HEMEROTECA       EDICIÓN:   ESP   |   AME   |   CAT
Apóyanos ⮕

Una oportunidad que no debemos desaprovechar


(Tiempo de lectura: 2 - 4 minutos)

El 2 de junio pasado, Pedro Sánchez tomaba posesión como nuevo Presidente del Gobierno de España. Cinco días más tarde lo hacía el gobierno, donde las 11 mujeres y 6 hombres del gabinete, lo convertían en el consejo de ministras y ministros con mayor presencia de mujeres, no ya de nuestra democracia, sino de cualquier otro país de la OCDE.

Esta composición, inédita en nuestro país, y que amplía la senda del gobierno paritario de José Luis Rodríguez Zapatero, simboliza un cambio imparable en la política y en la sociedad española. El papel protagonista de la mujer en los cargos ministeriales representa un paso firme hacia la plena normalización de una situación injusta. Ciertamente, aun siendo un avance, no es suficiente, puesto que la igualdad plena se consigue con medidas destinadas a paliar un agravio histórico, profundizando también las medidas destinadas a poner fin a la discriminación (laboral, salarial…) y la violencia machista contra las mujeres. En este sentido, la medida del presidente Sánchez de recuperar el ministerio de Igualdad uniéndolo a la vicepresidencia, es otra medida acertada en este camino.

Y es que el nuevo gobierno socialista presidido por Pedro Sánchez ha conseguido en 7 días dar un giro de 180 grados a la política española acabando con la sensación de desamparo, cansancio y hastío que destilaba el anterior gobierno. De pronto, y después de una ejemplar moción de censura provocada por la inacción del ex presidente Rajoy ante la gravísima sentencia del caso Gürtel, ha aparecido ante la población un nuevo presidente dispuesto a modernizar el país, gobernar desde la transparencia y la ética más exigente, impulsar medidas largamente esperadas rodeado de un gabinete de expertas y expertos, dispuestos a aplicar en sus áreas profundas medidas sociales, de progreso y de reforma.

Medidas y decisiones como las de indexar al IPC la subida de las pensiones, como la de pactar con los sindicatos el salario mínimo en 1000 euros, como la primera medida llevada al Congreso de reforzar la formación de jueces y juezas en la violencia machista, o la esperanzadora (para Europa y para la sociedad) medida de acoger a los migrantes del barco Aquarius. Estas primeras medidas, cuando apenas se han producido 2 consejos de ministros, nos hacen albergar fundadas esperanzas en un gobierno dispuesto a abrir una etapa radicalmente distinta en la política española.

Una nueva etapa que también debe traducirse en diálogo y distensión respecto a la cuestión catalana. Un problema agravado por la absoluta falta de diálogo entre los sucesivos gobiernos catalanes desde 2012, subidos en el acelerón unilateral e ilegal, y el gobierno de Mariano Rajoy, incapaz de ofrecer alternativa política alguna en una situación de bloqueo.

Es por ello que el anuncio del levantamiento del control previo de las cuentas catalanas fue una señal de normalización, acorde con el fin del 155, al haberse constituido en Catalunya un gobierno autonómico. Es también motivo de satisfacción el nombramiento de la ministra Meritxell Batet, como responsable de política territorial, ya que en este terreno se habrán de tomar las iniciativas destinadas a acordar bastantes medidas largamente reclamadas desde Catalunya y que gozan de un muy amplio apoyo social y político, así como el necesario impulso al proceso de reforma constitucional.

Las señales desde Madrid, desde el gobierno de España, son esperanzadoras. Para todos los españoles, catalanes incluidos, por supuesto, ya que los beneficios lo serán para todos. Pero también son esperanzadoras para los que desde Catalunya venimos reclamando insistentemente que la única salida es la vía de la negociación, el diálogo y el pacto.

Pero el diálogo es cosa de dos y las declaraciones del president Torra de disposición al diálogo, han de venir acompañadas de una actitud bien distinta a la que se mantuvo por parte del Govern de la Generalitat en la anterior legislatura. No son de recibo las continuas alusiones a proseguir con una vía unilateral, no es lógico anunciar desplantes al Jefe del estado, no es normal que se atribuya una autoridad insólita a personas y órganos no contemplados en el Estatuto de Autonomía, no es bueno que las instituciones exhiban símbolos de parte, como tampoco es razonable desconocer la separación de poderes que es uno de los elementos constitutivos de nuestro estado de derecho.

Esperemos que la oportunidad que nos ofrece el nuevo tiempo que se abre en España sea correspondida por una nueva actitud por parte de las instituciones catalanas. Nos va mucho en ello.

Primer secretario del Partit dels Socialistes de Catalunya.