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Rodilla a tierra: yo también soy George Floyd


(Tiempo de lectura: 3 - 6 minutos)

Mi libertad se termina dónde empieza la de los demás (Jean-Paul Sartre)

Homo homini lupus

(El hombre es un Lobo

para el hombre) Asinaria,

Plauto (254-184 a. C.)

El racismo constituye un fenómeno psico social que hallamos en distintas culturas y civilizaciones a lo largo de la historia, inmerso en la trasmisión oral intergeneracional y en la literatura, va horadando a través de la ignorancia hasta hacerse un hueco en trasfondo de la personalidad social de muchos pueblos.

«A los blancos hizo Dios,

«A los mulatos San Pedro,

«A los negros hizo el diablo «para tizón del infierno.»

del Martin Fierro, José Hernández. Obra cumbre de la literatura Argentina.

En el 2014, Kristof Dhont y Gordon Hodson publicaban un interesante análisis sobre la relación psicológica intrínseca de este fenómeno, psico-socio- patológico. Algunos estudios han mostrado una relación entre el racismo y unas menores capacidades cognitivas, como el razonamiento abstracto, el razonamiento verbal y la inteligencia general.

El complejo estigma-discriminación racial puede llegar a estar asociado a un trastorno mental emocional, como un factor de riesgo en el desarrollo de la conducta o en la aparición de comportamientos anómalos, irritativos e incluso de agresividad e ira.

Pero a la vez, aquellos que participan de la ideología racista o incluso que la practican, son presa de su ignorancia y la intolerancia que lleva aparejada este tipo de conducta, hace aflorar sin duda alguna sintomatología que se correlaciona con las patologías propias de una personalidad asocial, con la que este tipo de individuos se manifiesta como coadyuvante.

Según el diccionario de la Real Academia Española, el racismo es la “exacerbación del sentido racial de un grupo étnico que suele motivar la discriminación o persecución de otro u otros con los que convive” y sin lugar a ninguna duda el dominio y el poder del supuesto “mundo desarrollado”, el denominado primer mundo, se encuentra en manos de la raza blanca, que por consiguiente ha configurado la idea, que el resto de las etnias son inferiores y a lo largo de la historia ha intentado aprovecharse de la diferencia para su explotación primero y su degradación después.

En el mundo actual, se pone de manifiesto que etnias como las asiáticas, conocidas como “amarillas”, pueden ostentar el poder y convertirse a más o menos un corto plazo en la historia, en algunas de las potencias imperialistas dominantes. Cambiando el bastón de mando, esta amenaza al poder blanco provoca que aumente la tensión en aquellos territorios que aún controlan, por el miedo a perder su primacía y como siempre las consecuencias recaen una vez más sobre los más débiles y esto lo constituyen los colectivos de la etnias negras.

No es un fenómeno de nuestro tiempo, la historia así lo demuestra, pero el odio y las fobias se incrementan, alimentados por una ideología extremista, de algún modo una ideología o doctrina política basada también en el racismo y la xenofobia.

Pero no debemos confundir ambos conceptos. Todo racismo entraña xenofobia, pero no a la inversa: cuando alguien de raza ajena al grupo alcanza niveles económicos altos, y el racismo hacia él se debilita o desaparece, decimos que el rechazo o discriminación por razones de nivel económico estaba solapada con una forma de racismo que era más débil que la propia discriminación económica o de clase, tan frecuente en el interior de las sociedades o gruposi. Según la Organización Internacional de las Migraciones, la xenofobia se emplea para designar “actitudes, prejuicios o conductas que rechazan, excluyen y, muchas veces, desprecian a otras personas, basados en la condición de extranjero o extraño a la identidad de la comunidad, de la sociedad o del país”.

La xenofobia se define por el rechazo a los que vienen de afuera de las fronteras de la cultura con la que en principio me identifico, es decir definen mi identidad, constituye una xenofobia, aunque sea de mí misma etnia y tal vez de una región limítrofe a la mí territorio.

No cabe duda alguna que la xenofobia ha estado ligada a la discriminación racial, religiosa y cultural, muchas vinculadas a tradiciones históricas, pero en la mayoría de los casos vinculadas a la situación profesional y económica del bárbaro. (Los antiguos griegos empleaban el término para referirse a personas extranjeras, que no hablaban el griego ni el latín).ii

Si los individuos, ya sean extranjeros, nativos de los colectivos discriminados o de otras etnias, pertenecen a un buen estatus económico, la xenofobia o el racismo se convierten en filoxenia, que se refiere a la buena acogida y hospitalidad para con los diferentes. Lo que redunda en la transformación de dichas fobias en otra nueva, la aporofobia, es decir, el rechazo al extranjero o las otras etnias, siempre que sean pobres o simplemente que pertenezcan al medio pelo de la sociedad en la que se desenvuelven, simplemente son mediocres.

Mas allá de las ideologías y conforme a la dimensión universal del hombre, el racismo y la xenofobia constituyen una de las mayores lacras de la humanidad, alimentadas por el desprecio, cuando no por el odio, mediante la justificación de la defensa de los propios intereses.

El derecho a la libertad y al principio de igualdad, presente en la mayoría de los dogmas religiosos y en los fundamentos de la democracia, suelen ser vulnerados al amparo del derecho a preservar el orden y a los derechos de una dudosa mayoría silenciosa, que no es otra cosa, que la mayoría segregadora que propicia el derecho de la supremacía de su etnia, de su casta cultural o de su clase.

Los acontecimientos que sacuden EEUU y que comenzaron el pasado 25 de mayo en Minneapolis con el cruel asesinato del ciudadano George Floyd, han reabierto la lucha que enarbolaron otros líderes como Martin Luther King o Malcom Little X en la pasada década de los 60. Una rebelión que se abre paso y se extiende por una gran cantidad de países a lo largo y a lo ancho del mundo.

Esta justa rebelión en forma de marchas y protestas debería de ser el grito a voz alzada de todos los seres humanos de bien, que deberíamos clamar por la libertad, la igualdad y la fraternidad universal, haciendo llegar la indignación hasta nuestros votos, en todas partes donde se encuentre un atisbo de discriminación, repudiando cualquier forma de racismo o de xenofobia.

Deberíamos decir basta y vencer la comodidad individual y egoísta, en pro de los derechos civiles de toda la sociedad.

i Fermín Bouza Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. Artículo publicado en Glosario para una Sociedad Intercultural, Bancaixa, Valencia, 2002.

ii "más allá de donde alcanza el poder de Roma está el mundo caótico, desordenado y tiránico de los bárbaros; tras la romanización, suevos, vándalos y alanos, los pueblos bárbaros del norte, invadieron la Península Ibérica".

Doctor en Psicología Social, Profesor Retirado de la Universidad de Barcelona. Docente de distintas universidades de España y América Latina.

Conferenciante, Asesor para la vinculación académica Internacional. - Ha sido Experto Internacional de la O.E.A, y Catedrático de la Escuela de Especialización de la O.E.A. (Panamá) y director de Proyectos del Fondo Social Europeo. UE.