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La economía entre dos elecciones (II)


(Tiempo de lectura: 2 - 4 minutos)

En el artículo anterior me centré en la evolución de la economía española durante los años del gobierno de coalición marcados por la pandemia y la guerra de Rusia con Ucrania. Además de otras catástrofes que se han dado en estos años. Dentro de este contexto, la economía española está teniendo un buen comportamiento muy superior a la de mayor parte de los países de la Unión Europea (UE), y sobre todo los más desarrollados. Este hecho, no tiene precedentes históricos desde que estamos en la UE, lo que muestra las fortalezas de la economía española, así como el acierto de las medidas de política económica que se han aplicado.

Ahora bien, no es oro todo lo que reluce y por eso abordaré las relaciones estructurales principales que configuran el capitalismo español, lo que supone ir más allá de la evolución actual. Las relaciones estructurales se configuran a lo largo del tiempo y el cambio no se puede hacer de un día para otro, sino que, en el caso de que se tomen medidas para su transformación, sus efectos se notarán en un medio o largo plazo. En algunos casos, como sucede con la vivienda pueden influir en un determinado malestar que, junto a la inflación, la desigualdad y la exclusión social neutralizan parcialmente los efectos positivos señalados anteriormente. En otros, es un reto de cara al futuro, y que por desgracia no se afronta como se tendría que hacer.

Sin pretender ser exhaustivo enumero los siguientes rasgos de la estructura económica española: a) las características del modelo productivo; b) el deterioro ecológico y la vulnerabilidad ante el cambio climático; c) la dependencia energética; d) los desequilibrios territoriales; e) la desigualdad; f) la pobreza y exclusión social; y g) el mercado de la vivienda. El primero condiciona en gran parte a los demás, y presenta muchas debilidades al haberse sustentado en exceso en la expansión financiera-urbanística, y el turismo, mientras no se dedican los fondos necesarios para I&D. La necesaria reforma que hay que llevar a cabo es lo que motivó que el número 40 de los dossieres de Economistas sin Fronteras, que me cupo el honor de coordinar, se titulara Hacia la reorientación del modelo productivo de la economía española, en el que se hacen interesantes propuestas para el cambio.

Una publicación que me parece imprescindible es la que acaba de salir: Informe Ecosocial sobre calidad de vida en España, editado por la Fundación Hogar del Empleado (FUHEM). Un Informe que según mi conocimiento es el primero en nuestro país de estas características. Los autores utilizan una serie de indicadores ya existentes para realizar una investigación que pretende caracterizar el modo de vida en la sociedad española para, posteriormente, estar en condiciones de evaluar sus contribuciones e impactos sobre la calidad de vida. Para ello se analizan todas las relaciones estructurales enumeradas con las carencias que se padecen. Además, todo ello se amplía a la caracterización del modo de vida en España, a partir de ciertas ideas clave, lo que conduce a estudiar el modelo de alimentación, movilidad o residencia.

En las consideraciones finales el diagnóstico que resulta es negativo, pues persisten numerosas brechas de desigualdad, extensas bolsas de pobreza, y desequilibrios territoriales. La agricultura y ganadería industriales se encuentran entre las principales causas de la destrucción de la naturaleza. Se generan una cantidad ingente de residuos que envenenan las aguas, el aire y la tierra. El deterioro de los ecosistemas y el choque contra los límites que nos imponen sus dinámicas ha hecho que la crisis ecológica se convierta en una fuente de graves amenazas para nuestro bienestar presente y futuro. Así que a juzgar por lo expuesto a lo largo del Informe se puede concluir que el modelo económico, social y ecológico no es sostenible a medio plazo y que se requiere actuar ya para evitar males mayores.

Catedrático emérito Universidad Complutense.