (incluidos muchos constituyentes del equipo de 2009) han seguido recopilando más y más datos para actualizar los límites planetarios establecidos aquel año.

Una crítica al artículo original era que obviaba las perspectivas de la justicia ambiental y la equidad. Según los críticos, el estudio debería haber tenido en cuenta el hecho de que todo el mundo, pero especialmente los colectivos más vulnerables, tienen derecho al agua, los alimentos, la energía, la salud y a un medio ambiente limpio.

Ahora, el grupo de Rockström, reforzado con nuevos miembros, ha modificado su concepto original para incorporar la justicia a los límites biofísicos. Las conclusiones, publicadas de nuevo en Nature el pasado 31 de mayo, muestran que se han cruzado ocho umbrales: clima, superficie de los ecosistemas naturales, integridad funcional del ecosistema, aguas superficiales, aguas subterráneas, nitrógeno, fósforo y aerosoles.

Un serio aviso

Las conclusiones son una advertencia aún más clara que la de 2009. Se puede decir que el cambio más sorprendente desde 2009 es que los autores abogan por que el calentamiento global se limite a 1 °C por encima de los niveles preindustriales. Este umbral es inferior al objetivo de 1,5 °C acordado en la conferencia de París de 2015. También es una restricción más severa que la recomendación del estudio de 2009 de mantener las emisiones de carbono en 350 partes por millón (el valor preindustrial era de 280 partes por millón).

Los autores sostienen que mantener el umbral de los 1,5 °C podría permitir que las personas más ricas del mundo se protejan, pero crearía daños significativos para los más vulnerables: estiman que, de mantener esos límites, unos 200 millones de personas estarían expuestas a aumentos de temperatura sin precedentes y que 500 millones estarían expuestas a un aumento del nivel del mar a largo plazo.

Para incorporar las ideas de justicia a su investigación, Rockström y sus colegas se han basado en otros trabajos. En 2015, justicia y equidad se incluyeron en las discusiones que llevaron a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. La justicia ambiental es el eje alrededor del que pivota una idea innovadora, la llamada economía de los donuts.

Diagrama “donut” de anillos que muestra el estado actual de "seguridad y justicia" de la Tierra con respecto a diversas categorías. El concepto de 'límites planetarios' tiene en cuenta el hecho de que todos los seres humanos, en particular los más vulnerables, tienen derecho al agua, los alimentos, la energía y la salud, junto con el derecho a un medio ambiente limpio. Las líneas rojas indican un límite a lo que es “seguro” para el planeta. El espacio verde representa el umbral que es seguro para el planeta y protege a las poblaciones más vulnerables del mundo ("seguro y justo"). Los iconos con forma de tierra muestran cómo, en siete de los ocho casos, ya se han cruzado los umbrales para un mundo seguro y justo. Fuente: Modificado a partir de J. Rockström et al (2023).

En 2012, la economista Kate Raworth, que entonces trabajaba para Oxfam, y sus colegas adaptaron los hallazgos del informe de 2009 para incluir lo que llamaron un “espacio seguro y justo”. Este espacio estaba representado por un área encerrada por un doble círculo, el 'donut', cuyos límites no se podían traspasar. Dicho umbral se mediría utilizando los indicadores y la metodología que sustentan los ODS.

En el estudio recién publicado, los científicos se han enfrentado al desafío de triangular su trabajo original con la economía del donut y los ODS, lo que no es nada fácil según subraya un artículo publicado en News & Views, en el que se reconoce la dificultad de establecer valores numéricos al integrar conceptos ecológicos y sociales.

El reciente informe del equipo liderado por Rockström es un excelente ejemplo de lo bien que funciona la ciencia cuando diferentes equipos estudian y sintetizan trabajos multidisciplinares. Pero también hay un aspecto preocupante en los nuevos descubrimientos. Si se han cruzado siete de los ocho umbrales, ¿qué significa eso para nuestros aún débiles esfuerzos para avanzar hacia un camino más sostenible?

Los investigadores varían ampliamente en sus puntos de vista sobre cómo habría que dar respuesta a esta pregunta, desde aquellos que abogan por trabajar dentro del sistema económico actual (conocido como crecimiento verde) hasta aquellos que argumentan que el sistema económico actual es en sí mismo uno de los factores (quizá el más decisivo) que ha provocado la situación actual, lo que exige avanzar hacia el decrecimiento, un concepto que no debe relacionarse con el de desarrollo sostenible, puesto que, dadas las limitaciones de los recursos de la Tierra, sería insostenible que todas las naciones trataran de alcanzar el nivel de consumo del Primer Mundo.

 

Catedrático de Universidad de Biología Vegetal de la Universidad de Alcalá. Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Granada y doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid.

En la Universidad de Alcalá ha sido Secretario General, Secretario del Consejo Social, Vicerrector de Investigación y Director del Departamento de Biología Vegetal.

Actualmente es Director del Real Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá. Fue alcalde de Alcalá de Henares (1999-2003).

En el PSOE federal es actualmente miembro del Consejo Asesor para la Transición Ecológica de la Economía y responsable del Grupo de Biodiversidad.

En relación con la energía, sus libros más conocidos son El fracking ¡vaya timo! y Fracking, el espectro que sobrevuela Europa. En relación con las ciudades, Tratado de Ecología Urbana.