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El coronavirus. Silencios e Irresponsabilidades


(Tiempo de lectura: 4 - 7 minutos)

Las guerras silenciosas

La grave pandemia del coronavirus en Europa, y en mayor o menor grado en todo el mundo, incluidos los EEUU; y su posible extensión y agravamiento en las etapas “contención” o “contención reforzada”, se ha realizado en España entre silencios y graves responsabilidades. El silencio se refiere, sobre todo, a la incapacidad política del Gobierno y todos los partidos del consenso sobre las medidas aplicables a la pandemia.

Estas graves responsabilidades, fundamentalmente en lo que se refiere al suministro de medicamentos muy eficaces y equipamiento médico profesionalizado, además de la posible ayuda de profesionales altamente cualificados representan una grave responsabilidad del Gobierno.

El Gobierno ha reducido los medios de todo tipo para defender a los ciudadanos de una pandemia de efectos potencialmente catastróficos. La responsabilidad corre a su cuenta y a la de todos los partidos políticos que han consensuado las medidas a adoptar para frenar la pandemia.

No es cierto que el Gobierno haya aceptado la experiencia de China en el rápido control de la pandemia y la posible aplicación –tal como se ha hecho en el país asiático-, de medicamentos muy eficaces procedentes de Cuba. Los motivos son evidentemente políticos e ideológicos. Tal aceptación supondría la de un sistema de salud como el de China y Cuba, que son capaces de organizar en pocos días a su ciudadanía bajo el mismo lema que se utiliza aquí con resultados lentos, desorganizados, caóticos en muchos aspectos: “La solución está en manos de los ciudadanos” Aquí a trompicones, allí de manera ordenada, solidaria y consciente.

Corona virus más crisis no suma cero, suma desastre

Por si fuera poco, la crisis económica que ya corroía nuestra economía, va a ser agravada por la pandemia del coronavirus, que a su vez sumará sus efectos a la primera en un proceso de realimentación extremadamente preocupante.

Los desvelos reales del Gobierno -y la “leal oposición”- suponen una contradicción que no pueden resolver. La crisis puede ser terrible en sus consecuencias y el coronavirus también. ¿Qué hacer?, se pregunta el Gobierno.

El problema de mitigar la pandemia –en estos momentos muy difícil de controlar por no poder aceptar ni aplicar la experiencia y el sistema de organización social de China y la ayuda de Cuba-; va a ser muy problemática y, con seguridad, afectará gravemente al número de contagiados y de muertos.

Al “consenso constitucional” le preocupa que las incapacidades y el ocultamiento del sistema –fabricado para eso-; unido a los modos de intervención de la organización sanitaria de salud, así como la asignación de fondos para material y personal va a ser un libro abierto para sociedades adormiladas y depauperadas por la crisis. Ahí está el problema.

Puedo apuntar algunos efectos muy visibles ya producidos y que aumentarán aceleradamente:

El efecto comparación

La atención, la organización de medios y personal sanitario, persecución de los focos, control de la población infectada, aislamiento de personas, desinfección de ciudades muy importantes (incluso enormes), focos o zonas de contaminación; protección de toda la población en países como China, Rusia, Irán, Cuba, Venezuela está siendo ejemplar.

Lo está siendo en todos los aspectos de localización de focos, aislamientos, protección de niños y ancianos, movilización de recursos hospitalarios, etc., a pesar de sus carencias económicas, de los bloqueos y embargos –en los que participa el estado español -también por “consenso constitucional”-, y del aislamiento internacional criminal que algunas de ellas están sufriendo.

Los apoyos económicos del Banco Mundial, el FMI y otras entidades económicas como la OCDE o la propia ONU han sido casi nulos aparte de la colaboración –muy precaria, por cierto- de la Organización Mundial de la Salud.

En la rica Europa y en la menos rica España

En contraste con ello, los países europeos ya afectados gravemente, y otros países ricos con economías de mercado, neoliberales y privatizadas; y servicios de salud privados como los EEUU y alguno de sus aliados, han estado desprotegidos frente a una emergencia sanitaria.

En EEUU los esfuerzos de contención han sido muy frágiles y desiguales, inexistentes para la mayoría de la población. El simple diagnóstico de la enfermedad, muy caro, ha tenido que atenderse por fondos especiales totalmente puntuales, insuficientes, entregados a gobiernos estatales o federales que carecen de una red asistencial mínima. Es previsible una extensión rápida de la pandemia y de procesos de corrupción en las redes que manejarán los fondos puntuales. La salud será, como siempre un privilegio de los ricos. Un horizonte imposible para los pobres y para las minorías.

El aislamiento de zonas muy amplias ha sido posible e impecable en China y lo será en Irán a pesar de su pobreza y el bloqueo. En ambos países gracias al comportamiento ejemplar de sus servicios médicos y a la propia rapidez del control sanitario.

La solidaridad internacional ¿Dónde?

La solidaridad internacional ha funcionado de una manera rápida y eficaz entre los países socialistas. Cuba ha enviado medicamentos fundamentales para evitar la gravedad y ha puesto todos sus recursos médicos a disposición de los países afectados dando un ejemplo de solidaridad internacional sin distinciones.

En España, la contención de la expansión de la pandemia y su calificación como tal –aceptada a regañadientes por las autoridades sanitarias- se ha visto afectada por las enormes deficiencias de un sistema de salud -castigado por los continuos recortes presupuestarios- que han afectado a la calidad de los servicios y a sus posibilidades de actuación preventiva y de “contención” o “contención reforzada” a pesar de los enormes esfuerzos solidarios y de riesgo del conjunto pero insuficiente personal sanitario.

Dejando de lado ahora la posible utilización del virus como arma económica y comercial hay que señalar los inmediatos efectos económicos que van a empobrecer a toda la población. Algunos de ellos producirán el efecto positivo de comparación, toma de conciencia y exigencia.

El primero, que ya he indicado brevemente, es el inmediato “efecto comparación” y sus consecuencias de toma de conciencia de la población. Su resultado afectará a las exigencias en cuanto al modelo social que debe imponerse, y a las inmediatas reivindicaciones y medidas que tenemos que plantear con urgencia.

Los ciudadanos y ciudadanos de este país tomarán conciencia también de los efectos económicos catastróficos que esta crisis ha tenido. El coronavirus ha desatado y destapado la existencia de una gravísima crisis económica que afectará al sistema económico en su conjunto y que analizaré en otros artículos.

Como ejemplo de lo que digo reproduzco una nota de prensa de Cuba Debate, reproducida por Resumen Latinoamericano:

“Resumen Latinoamericano*, 10 marzo 2020

Carta al Gobierno italiano

La Asociación Nacional de Amistad Italia-Cuba (Anaic) pidió al ministro italiano de Salud, Roberto Speranza, solicitar la colaboración del Gobierno cubano en el enfrentamiento a la epidemia del coronavirus COVID-19.

En una carta dirigida a Speranza, la presidenta de dicha asociación, Irma Dioli, se refiere, en primer lugar, al interferón cubano alpha (IFNrec) empleado con óptimos resultados desde enero último por las autoridades sanitarias chinas junto con otros medicamentos.

La confiabilidad científica del producto -indica la misiva- es avalada por numerosas investigaciones y experimentos exitosos en el terreno durante años, lo cual es comprobable a través de fuentes especializadas oficiales y también por una amplia disponibilidad de artículos sobre ese tema.

Por otra parte, apunta, vista la carencia de personal sanitario disponible, nos permitimos sugerirle promover un acuerdo con las autoridades cubanas competentes para solicitar la colaboración de médicos y enfermeros cubanos en las estructuras hospitalarias italianas.

Al argumentar las propuestas, Dioli destacó la elevada competencia, preparación y especialización del personal médico cubano, así como en importante reconocimiento internacional a su experiencia en el campo de las enfermedades infecciosas y epidemiológicas.

*Fuente: Cuba Debate 11/03/2020

Alférez de navío en 1968. Licenciado en Ciencias Políticas Sociales y Económicas (UCM), en 1975. Fue militar profesional, marino, hasta 1986. En ese año pasó voluntariamente a la reserva.

Formó parte de la corriente antifranquista clandestina en las fuerzas armadas. Perteneció a la Unión Militar Democrática. Realizó actividades antifascistas, antigolpistas; y por la amnistía y reincorporación de los compañeros que habían sido juzgados, encarcelados y expulsados, hasta el golpe militar del 23-F y, más allá, hasta bien entrada la “Transición”. Asesoró –también de manera semiclandestina- al movimiento contra la entrada de España en la OTAN. Su pase «voluntario» a la reserva se produce ante el bloqueo de toda posibilidad de cambio profundo en las Fuerzas Armadas. Todos los militares que habían pertenecido a la UMD fueron sistemáticamente marginados.

A partir de 1986 participó activamente en el movimiento contra la OTAN y más tarde en el movimiento por la paz; en la Comisión AntiOTAN de Cádiz y en la Coordinadora de Organizaciones Pacifistas de Andalucía.

Fue coordinador de la Asociación Bartolomé de las Casas que promovió y organizó, como réplica a la conmemoración del V Centenario, el Foro Popular de Puerto Real. A partir de 1992 cooperó en actividades de solidaridad con Cuba. A raíz de esta colaboración entró en la CUT y en Izquierda Unida, y fue concejal en Puerto Real entre 1995-99.

Participó en el nacimiento de Corriente Roja. Abandonó IU en 2003 cuando su coordinador Gaspar LLamazares firmó una carta de la Revista Encuentro: «Contra la represión en Cuba«.

Formó parte de la candidatura a las elecciones europeas: “Iniciativa Internacionalista- La Solidaridad entre los Pueblos»,
que fue ilegalizada por el Tribunal Supremo y admitida por el Tribunal Constitucional.

En el verano de 2011, a consecuencia de la crisis y ruptura de Corriente Roja, participó en la fundación de Red Roja. A partir de 1998 comenzó a escribir de manera sistemática. Desde entonces publicó durante varios años artículos de análisis político en El Viejo Topo. En junio del 2000 fundó y dirigió, con dos compañeros más, la revista digital Cádiz Rebelde, responsabilizándose de la sección Internacional. Dos o tres años más tarde se dedicó de manera exclusiva a la información en medios digitales alternativos.

En el año 2006 Cádiz Rebelde se convirtió en el diario digital inSurGente. Fue fundador, co-editor y co-director de inSurGente, miembro de su Consejo de Redacción y responsable de los temas internacionales.