¿Alguién se acuerda de la investidura de Feijóo?
- Escrito por Ana Noguera Montagud
- Publicado en Opinión
Se acerca la investidura de Feijóo. Será los días 26 y 27 de septiembre, y como bien ha dicho el portavoz del PNV, Aitor Esteban, “se está haciendo largo” para todos. Efectivamente se está haciendo larguísimo, y creo que principalmente para el PP y su líder Feijóo que, en vez de actuar como protagonista de la investidura, ha asumido su papel de oposición sin plantear ni en una sola ocasión propuestas de negociación política, de diálogo social ni su programa de gobierno.
Cada vez me recuerda más a la fallida moción de censura que protagonizó Vox con Tamames. No solo fue un trámite fallido sino una tomadura de pelo. La única curiosidad que produce esa investidura es saber qué hará Feijóo: ¿se presentará como candidato a presidente o asumirá directamente ya el papel de oposición, tal y como está haciendo, y se quedará convertido en un Tamames dos?
Realiza declaraciones como si todavía estuviera en campaña electoral y la gran mayoría de ellas sin preservar la memoria de los acontecimientos.
Acusa a Pedro Sánchez de “no aceptar el resultado de las urnas”. ¿Cómo? Más bien deberíamos pensar que es Feijóo y el PP quien está haciendo perder el tiempo con una investidura que ellos mismos proclaman fallida. ¿Qué significa esta frase para Feijóo: que es imposible intentar una negociación en el parlamento para formar gobierno tal y como requiere nuestra Constitución y nuestro sistema parlamentario?
Continúa en sus mítines de líder de la oposición con declaraciones como: “No sé si perderé la investidura, pero los españoles no van a perder su dignidad”.
- Lo dice en boca de un partido que ha sido condenado por la Audiencia Nacional por ¡¡3 veces!! por corrupción en la trama Gürtel; asunto por el que todavía expresidentes como Camps se sentarán en el banquillo.
- Lo dice un partido que ha utilizado el trasfuguismo para conseguir el poder (lo hizo Zaplana de una forma vergonzosa y lo hizo Esperanza Aguirre en Madrid con el indignante ‘tamayazo’).
- Lo dice un partido que ha conseguido el gobierno en autonomías y en muchas ciudades con los votos de la ultraderecha Vox, quien está imponiendo sus tesis por encima del acuerdo y consenso social, incluso echando tierra sobre asuntos realmente graves como el caso de la violencia de género. ¿Han visto ustedes al gobierno valenciano cambiando las pancartas para no mencionar el término “violencia de género” o “violencia machista”?
Por cierto, ese es el grave problema que tiene el PP: que sus únicos socios son la ultraderecha, que le están imponiendo el ritmo, incluso en autonomías como Extremadura, que vimos la tremenda cesión que hizo el PP con tal de tener la presidencia (aunque no fuera el partido más votado, algo que le da exactamente igual al PP, y que solo sirve como mantra electoral), o lo hemos visto en Murcia, donde su presidente autonómico ha cedido para que Feijóo pueda llevar algún voto en la cesta de cara a la investidura (se olvidan de que los votos de Vox son “el abrazo del oso”).
Han olvidado aquella noche de 1996 donde los gritos eran “Pujol, enano, habla castellano”, mientras que su líder Aznar decía “hablar catalán en la intimidad”. Es el mismo Aznar que ahora sale furibundo porque España se rompe, porque Sánchez es un traidor, porque hay que acabar con los nacionalistas, y asfixia a Feijóo impidiéndole que hable con cualquier partido que no sea Vox.
Él no hizo lo mismo. El PP tiene una memoria muy selectiva. Cuando está en oposición son capaces de derribarlo todo, jugando a la estrategia de “cuanto peor, mejor para mí”, importándole un bledo la estabilidad democrática. Y, en el momento que gobiernan, su tono es absolutamente diferente, dispuestos a todo sacrificio por el bien de España.
Sacrificios como llamar “movimiento de liberación nacional” a ETA, ser el gobierno que más presos acercó al País Vasco, o cerrar el acuerdo Majestic que supuso: ceder las competencias de tráfico a los Mossos d’Esquadra en detrimento de la Guardia Civil, la supresión de la figura del gobernador civil y también servicio militar, o la cesión del 30% del IRPF a la Comunidades (fijada hasta entonces en un 15%). En esa fórmula de Gobierno se integró también al Partido Nacionalista Vasco (PNV) con los que se acordó la creación del operador de telefonía móvil Euskaltel, rompiendo con el monopolio de Telefónica.
Ahí se inició una larga amistad de Aznar con los nacionalistas, siendo el gobierno que más cesiones y más dinero ha concedido tanto a Catalunya como al País Vasco.
Pero hoy Aznar reniega de sí mismo, porque todo vale, ¡Todo vale!
Veremos qué ocurre después. Y si Sánchez tiene oportunidad de investidura y formar gobierno o habrá que ir a nuevas elecciones. El panorama todavía no está claro, aunque el PP quiera “demonizar” antes de tiempo, con su estrategia de destruir al adversario, aunque sea grave para España.
De momento, dos advertencias:
- La primera al presidente de la patronal CEOE, Antonio Garamendi, quien también tiene su opinión política y su derecho a ejercerla. Pero debería preguntar antes al empresariado catalán cómo ve la situación política, social y económica. Porque la situación actual no es la misma que la del 1 de octubre del 2017, cuando se realizó aquel estrafalario referéndum, y cuando el gobierno de Rajoy solo supo que incendiar mucho más las calles catalanas. Si algo ha ocurrido durante el gobierno de Sánchez ha sido que Cataluña ha ido deshinchándose como problema político y recuperando una convivencia social que en 2017 parecía terminar con una contienda o el envío militar por parte del gobierno español. Aquello sí era una situación infernal.
- La misma reflexión sirve para los independentistas. La CUP ha desaparecido del parlamento nacional. Y el resto de los nacionalistas catalanes ha obtenido 14 diputados de los 48 diputados catalanes que estarán sentados en el parlamento español. Eso significa que ninguno de ellos, y mucho menos Puigdemont, puede hablar en nombre “de todos los catalanes”. No, no son todos, ni mucho menos. Y cada vez son menos. Que no se equivoquen con sus presiones, porque pueden encontrarse con el rechazo de la propia sociedad catalana a la que dicen representar. Cataluña, al igual que España, es también plural y diversa. Y su ideología no la representa en exclusiva el independentismo. Por tanto, las exigencias no son la mejor forma de negociar.
Lo sorprendente es que el protagonista del que todos hablan, al que todos se refieren, y sobre el que todas las miradas están puestas es Pedro Sánchez, quien sigue gobernando en funciones, de forma tranquila y callada, esperando su momento.
Y me pregunto. Si el PSOE y, en su caso, Pedro Sánchez, es el único que ahora mismo tiene posibilidades de gobernar, de negociar, de consensuar pluralidades, ¿por qué no se plantea el PP cederle sus votos o abstenerse para que pueda gobernar sin concesiones?
No se rían. El PSOE sí lo hizo en su momento con Rajoy para impedir unas nuevas elecciones. Y el segundo mandato de Rajoy fue un verdadero desastre económico y social.
Si es el PSOE quien tiene más simpatías y habilidad para representar a una España plural, debería ser el PP quien se aleje de la ultraderecha para evitar nuevas elecciones. Ese podría ser el mensaje de Feijóo.
Ana Noguera Montagud
Doctora en Filosofía por la Universidad de Valencia.
Tutora de Sociología en la UNED (Valencia)
Miembro del consejo de redacción de la revista Temas para el Debate, y crítica de libros de la revista Sistema.
Articulista en la revista digital Sistema Digital.
Miembro de las asociaciones literarias Concilyarte y Clave.
Ha codirigido cursos de la UIMP (Valencia)
Miembro de varias ONG Greenpeace, Médicos Sin Fronteras, Cruz Roja, Amnistía Internacional y Fundación Hugo Zárate.
Coordinadora de actos culturales: mesas redondas, presentaciones de libros, encuentros literarios y exposiciones.
Varias publicaciones: artículos de prensa, críticas de libros, artículos de reflexión filosófica, antologías poéticas, novela y ensayo.