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Sociedad COVID


(Tiempo de lectura: 4 - 7 minutos)

Hace unos meses entró en vigor, por obra y gracia de un virus coronado, una serie de cambios, normas y estrategias que afectaban a todas las sociedades y puso al mundo pata arriba.

Con el tiempo, la nuestra, fue adquiriendo modos, hechuras y valores. Nada nuevo. El problema ingresa en la sociedad cuando intuiciones, escarmientos, feligresías, misoginias, criticas razonadas y convicciones desafortunadas, empiezan a confluir en unos ánimos maltrechos y menguan la equidad.

En el fondo no ha ocurrido nada nuevo, seguimos en el eterno debate entre el deber de ciudadano que participa o la resignación, colaboración y mediocridad.

Las éticas salen a pasear, los unos detectan en los otros poca sal en sus molleras, como siempre. El ejercicio del bien enfrentado a la pasividad del mal o viceversa.

Las esencias que emanan de Trento, opuestas a la norma del gobierno, la libertad de acción, enfrentada a la omisión de conciencia de lo común, o todo lo contrario.

La conciencia objetiva, permisiva e individual frente a la subjetiva que omite la común, o al revés.

En una palabra, el lío perfecto, ese que intenta engordar el descontento, desde la oposición ideológica, para ajusticiar sin abrir causa.

El sumiso homo sapiens con mascarilla se convierte, a veces, en otra realidad. Cuando algo no lo ve, lo inventa, así el conjunto de deberes y distingos entre lo correcto y lo incorrecto se pulveriza, los unos rezan a sus inventos y los otros despotrican de ellos.

Muchos ciudadanos han comenzado a confundir la “q” con la “p” y la “b” con la “d”. Es posible que todo proceda de esa conjunción de temores (temores endógenos, exógenos, invertidos) que se confabulan para crear el miedo.

Las conciencias, poco a poco se congregan y disgregan sin orden. Todo es cambiante. La ética positivista complica las acciones de excelencia y progreso por causa del temor negacionista. Los conservaduros negacionistas extreman su actividad. Los modulados prevencionistas sufren acoso. Crecen los desatinos sin tino:

La acción negacionista aumenta en vertientes alejadas de la escena pandémica; las fuerzas de seguridad se manifiestan a favor de la libertad. Esa libertad que silencian en los momentos de ejercer con desmesurada contundencia los desahucios.

Los munícipes que reniegan de algunas lenguas de las que se nutre la España plural, instan a los ciudadanos en castellano y chino mandarín, a que realicen sus compras en el barrio.

Las presidencias crean hospitales para frenar la pandemia, pero restan personal a los demás centros sanitarios.

Algunas AMPAS y la educación concertada están en pie de guerra, en contra de la nueva Ley de Educación. Aquellos que luchan contra los que desean separarse, proponen la separación por sexos en las aulas.

La Ley, también segrega entre los que desean estudiar la materia de religión y los que no lo quieren, pero eso no les irrita, la laicidad sigue lejos y por tanto los principios de igualdad no están presentes, pero eso no importa, desde Trento la educación ha tenido un rumbo que no hay que variar.

La participación ciudadana por medio de los Consejos Escolares se hace realidad, pero el negacionismo ético, potencia la desinformación y pide “Libertad”, junto a las fuerzas de seguridad.

Mientras que unos hablan de cómo sacar con bien a las personas de este bache, mediante tratamiento vacunal, los otros piensan que el COVID 19, cuenta con dos dígitos más; el 8 y el 4. El 1984, ese escrito y descrito por Orwell en 1948. Ahí radica un poco este asunto, ¿48 u 84? Lo mismo ocurre ahora, son las dos cuestiones por las que el ser humano navega; cara o cruz, luces o sombras. Los unos quieren demostrar que la violencia es general y los otros que es de género, pero nadie rescata a nadie de la violencia doméstica o de los feminicidios. Esta bipolaridad social, cada vez más marcada, nos lleva a procesos mentales grupales de mucho descontrol.

Hace escasas fechas amaneció un barrio plagado de pintadas en establecimientos y fachadas: COVID 1984 DICTADURA/ FASCISMO… En una librería, sobre un libro pintado en su fachada, una pintada con un punto de mira y unas siglas: ETA.

En un monumento de una plaza. El único monumento que existe en el mundo donde se entierra a la guerra: Bajo el monolito se puede leer: “Aquí Yace la guerra”. Sin un atisbo de violencia, sin una palabra más alta que otra, sin exabruptos ni exageraciones. Fue el proyecto premiado como resultado de un concurso escolar que se hizo en un barrio madrileño a finales de los años sesenta. Se pedía un lema contra la guerra. El inteligente chaval de doce años lo clavó: AQUÍ YACE LA GUERRA.

El monolito se denominó por la vecindad “Nostrolito”, “nostro”, porque se hizo gracias a la aportación económica y colaboración de los vecinos. Es decir, es el producto de la colaboración de todos, por eso, sin duda alguna, forma parte del acervo cultural de una zona de Madrid.

La noche de las pintadas, allá por los días de recuerdos y misas en el Valle de Cuelgamuros, esos desordenados mentales pintaron DICTADURA, en el “Nostrolito” de todos los vecinos. Uno de los monumentos más democráticos y antibelicistas que existen en Madrid.

El negacionismo ético se convierte en peripatético y ejerce como factor disgregante con incoherencias coercitivas. Su estado de excelencia es erróneo porque está tintado por el miedo.

El miedo enterrado en sus vísceras, el miedo que expelen al respirar lo llevan en el reseteado de su disco duro mal configurado y nos muestran un miedo inverso. Ese miedo gris y rancio que transita sobre las distintas esferas de nuestras realidades se atrinchera en sus neuronas.

Este aislamiento e incertidumbre nos lleva a crearnos una nueva pregunta cada mañana y ver un nuevo interrogante a cada pregunta. Como todos los humanos, el temor nos hace desvariar ante un cambio no solicitado y la duda entra en un campo desconocido. Es el gran desafío. Mientras tanto se inicia un viaje interior que no toca fondo. Todo está cercano a un caos con crespones de esperanza desnutrida.

Explotan nuevas sensaciones, las esperanzas que ayer tuvieron fuerza, caducan y emergen otras realidades donde esperanzas nuevas suplen a las anteriores. Generan un sinsentido de sentimientos desorbitados. Favorecen el desequilibrio y el temor, se tensa el espíritu y araña los sentires más críticos. No obstante hemos aprendido a mirar a los demás y apreciar sus grados de abulia, empatía o antipatía, hemos aprendido a descifrarlos por la expresión de sus ojos.

Aprendemos a ver en ellos la utopía o distopía que muestran a cada instante, vemos constantemente el desconcierto, las tormentas grises con nubes lasas, truenos sordos, rayos oscuros, lluvia condensada y granizadas secas. Un mundo psicótico.

Lo acromático frente a la policromía del arco iris.

Las noches se cobijan bajo un arco iris lunar y se cargan de onirismo estresante que permiten crecer al miedo. La tecnología y sus redes ejercen las funciones a media tinta, en ellas se da lustre a la mentira con nombre en inglés: “Fake New”, que dicho así parece menos mentira y menos estulta. Mientras tanto el negacionismo confunde la pandemia con la dictadura, el hambre crece en los hogares, barrios y distritos, los políticos juegan al hemiciclo de la patata, mientras comen ensalada…

Y los capitales flotan, los mercados siempre resueltos a salvarse, no cambiaran, se amoldarán a los cambios sociales y cobraran más comisiones a los usuarios que les ceden el dinero, las moratorias para los desahucios chirrían en los despachos ministeriales.

Crecen las oclusiones sin soluciones:

El reparto equitativo de bienes no es reconocido por las multinacionales, los impuestos se pagan en ínsulas de jauja.

Los migrantes, en fronteras o pateras, siguen muriendo en tierra o agua, las vacunas solidarias ni flotan ni vuelan ni están en sus cabezas ni se espera que lleguen a estar nunca.

Las bolsas y el Ibex están reñidas con la solidaridad.

La violencia en general está bien representada, la de género persiste igualmente. Ella no viaja en patera y conoce frontera.

Y vemos como los perímetros de la equidad cada día son más estrechos y de menor diámetro.

En el fondo todo sigue igual, todo sigue patas arriba.

Ergónomo PhD. Profesor del Master Prevención de Riesgos Laborales en Suffolk University Campus Madrid. Sindicalista. Dramaturgo y Escritor. Vicepresidente del Colectivo de Artistas Liberalia. Guionista y conductor de los programas de radio: Mayores con reparos, Salud y Resistencia y El Llavero.