Saint-Just contra el Islamismo o la reformulación de la radicalización
- Escrito por Roman Echaniz
- Publicado en Opinión
Tras el atentado efectuado por un funcionario administrativo de la Dirección de Inteligencia de la Prefectura de Policía (DR-PP) cerca de la Catedral de Notre Dame en octubre de 2019 donde murieron cuatro funcionarios del Ministerio del Interior, el presidente Macron se refirió a la” hidra islamista”, ese “islamismo subterráneo que corrompe a los hijos de Francia”.
Un mes más tarde, en un seminario organizado por el Ministerio del Interior dedicado a la lucha contra el islamismo y el repliegue comunitario, Christophe Castaner, en su discurso inaugural, se refirió al fenómeno en estos términos:
“El islamismo es un proyecto político antidemocrático y anti republicano, que coloca la ley de Dios - o la de aquellos que la usan indebidamente en su propio beneficio- por encima de las leyes de la Republica. Este es un contra proyecto social, comunitario, autoritario y desigual” para añadir, por si hubiera algún género de dudas, que “el islamismo no es una religión, la usa y la desvía”.
El pasado 7 de Julio 2020 se presentó el Informe Nº 595 elaborado por la “Comisión de investigación sobre las respuestas de los poderes públicos al desarrollo de la radicalización islamista y los medios para combatirla” promovida por el grupo de centro derecha Les Republicains. Dicho informe parece ser la antesala de lo que puede convertirse en la denominada Ley Contra el Separatismo Comunitario. Cuestión que supone de hecho, una reformulación del concepto de radicalización.
El informe parte del hecho de que la radicalización islamista no solo se refiere a la transición a la acción violenta, sino que también implica la adopción de un comportamiento radical no necesariamente violento. Dicho radicalismo derivaría en la acción y voluntad continuada de hacer prevalecer unas normas supuestamente religiosas sobre las leyes de la Republica. Este hecho, estaría impulsado por un proyecto político conocido como “islamismo“, cuya existencia dataría de los años setenta.
Todos los actores involucrados en este proyecto político tratarían- según el informe- en influir en la vida cotidiana y en las relaciones con los demás musulmanes franceses y extranjeros que viven en el hexágono para imponer su ortopraxis en todos los aspectos de la vida de su público objetivo. El propio informe recalca que el “islam radical” no es una fantasía creada con fines represores, pues los males generados fruto de la creciente adhesión a valores ajenos a la Republica así lo demuestran.
Esta “ofensiva”- coordinado o no - estaría dirigida contra sectores enteros de la población pero tendría a los jóvenes como objetivo prioritario. Así, el informe señala cuatro áreas de vigilancia preferente; la educación no reglada, las redes comerciales y asociativas, y la esfera deportiva.
La falta de reacción
La falta de reacción a esta ofensiva, tendría su origen en una respuesta gubernamental demasiado centrada en la amenaza del terrorismo y la radicalización yihadista descuidando el hecho de que los poderes públicos, deben de hacer cumplir los principios del código civil, la igualdad de género y la lucha contra la discriminación a fin de proteger la socialización de sus ciudadanos sin interferencias del radicalismo con pretensiones religiosas. Es, por tanto, una batalla por la laicidad, la unidad e indivisibilidad de la republica, cuya manifestación adquiere su máxima expresión en su cuerpo social.
Un terreno fértil
Para el informe, el Islamismo se ha desarrollado en terreno fértil. Ha prosperado sobre la división económica y social en los barrios en los que vive una población mayoritariamente musulmana. La crisis económica, social y urbana actuarían como factores coadyuvantes, en un conflicto identitario entre Islamismo y los valores de la Republica, donde el Islamismo radical, habría optado por la estrategia del el separatismo, repliegue o autosegregacion comunitaria admitiendo como válidas las dos interpretaciones del fenómeno dadas por Gelles Kepel y Oliver Roi, de la “radicalización del islam” y la “islamización de la radicalidad”.
El propio informe advierte del trabajo de ayuda social realizada por organizaciones islamistas durante el confinamiento admitiendo que son a día de hoy los únicos agentes sociales en los territorios susceptibles de “reconquista republicana”. Una eficacia que según Celine Pina se explica por ser “coherentes, organizados y estructurados”. El trabajo de estas organizaciones debe de entenderse desde la interacción de los ciudadanos de origen magrebí y musulmán con el resto de la población y con el Estado, donde la estigmatización y marginación, admitida como hecho cierto por el informe, operan a favor de estos grupos.
El ecosistema comunitario
La idea de comunidad excluyente o segregada, es contraria a la idea de la indivisibilidad de la Republica en tanto en cuanto, al definir una nueva escala de valores, atomiza la sociedad en una suerte de contra sociedad que vive al margen y aspira a vivir según sus propias leyes.
Una de sus bases argumentales estaría en el relativismo cultural, donde cuestionar una cultura o religión determinada se convierte de facto en una forma de racismo. A ello habría que sumar según el periodista Emmanuel Ravazi, el empuje de las narraciones y construcciones anticoloniales donde una suerte de protocolo continuado de victimización deriva en una toma de rehenes intelectuales en nombre de la islamofobia.
Para el politólogo Hugo Micheron, la victimización pretende desacreditar “el contrato social francés y su modelo de integración republicana”. En un contexto de laxitud e incluso búsqueda de clientelismo de votos por parte de las autoridades policitas locales, la primera víctima son los espacios sociales públicos, donde el islamismo parece imponer su monopolio y aumenta por ejemplo, el hostigamiento a las mujeres que no cumplen el rol que los islamistas pretenden atribuirles
Dimensión Sectaria
Las herramientas de captación y adoctrinamiento dan al islamismo radical un cariz sectario al islamizar la individualidad en favor del proyecto de separación comunitaria de base islamista que tiene por objeto imponer su ortopraxis de manera siempre expansiva.
Según el sociólogo Bernar Rougier, el islamismo estaría monopolizando la socialización primaria en los barrios y en las escuelas, “todos los lugares en los que hay una acción colectiva son estratégico y han sido identificados como tales por los islamistas que ya han aplicado esta estrategia en los países árabes de sur mediterráneo al hacerse cargo de la calle y del campo social.” De hecho el propio informe, solicita la vuelta sin dependencias jerárquicas de la Misión Interministerial de Vigilancia y Lucha contra los Desvíos Sectarios.
Intereses políticos
Tras la presentación del informe senatorial por parte de sus promotores, miembros del partido del centro derecha Les Republicains, el actual titular del ministerio del interior Gérald Moussa Darmanin, tras matizar algunos extremos del contenido del informe, aseguro que el Islam político, era “un enemigo mortal de la Republica”, apelando a la lucha “contra toda forma de comunitarismo”, sin caricaturas.
Más allá de los exabruptos, la presentación de la ley exigirá la proposición de medidas al margen de consideraciones partidistas como la vigilancia dentro de la propia administración, la formación laica, la ampliación de los recursos de monitorización sobre organizaciones que promueven valores incompatibles con la Republica o la limitación de financiación de organizaciones religiosas por parte de terceros países. Medidas y propuestas, al margen de contenidos ideológicos que en algunas ocasiones se limitan a endurecer los prejuicios y estereotipos.
Una realidad
Hay una realidad, más jurídica que ideológica, aun cuando la ley posea un sustrato ideológico. Una realidad sobre la que se ha de actuar. Existen, como no, otras organizaciones extremistas ajenos al islamismo que comparten la misma visión dicotómica y sectaria de la realidad cuya ideología se opone frontalmente a la democracia. Ahora bien, en el caso francés, ninguna posee el empuje del llamado “islamismo”. La actividad de las organizaciones que conforman el islamismo ahonda de una visión polarizada de la sociedad, promueven la discriminación y el odio y por tanto no pueden considerarse como parte de la práctica convencional de ninguna confesión. El rechazo, el ataque y el menosprecio a otras formas de vida, a otras prácticas religiosas o sensibilidades suponen una amenaza contra el ideal de una sociedad plural y abierta. Un ideal, que necesita pasar a ser una realidad.
Roman Echaniz
Román Echaniz Carasusan es politólogo de formación, especializado en Seguridad Ciudadana y Política Anti Terrorista.