Atentado en París, fallo en la prevención
- Escrito por Roman Echaniz
- Publicado en Opinión
El día 3 de octubre, Mickaël H, de 45 años, recién convertido al islam, de origen antillano, casado y con dos hijos, funcionario administrativo desde el 2003 dedicado a labores informáticas en la Dirección de Inteligencia de la Prefectura de Policía (DR-PP) situada cerca de la Catedral de Notre Dame hirió de muerte a dos agentes de policía y a un funcionario administrativo de la Dirección de Inteligencia del Prefectura en dos oficinas de la primera planta del edificio. Luego atacó a dos mujeres en una escalera: una agente de policía y otra empleada de recursos humanos. Para ello utilizó un chuchillo cuyas características lo hicieron pasar inadvertido en los arcos de seguridad.
"Oí un tiro y supe que era en el interior. Instantes después vi. a unas policías llorando. Estaban en pánico" es lo declaro una intérprete que estaba en el interior del edificio de Jefatura. “Primero pensé que un policía se había suicidado. Pero no, era el policía con el agresor abatido, el policía estaba llorando”. Minutos después desde la megafonía del Palacio de Justicia una voz anunciaba que "Una agresión se ha producido en la jefatura de policía. La situación está controlada. La Cité está vigilada". Un compañero del autor, acabo con la vida del agresor. El prefecto Didier Lallement explicó que "esta tragedia es tanto más terrible cuanto que ha llegado a la Prefectura y ha sido llevada por uno de nosotros".
¿Qué ha pasado? o más bien ¿Qué ha fallado? Francia viene sufriéndolo desde hace años ataques con arma blanca contra policías. También otros países como Bélgica o Alemania han sufrido atentados con este tipo de procedimientos. Es cierto que muchos sujetos susceptibles de perpetrar una agresión de este tipo son monitorizados dependiendo de la evaluación del grado de peligrosidad que pudieran tener. Sin embargo, el alto números de sujetos unida a la dificultad de anticiparse a este tipo de actuaciones, hace de hecho que la continuación en el tiempo de este tipo de ataques con arma blanca sea inevitable.
La Brigada Criminal barajaba tres hipótesis, probablemente complementarias, problemas personales, episodios de locura y un conflicto laboral con su jefa de servicio unida a su radicalización religiosa. No obstante, la Fiscalía Nacional Antiterrorista de París ha remitido oficialmente la investigación a la sección antiterrorista de la Policía Judicial de París. En estos momentos la investigación ha pasado de Brigada Criminal de la Dirección Regional de la Policía Judicial (DRPJ), a la Subdirección de Lucha contra el Terrorismo de la División Central de la Policía Judicial y a la DGSI.
El autor se convirtió al Islam hace apenas 18 meses. A día de hoy, se desconoce la forma y el modo en la que el agresor se convirtió al Islam, pero todo parece indicar que esta se realizó en el ideario salafista, opción doctrinal de carácter subcultural que deviene en ecosistema necesario para la subsistencia yihadista.
Según el ministro del interior francés Christophoe Castaner el autor no había presentado el menor signo de alarma o de dificultades de comportamiento. Según la mujer del agresor, este había tenido visiones y había escuchado voces esa misma noche despertándose sobresaltado. Un vecino de Michaël Harpon autor del ataque, asegura que lo escuchó gritar varias veces “¡Alá es Grande !” la noche antes del crimen a eso de las tres y cuatro de la mañana. Se desconoce si ese episodio relatado por su mujer es esporádico o continuo en el tiempo, pero no parece que las declaraciones del ministro se conjuguen muy bien con episodios continuos de delirios. La esposa del agresor, cuya custodia policial fue ha sido ampliada este viernes, habló con los investigadores de la Brigada Criminal sobre el "comportamiento inusual y agitado" de su marido el día antes de cometer el crimen. Ahora bien, sin entrar a valorar la validez o no de esta versión, aun compatible con la actual línea de investigación, lo cierto es que un diario francés acaba de publicar que poco antes de los sucesos, su esposa le envió un mensaje en la que decía "Sólo Allah te juzgará". Mala señal.
Haciéndonos eco de la posibilidad de la existencia de trastornos de personalidad del actuante, lo cierto es que estos trastornos, para el caso de que existiesen de manera más o menos continuada, debieron de haber sido percibidos por sus compañeros de trabajo, máxime en cuando llevaba trabajando en dicha prefectura más de 15 años, nada menos que en el departamento de inteligencia de la prefectura. ¿Cómo es posible? Resulta difícil responder a esa pregunta, pero la realidad ha demostrado que sí es posible. Como es posible también que el actuante, es decir terrorista, estuviese en plena posesión de sus facultades mentales.
Dilucidar o no si se trata de un ataque terrorista bajo la premisa de que exista un proceso de radicalización no parece muy razonable pues la adopción de una visión tan rigorista del Islam como la del movimiento salafista, supone de hecho la adopción gradual de una visión dicotómica de la realidad que agudiza el sentimiento victimista, campo abonado para una mala gestión de los problemas laborales, en caso de que estos existiesen. Respecto a la posible existencia o no de conexiones terroristas por parte del sujeto, la experiencia ha demostrado que estas no son necesarias para la catalogación del acto como terrorismo. Además, se ha de tener presente que la subcultura del salafismo cercano al yihadismo posee en Francia un componente claramente antipolicial, al que se percibe como el enemigo. Existen abundantes precedentes de ataques por arma blanca de sujetos radicalizados, como existen también precedentes de ataques por parte de individuos de confesión musulmana con trastornos psicopáticos, donde el discurso salafista unido a algún tipo de elemento detonante o facilitador hace posible este tipo de tragedias, que han de ser tratados como atentados. Ahora bien, pese a estas especulaciones por parte de quien escribe estas líneas, lo cierto es que las investigaciones en curso priman el carácter terrorista de la tragedia.
¿Qué es lo que ha fallado? Los mecanismos de prevención. A pesar del alto número de incidentes que no llegan a su fin, la prevención no es infalible y los ataques son y serán inevitables en última instancia. La incertidumbre en torno a la seguridad anti terrorista es un hecho cierto. La prevención no es suficiente, además la seguridad física de los espacios públicos, sigue siendo necesaria. Que un sujeto, sea o no trabajador de la prefectura, pueda entrar en un edificio público y menos en una prefectura, con un cuchillo de 33 centímetros, resulta terrible.
Francia cuenta con un andamiaje institucional muy solidó en la lucha contra el terrorismo. Los manuales de formación del Comité Interministerial para la Prevención de la Radicalización, su Plan de Prevención “Prevenir Para Proteger” o su recién inaugurada plataforma de capacitación contra el terrorismo denominado VIGIPIRATE son prueba de ello. Ahora bien, resulta paradójico que lo que parece ser un atentado, cuyo móvil pudiera ser una amalgama de motivaciones diversas, articuladas en torno al yihadismo se dé dentro de la Prefectura. La autoría de un atentado por parte de un funcionario público era algo que barajaba el plan Prevenir Para Proteger. De hecho, en la Jefatura de Policía de Paris, 15 agentes fueron objeto de investigación. De todos ellos, 10 por comportamiento radical y 5 por mantener lazos con círculos radicales.
Pese al tiempo transcurrido, parece que solo la existencia más o menos periódica nos hace conscientes de la amenaza que constituye el terrorismo y el extremismo, tanto político como religioso.
Roman Echaniz
Román Echaniz Carasusan es politólogo de formación, especializado en Seguridad Ciudadana y Política Anti Terrorista.