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El caso Bienzobas y la reconciliación


(Tiempo de lectura: 4 - 7 minutos)

Rafael tenía 43 años y era natural de Bilbao. Residía con sus padres en el barrio de Neguri de Algorta. Estaba en paro y tenía por costumbre acudir los fines de semana a la cafetería Gwendolyne de Getxo donde tomaba café mientras leía la prensa. En torno a las 11:30 horas del 10 de junio de 1990, Rafael se encontraba desayunando al fondo de la cafetería como otros tantos días. Jon entro a la cafetería junto a otro individuo. Rafael fue asesinado de un tiro en la cabeza. Apenas 15 días más tarde, el diario Egin publicó un comunicado ETA, en el que calificaba de "error" el asesinato de Rafael. El propio diario Egin resaltaba un párrafo del comunicado "Reiteramos, pues, ante nuestro Pueblo y muy en particular ante los familiares y allegados de la víctima nuestra más seria y sincera autocrítica por esta equivocación y error irreparables".

Francisco llegó sobre las 10.30 a su despacho de la cuarta planta de la Facultad de Derecho. Era un 14 de febrero de 1996. A las 11 tenia previsto examinar a sus alumnos de primero de carrera. Minutos antes llamó por teléfono a su amigo Elias, catedrático de Filosofía del Derecho, quien se encontraba en su despacho apenas a 15 metros del despacho de Francisco. Jon entro al despacho de Francisco. Este se encontraba al teléfono detrás de su escritorio. El despacho tenia una única puerta y apenas tenia diez metros cuadrados. Francisco recibió tres tiros. Uno de ellos en la cara.

Se llamaban Rafael San Sebastián Flechoso y Francisco Tomas y Valiente. Su asesino, el terrorista Jon Bienzobas esta vivo y le gusta pintar. Hace unos días se inauguró la exposición de las obras de Bienzobas, alias “karaka”, en la Casa de la Cultura del Ayuntamiento de Galdakao gobernado por Bildu. El titulo de la exposición es “Desde la ventana de mi celda”, pues Jon Bienzobas está en la cárcel, por estos y otros crímenes. El Ayuntamiento ha asegurado que un amigo de Bienzobas solicitó al Ayuntamiento la organización de la exposición y que esta fue aceptada por ser Bienzobas natural de Galdakao. Así de simple.

La respuesta del Ayuntamiento es fiel a la tradicional degradación moral de la izquierda abertzale. No ven ningún problema en organizar una exposición de las obras de un asesino, al menos no si este ha nacido en la localidad. Resulta difícil avanzar por la reconciliación con esas actitudes. Las victimas de ETA han puesto lo mejor de su parte en pro de esa reconciliación. La actitud del Consistorio con la admisión de la exposición de quien es un asesino y la respuesta a modo de excusa para avalar dicha exposición es una humillación a las victimas y un ataque frontal contra la sensibilidad de cualquier demócrata. Todos los asesinos han nacido en alguna parte, no por ello el centro cultural de su municipio le ha de prestar sus instalaciones para exponer sus obras.

Con este tipo de actitudes el estigma de haber apoyado, jaleado y aplaudido el terrorismo continuara pesando en la memoria de todos, dificultando el ya de por si difícil encaje de Bildu y la izquierda abertzale en la vida democrática. La sociedad esta haciendo un esfuerzo por dar carta de normalidad en las instituciones a quien fuera considerada hasta hace poco parte del entramado de ETA. Esa carta de normalidad no es nada fácil. Prueba de ello es que parte de la población aun considera que no debe dáseles espacio en la RTVE o realizar ningún tipo de pacto político con ellos. Tal y como están gestionando el asunto de la exposición y la cuestión de los homenajes a los terroristas salidos de prisión el rechazo a su normalidad en las instituciones parece justo y razonable.

La Audiencia Nacional ha desestimado la petición del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) de cancelar la exposición de pintura. Según el magistrado ni de la información aportada por el Colectivo de Víctimas ni el informe encargado a la Ertzaintza se desprende que el acto haya sido promovido por una organización ilegal (¿?) ni que la misma exposición vaya a constituir un acto de humillación y desprecio a las víctimas pues “exclusivamente se trata de una exposición de cuadros y esculturas realizado por una persona condenada a prisión, integrante de la organización terrorista ETA”. Y es que el magistrado no parece haber valorado que la humillación no es fruto de las obras ni de su exposición si no de la decisión del ayuntamiento de ceder la casa de cultura de propiedad publica a un asesino si mas merito que el ser natural del municipio. El Gobierno Vasco ha pedido al consistorio vizcaíno que "sea sensible con las víctimas y que atienda su reclamación" recordando que no se trata de una actividad que esté prohibida por Ley, sino que es "un imperativo ético y humano, vinculado con la sensibilidad que merecen o que demandan las víctimas del terrorismo". Lamentablemente parece mucho pedir a la izquierda abertzale.

Según la cabeza de lista de EH Bildu al Congreso por Gipuzkoa, Bienzobas es "un preso condenado", que está cumpliendo "una condena larga" en la cárcel, y que "hace cuadros", "Y eso no creo que haga daño a nadie". Así de simple. Afirma que "hay gente que quiere volver al pasado" y que, aunque en materia de convivencia "hay muchos flecos por cerrar, el camino no es ése" pues en que momento “se pasa de exponer un cuadro, un tema artístico, a que todo esto se convierta en un ataque a las víctimas". Ella no lo ve, aun que hay muchos “flecos”. No sabemos a que se refiere con flecos por cerrar, pero no parece que se refiera a la memoria de la victimas. No con la sensibilidad esperada. De hecho, ha considerado que se está queriendo "sacar las cosas de su contexto", algo que ya "lo han hecho otras veces", y ahora se está "en campaña electoral y en eso también se nota".

Nadie duda sobre la necesidad de pasar página. Ahora bien, esta ha ser leída. La división parece clara. Parte de la cúpula de la izquierda abertzale quiere pasar rápido la página de su pasado sin leerla. No les interesa. Quieren “mirar al futuro” y adaptarse a las instituciones con normalidad. Y es entonces cuando las victimas denuncian esta situación de humillación cuando los jerarcas de la izquierda abertzale necesitan arremeter contra los denunciantes acusándoles de interesados, electoralistas o rencorosos. La voz de las victimas es la prueba viviente de ese pasado de violencia a la que está unida la izquierda abertzale y cuando surge un problema como el de esta exposición donde toda la sociedad salvo la izquierda abertzale la considera un autentico error, se ha de rectificar.

Los homenajes y los actos de apoyo a terroristas dan cuenta de que no han entendido nada o peor aun, no quieren hacerlo. Tiene uno la sensación de que parte de la identidad actual de la izquierda abertzale sigue unida a la violencia y que le es muy difícil deshacerse de ella. El sueño del MLNV ha durado 40 años y no quieren despertar. La realidad no es tan estimulante. Ellos han sido uno de los principales temas de la agenda pública. Han ocupado los espacios televisivos y portadas de periódicos durante décadas. La desazón por el protagonismo perdido es considerable. ETA fue vencida por el Estado de Derecho y hábilmente manejada por un valiente Jesús Eguiguren y un astuto Rubalcaba que llevaron a ETA a un callejón sin salida. Saben perfectamente que la supuesta decisión estratégica de ETA de entregar de armas para abrir un nuevo escenario es pura fantasía. Pero es la suya y quieren estirarla. Se resisten a vivir sin ese pedacito de su vida, el denominado conflicto. Viven atrapados en el mismo. Aun necesitan avivar la polémica, provocar, desafiar y enfrentar para sentirse vivos. O eso, o admitir que se han convertido en una plataforma electoral, un partido político más. Otros pretenden seguir adelante, sin mirar atrás y cada vez que lo primeros cometen un error, grave y lamentable como el de Galdakao necesitan salir en su defensa, pues son parte de su antigua familia política y de su nueva plataforma electoral. No puede haber reconciliación sin arrepentimiento, como un puede haber justicia sin ley. Afortunadamente, no toda la izquierda abertzale es así, pues hay quienes son capaces de pedir perdón.

Román Echaniz Carasusan es politólogo de formación, especializado en Seguridad Ciudadana y Política Anti Terrorista.