¿Quién gana unas elecciones? ¿Quién puede gobernar?
- Escrito por Javier García Fernández
- Publicado en Opinión
Después de un mes de agosto pleno de noticias y debates, la política española vuelve con toda fuerza a la situación de impasse con que acabó julio. El impasse es evidente, pues en el mejor de los casos no habrá Gobierno antes de octubre. Todo podría haber ido más rápido, pero Núñez Feijóo ha decidido que ya que no va a gobernar tiene que hacer toda clase de operaciones extravagantes con el fin de salvar su futuro político. Porque si no tenemos Gobierno en un plazo mínimo de varias semanas es porque el Presidente del Partido Popular está haciendo extraños equilibrismos para evitar que sus compañeros (con Díaz Ayuso a la cabeza) no le decapiten. Lo harán, sin duda, pero el “ganador de las elecciones” está como el pollo decapitado que aún sin cabeza anda de aquí para allá. La reunión que el día 30 de agosto tuvo con el Presidente Sánchez y las que ha intentado mantener sin éxito con los Presidentes de las Comunidades Autónomas no populares son ejemplos de esa situación de plena desorientación de Núñez Feijóo. Pero conviene sistematizar los problemas y las cuestiones que subyacen a la errática conducta de Núñez Feijóo, cuyo frecuente trasfondo constitucional requiere que se analicen con rigor.
Estos problemas y cuestiones son, como mínimo, las siguientes: a) ¿quién gana unas elecciones en una democracia representativa?; b) ¿quién debe formar Gobierno cuando ningún partido dispone de votos suficientes para imponer a su candidato; c) ¿a quién debe proponer el Rey como candidato y con criterio?; d) ¿a quién debe consultar el candidato para intentar el voto de investidura?; e) ¿es ética y constitucionalmente lícito que el candidato o su partido lancen propuestas de trasfuguismo cuando no alcanzan los votos necesarios?; f) ¿son dignas de tener en cuenta la propuesta de una legislatura de dos años y demás ocurrencias?; y g) ¿qué pretende, en fin, un candidato que concurre a la sesión de investidura a sabiendas que no va a ser elegido?
¿Quién gana unas elecciones en una democracia representativa? Desde la noche electoral Núñez Feijóo no deja de repetir que es el ganador de esa elección. En el régimen parlamentario, donde el Gobierno necesita la confianza del Parlamento, ya mediante la investidura, ya con la comparecencia ante el Parlamento sin que la mayoría se oponga a esa designación, gana las elecciones quien logra formar Gobierno. El partido que más escaños o más votos ha obtenido (circunstancias éstas que no siempre van unidas como se ha visto varias veces en las elecciones al Parlamento catalán) no es el ganador de la elección si además no obtiene la confianza de la Cámara y no puede formar Gobierno. Esto ocurre, y de manera dramática, incluso en los sistemas presidencialistas como Estados Unidos, donde el 8 de noviembre de 2016 Hillary Clinton obtuvo casi tres millones de votos más que Trump, pero en el reparto de compromisarios Estado por Estado Trump obtuvo ochenta y siete más que Clinton, sin que a ésta se le ocurriera decir que era la ganadora de la elección. Luego, Núñez Feijó no es, al día de hoy, el vencedor de las elecciones sino el líder del partido más votado y que más escaños ha conseguido, que no es lo mismo.
¿Quién debe formar Gobierno cuando ningún partido dispone de votos suficientes para imponer a su candidato? Desde la noche electoral Núñez Feijóo repite también que el partido más votado debe formar Gobierno. Una falacia más de tantas con las que se comunica el Presidente del Partido Popular con los ciudadanos. En la Constitución española la condición de partido más votado no da ningún derecho a formar Gobierno, pues éste se forma cuando una mayoría de la Cámara vota a un candidato que logra los votos suficientes. En algunos regímenes parlamentarios con tradición en Gobiernos de coalición es frecuente que presida el Gobierno el representante de un partido que tiene menos escaños que otros. En España es un derecho vacío si no se cuenta con apoyos parlamentarios suficientes. Además, como tuve ocasión de comentar recientemente (Javier García Fernández: “La falacia de la lista más votada”, El País, 26 de julio de 2023) en la legislatura de 2016 se vio que, cuando en aras de la gobernabilidad se fuerza a partidos de la oposición a votar al candidato más votado, el resultado es pan para hoy y hambre para mañana porque se elige a un Presidente muy débil que a la primera crisis puede sufrir una votación de censura como le ocurrió a Rajoy.
¿A quién debe proponer el Rey como candidato y con criterio? Hasta 2015 el papel del Rey en aplicación del artículo 99 de la Constitución al decidir qué candidato a Presidente del Gobierno iba a proponer al Congreso fue relativamente fácil y cómodo, pues desde abril de 1979 (primeras elecciones legislativas con la Constitución vigente) siempre hubo un partido que ganaba con mayoría absoluta de Diputados o con una cifra suficiente para obtener la investidura por mayoría relativa. Las elecciones del 20 de diciembre de 2015 indujeron al Rey a proponer como candidato a Rajoy, pero éste rechazó con buen criterio la propuesta que era inviable. En agosto de 2023 el Rey tenía otras opciones, como era la de no formular ninguna propuesta y efectuar semanas después una segunda ronda de consultas, pero la presión indebida del Partido Popular, más la ausencia de varios grupos políticos independentistas que no han proporcionado información al Monarca, han conducido a esta propuesta.
Hay que insistir en la grave responsabilidad del Partido Popular en la decisión del Rey, al que prácticamente ha obligado a proponer un candidato inviable. A la derecha y a la extrema derecha se les llena la boca de satisfacción al hablar del Rey y de la Monarquía, pero no ha tenido inconveniente en inducir al Rey a una operación que tiene como fin de alcanzar unos propósitos que pretenden reforzar a un partido, de los que hablaremos más tarde. Lo importante es que la presión del partido que más escaños tiene en ambas Cámaras sobre el Monarca abre un camino que no responde a los principios constitucionales.
¿A quién debe consultar el candidato para intentar el voto de investidura? Entre los movimientos de pollo descabezado que está emprendiendo Núñez Feijóo hay uno que llama la atención: el intento de reunirse con los Presidentes de las Comunidades Autónomas dentro de la operación de captar votos para la investidura. Los comentaristas han olvidado un dato, a saber, que en el único debate que sostuvieron Pedro Sánchez y Núñez Feijóo éste advirtió que hablaría con los “barones” socialistas para internar que algunos Diputados del Grupo Parlamentario Socialista le votaran. Dejando a un lado, de momento, la dimensión ética de esa intención de romper a un Grupo Parlamentario y a un partido, el propósito de Núñez Feijóo de reunirse con los Presidentes autonómicos probablemente pretendía sondear a los Presidentes socialistas a ver si alguno de los Diputados de su Comunidad Autónoma flaqueaba. Por eso le han respondido bien varios Presidentes autonómicos al sugerir a Núñez Feijóo que se reúna con los partidos representados en el Congreso, no con los representantes del poder territorial que nada tienen que decir en el Parlamento nacional.
En cuanto a las reuniones o intentos de reunión con los partidos representados en el Congreso, lo que más llama la atención es la actitud mendicante del Presidente del Partido Popular. Tiene que hacer algo para que sus compañeros no le reprochen, pero no deja de llamar también la atención que, a la vejez viruelas, el Presidente del Partido Popular quiera que su partido se reúna con Esquerra y con Junts. Sobre la entrevista con Pedro Sánchez hablaremos más abajo.
¿Es ética y constitucionalmente lícito que el candidato o su partido lancen propuestas de trasfuguismo cuando no alcanzan los votos necesarios? El intento de Núñez Feijóo de reunirse con los Presidentes autonómicos socialistas nos lleva al problema, bastante preocupante, del constante intento de la derecha española de romper al PSOE. Es un intento éticamente reprobable que contraviene el artículo de la Constitución que sitúa a los partidos como un instrumento fundamental de participación política. Es cierto que hace tiempo la derecha española está manipulando a antiguos socialistas y es cierto también que tenemos el “tamayazo” como ejemplo de hasta dónde puede llegar esa derecha con tal de no perder el poder. Pero, en este momento, ese intento del Partido Popular y también de Vox de pretender que algunos diputados socialistas voten a Núñez Feijóo no sólo es preocupante, sino que oculta otra derivada de la que se habla menos. Hace no mucho tiempo el Partido Popular lo consiguió con los dos diputados que tenía la Unión del Pueblo Navarro en el Congreso, ¿cómo sabemos que hoy día no está presionando a diputados de otros Grupos Parlamentaros distintos del Socialista?
En todo caso, si llegara a ocurrir (que esperemos que no ocurra a pesar de los indisimulados esfuerzos del Partido Popular) estaríamos ante una crisis constitucional tan grave como la de Cataluña en 2017 y habría que estudiar muy bien la respuesta de la izquierda.
¿Son dignas de tener en cuenta la propuesta de una legislatura de dos años y demás ocurrencias? Como hemos sugerido más arriba, llama la atención que quien quería “derogar el sanchismo” acuda mendicante al representante del “sanchismo” para pedirle su apoyo a cambio de una legislatura de dos años con pactos de Estado que, al menos en lo que se refiere al ámbito institucional, sólo expresan la visión que tiene la derecha española sobre el Tribunal Constitucional y sobre el Consejo General del Poder Judicial, esto es, que se elijan de manera que los controle siempre la derecha política y la derecha judicial. En esos dos años, el “sanchismo” sería derogado… con los votos del partido “sanchista”,
Lo cierto es que proponer una legislatura de dos años es una extravagancia propia del pollo descabezado porque un plazo de dos años para un Gobierno es insuficiente. Es como si Núñez Feijóo no hubiera presidido un Gobierno autonómico y no supiera que una acción de Gobierno sólida necesita una legislatura completa. Además, no se sabe qué gana la izquierda pactando que se ejecute el programa de la derecha. Quien forme Gobierno que lo forme por el término que establece la Constitución o quiera el Presidente. Lo demás son fantasías propias de un candidato desnortado que no sabe cómo satisfacer a sus compañeros que tienen ya el hacha preparada. Y no debería hablar de regeneración constitucional cuando sigue impidiendo la renovación de Consejo General del Poder Judicial.
¿Qué pretende un candidato que concurre a la sesión de investidura a sabiendas que no va a ser elegido? Para acabar, hay que preguntarse qué quiere realmente Núñez Feijóo con su desafortunada presión sobre el Rey. A mi juicio, y no necesariamente por el orden que voy a desplegar, el Presidente del Partido Popular pretende:
Asentar la falacia constitucional de que gobierna el partido ganador.
Mostrar a la opinión pública cómo ha doblegado al Rey al que ha obligado a elegir, entre las varias alternativas posibles, la que más conviene al Partido Popular.
Disponer de una plataforma propagandística durante varias semanas que culminará en el debate de investidura, de modo que sea el dueño de la agenda mediática;
Mostrar a los “barones” populares que hace un esfuerzo para gobernar.
Someter al PSOE a un timing negociador preclusivo a ver si hay suerte y no tiene tiempo de terminar de acordar la investidura con todos los Grupos, especialmente con el PNV, Esquerra y Junts.
Ocultando estos fines (unos lícitos, otros no tanto), Núñez Feijóo salió de la entrevista con el Presidente Sánchez molesto por el poco aprecio que éste hizo de sus ocurrencias y, olvidando otra vez que el PSOE es un partido de Estado, arremetió contra Pedro Sánchez con poca elegancia. En concreto, Núñez Feijóo declaró que el Presidente del Gobierno prefiere a Junts antes que a la dignidad. Dejando aparte que el propio Núñez Feijóo también quiere dialogar con Junts, ¿de qué dignidad habla el Presidente del Partido Popular? ¿De la dignidad de los amigos que sólo son contrabandistas? ¿De la dignidad de la Gürtel? ¿De la dignidad de no respetar su propia regla de la lista más votada en varias Comunidades Autónomas y en decenas de Ayuntamientos? ¿De la dignidad de aliarse con Vox? ¿De la dignidad de querer romper a otro partido? ¿O de la dignidad del “tamayazo” y demás situaciones de compra de diputados? Además de estudiar Derecho, Núñez Feijóo debería manejar bien el Diccionario de la RAE y no emplear expresiones equivocadas.
Javier García Fernández
Subsecretario de Cultura y Deporte, Director general de Reclutamiento y Enseñanza Militar en el Ministerio de Defensa, Subdelegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Secretario General Técnico de los Ministerios de Vivienda, Presidencia y Relaciones con las Cortes, Delegado de España en la primera reunión Intergubernamental de expertos sobre el anteproyecto de convención para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, organizada por la UNESCO, en los años 2002 y 2003.
Fue fundador y director del anuario Patrimonio Cultural y Derecho desde 1997. Hasta la fecha ha sido también vicepresidente de Hispania Nostra, Asociación para la defensa y promoción del Patrimonio Histórico.