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Medios y partidos como servicio de mensajería


(Tiempo de lectura: 3 - 5 minutos)

Los tonos de voz tienen muchos más registros que la palabra escrita. Y el otro día escuché por primera vez un tono de voz que mostraba perplejidad. Exponía el hablador que se debería explicar a los jóvenes que las redes sociales no informan. Que los medios de comunicación informan y las redes sociales trasmiten mentiras, bulos, violencia, descalificaciones… Conforme avanzaba en el argumento estaba claro que retrocedía en el convencimiento. Muchos medios de comunicación son, hoy por hoy, servicios de mensajería de “quién sabe quiénes”. La opinión da forma a la escasa información que contienen.

El ejemplo más nauseabundo, y eso ya es batir récords estando por en medio el Cacao diario, es un paquete entregado a través de El Inmundo. Con una concordancia exquisita, las imágenes distorsionadas del Presidente de Gobierno ilustraban un texto absolutamente deformado. Practicaba un psicoanálisis biliar e insultante analizando las entrevistas de varios personajes representativos de diversos casos de cuadros clínicos, todos con una causa común: venidos a menos cuyo odio se ha somatizado en un rencor indigerible. Con tales fuentes en el diván el resultado dice más de los que hablan, que sobre quién hablan. Así, uno que soltaba a caño decía con seriedad que nunca había escuchado a un líder político reprochar a los españoles que votaran mal. Como dice la canción ¿dónde estabas entonces? En el 1993 con Aznar, Anguita y toda la pinza llamando corruptos a los españoles por votar mal. Con las palabras contadas no me extiendo más en ese ejemplo. En realidad lo que es ejemplar es esa amnesia profunda que permite apuntar y señalar al que le toque el turno como si fuese el primero en el primer día.

Hace tiempo que muchos medios son redes sociales. Han absorbido el contenido y las formas, la ausencia de criterio o calidad. Cuanto más feroz y llamativo mejor. El espectáculo se tragó el contenido no por casualidad. Es que ahora sí que sí, la deformación del mensaje es el mensaje. Una burrada rebuznada en redes sociales tiene un estatus. Pero estas burradas de algunos medios tienen una cabecera legitimada por un CIF y cuesta dinero e inversión, recursos y capital humano. Convertir todo un medio de comunicación en un emplazamiento publicitario negativo contra el gobierno, ¿quién lo paga?

Además de los suscriptores (el Tao me libre) lo paga una sociedad que no está solo mal informada, está desinformada y espoleada. Y es que trabajando para intereses oscuros y contra la sociedad democrática todo se oscurece. Basta con escuchar las explicaciones sobre la propuesta de debates (Semper) que se marca un Mariano Ozores en acción o las de Castilla y León sobre la sentencia que es un émulo absoluto de Groucho Marx. No obstante, que algunos medios de comunicación se hayan convertido en una herramienta integral de la distorsión al servicio de quien les paga es algo propio del libre mercado. Trapichean con mercadería defectuosa y distribuyen paquetes de desinformación toxica, pero vete y protesta en la OCU.

Más grave y dañino es que los partidos de derechas se hayan convertido en herramientas al servicio de manos desconocidas. Los partidos son organizaciones que aspiran a ejercer el poder, idealmente con la intención de mejorar la vida de los ciudadanos. Hay un peaje que pagar por tal servicio público y es el riesgo de que en algunos casos los miembros de la organización acceden a los beneficios del que parte y reparte (ver “gobiernos de Aznar” y “puertas giratorias”; para parte y repartes en caja B ver “papeles de Bárcenas”). Lo de ahora es un paso más.

Hay una voluntad manifiesta en los partidos conservadores de actuar como las empresas de comunicación: la política (como sucedió con la información) muta en descalificación, insulto y muchas cosas más poco bonitas con clara vocación de servicio a. Todo envuelto en una trivialidad apabullante. Le preguntan a Feijoo sobre las declaraciones en campaña de Ayuso y González Pons acerca de acusar al PSOE y directamente al gobierno de fomentar una trama corrupta para dar un pucherazo electoral en las elecciones locales. Respuesta: es normal, son cosas que se dicen para llamar la atención en la campaña electoral. ¿Soy yo o alguien no pondera? La duda sobre a quienes sirven es retórica. Empresas de sanidad, fondos buitre, energéticas (¿recuerdan el impuesto al Sol?), poder eclesiástico, educación privada, poderes financieros y todo lo que empiece por poder (excepto poder popular) tiene cogida a la gaviota por el pico.

No es cuestión de ideologías, qué va. Es cuestión de ser mala gente haciendo el trabajo sucio de la gente bien. La cacería humana organizada contra Pedro Sánchez, como persona y no como presidente, es la mejor prueba de con quienes está tratando la sociedad española. Son zorros trabajando para lobos, haciéndose pasar por gatos de compañía. Para siempre la imagen de González Pons inclinando la cabeza como en una confidencia y dejando caer: “Pedro Sánchez veranea en Mojácar”… O Ayuso, mirando hacia la mesa como quien comparte un pensamiento, “Bolaños estuvo allí hace seis días… esa es la clave”. Lo peor no es que gobierne la derecha. Lo peor es convertir en una finalidad de estado los objetivos de aquellos que lleguen a gobernar a través de esta derecha (recuerdan lo que paso con los convenios colectivos en época de Rajoy). Unos intereses que se manifiestan como hechos consumados, sin debate ni información. Lo ilustro con las palabras de Feijoo en la radio: “Yo no voy a dar muchos titulares, yo voy a hacer muchas cosas. Y de esas cosas que se haga, se desprenderán los titulares”. Cita textual de El Independiente.

 

Catedrático de Sociología Matemática.