Desmoronamiento del confinamiento. La desescalada y el distanciamiento social en Cataluña
- Escrito por Andrés Cascio
- Publicado en Opinión
Sin lugar a duda, el distanciamiento social que está provocando esta pandemia, acarrea importantes consecuencias y al margen de la insolidaridad o más bien dicho, la irresponsabilidad de algunos ciudadanos. Las consecuencias que de forma concreta tendrá esta emergencia global en Cataluña, serán muy graves y los perjuicios económicos harán mella en la ciudanía y en particular en comerciantes, autónomos, pequeños empresarios y en colectivos nada despreciable de parados como resultado de esta crisis.
La recuperación, tardará en hacerse efectiva al menos durante un par de años, aunque pueda considerarse a nivel macro que la remontada puede darse en forma de U, el perjuicio en el sector turístico, en la industria del automóvil, y en sus subsectores o industrias adyacentes, contribuirá a ahondar la crisis social en un territorio que arrastra un quebranto desde la apertura del conflicto catalán.
Desde los recortes del President Artur Mas, el Paladín que inició el procés y que dio lugar a que el ICS (Institut Català de la Salut) perdiese un 15% de sus facultativos y un 11,8% de enfermeros de atención primaria desde 2010. La precarización de los puestos de trabajo con los tipos de contrato de la plantilla (médicos/as, enfermero/as, personal de gestión y demás personal del ámbito sanitario), bajaron entre un 3,5 y un 5%. Y los datos reflejan que fue la presidencia de Artur Mas la que más recortó el gasto en salud, es cierto que como consecuencia de la crisis, pero también por la deuda galopante que todavía arrastra la Generalitat.
El encargado de la tijera fue el conseller de Economía de la época, Andreu Mas-Colell, definido por él mismo como "el Messi" de la política, de lo que él mismo calificó en aquella época como "el govern dels millors" (el gobierno de los mejores).
Aquí comenzó la debacle, cuando en una espectacular huida hacia adelante, acuciado por la corrupción, el 3%, denunciado por el President Maragall, (al que ahora los tribunales han dado la razón), junto al cohecho la deshonestidad y los turbios manejo financiero de la familia Pujol, con el padre y la madre como grandes defraudadores del pueblo de Cataluña, da inicio al proceso de independencia y con una magistral campaña de comunicación, capaz de tapar los trapos sucios, capaz de enervar y a la vez crear una falsa ilusión, un trampantojo, un credo, que terminaría desembocando en una crisis social de profundas raíces; amigos, compañeros y/o conocidos distanciados, el silencio cubre al miedo en las conversaciones diarias, un distanciamiento social que llega incluso al seno de las familias.
Con o sin mascarilla, algunos optan por no relacionarse. La economía se resiente, Cataluña pierde su elogiada posición en el ranquin de una de las regiones con mayor PIB y desarrollo en la península ibérica.
En 2012 el gasto real se rebajó en la partida de Salud a 9.056 millones, lo que suponía una rebaja de casi el 6%, respecto al 2011, y en el 2013 rebajó el gasto público en Cataluña en otro, 2,3%. En el 2017 la revuelta cívico-política y popular inducida y acaudillada por una campaña de comunicación que arengaba a las masas, intenta el desgarro y hacer pública la independencia que no fue, otro engaño que agravó el distanciamiento social y la crisis ciudadana.
Ya en el 2020, nos sorprende una epidemia global y nos pilla con una sanidad en precario, con grandes trozos externalizados, y con un gobierno de President interpuesto de alguna manera títere del novo político huido y con una vida cómoda en Bruselas, Joaquim Torra, que ha anunciado su próxima retirada frente un debilitado desgobierno, que ahora intenta hacer uso de la epidemia sanitaria para volver a levantar la voz en favor del desenganche de España, de Europa y para marginarse de la tendencias globales.
¿Ahora es acaso exigible la pretensión de que se le conceda la gestión de la desescalada al gobierno autónomo de Cataluña, con el crédito curricular que arrastra como acervo?
En este punto habría que recordar, la nefasta política de gestión y responsabilidad que ha tenido la Generalitat con las residencias para personas de la tercera y cuarta edad y la recomendación de no facilitar el ingreso en UCI a los mayores de 80 años, para priorizar a los que tenían más posibilidades. Este argumento además de falaz, insolidario, descalifica cualquier pretensión de asumir la gestión de la desescalada para poner en riesgo a algunos sectores sensibles de la ciudadanía y de la población de riesgo.
El chantaje, para que se constituya la mesa de negociación, justo en este momento, antes de atender la crisis de la emergencia sanitaria y de prestar atención a los factores de urgencia de la microeconomía, no constituye otra cosa, que una forma democráticamente despreciable de efectuar presión desde la oposición.
Los factores psico sociológicos que acarrea esta crisis, ya estaban comenzando a menor escala con el distanciamiento social y brecha abierta entre la ciudadanía, a causa del “procés”. Seguramente ellos lo nieguen y repitan una mil veces que es mentira, y es bien seguro que la historia se escribe desde el poder, pero la verdad, se encuentra en las vivencias diarias del común, de todos y no de algunos. La aritmética dice que son solo el 45% aproximadamente ellos y los otros, plausiblemente un 51%.
La oferta desde el mando único para el estado de alarma es generosa, pero sobre todo es razonablemente lógica y en consonancia con los criterios científicos expuestos por los expertos.
Una llamada a la reflexión, la coherencia, la sensatez y la justicia social como prioritaria, es hoy más necesaria que nunca.
Andrés Cascio
Doctor en Psicología Social, Profesor Retirado de la Universidad de Barcelona. Docente de distintas universidades de España y América Latina.
Conferenciante, Asesor para la vinculación académica Internacional. - Ha sido Experto Internacional de la O.E.A, y Catedrático de la Escuela de Especialización de la O.E.A. (Panamá) y director de Proyectos del Fondo Social Europeo. UE.
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