Seguimos avanzando en el reconocimiento de derechos
- Escrito por Eduardo Montagut
- Publicado en Opinión
Desde que nuestro país recuperó la democracia se ha ido incorporando a los modernos procesos de reconocimiento de muchos derechos, que ya se disfrutaban en otros estados modernos, o a ser hasta pionero en algunos de ellos. En realidad, ya lo intentó con otros derechos durante un breve tiempo en los años treinta, pero la experiencia se terminó muy pronto para quedar sepultado en una fosa oscura durante tantos decenios, fruto de una dictadura férrea y del nacionalcatolicismo.
Desde ahora los españoles y españolas podrán morir dignamente si así lo estiman, y según establezca la ley, en el caso de llegar a situaciones personales terribles por las que no quieran pasar. Hemos comprobado que no sólo una amplia mayoría política histórica ha alcanzado un consenso sin grandes dificultades, sino sobre todo porque se ha llegado a esto gracias a que la mayoría social española es moderna, respetuosa, tolerante, empática, sensible, y en la que preside el principio de que el padecimiento de las personas es intolerable, que hay que vivir y dejar vivir, y, además, que podamos decidir sobre nuestra muerte en esas situaciones a las que antes nos referíamos. Y esa sociedad ha llegado a este punto por su propia madurez, y sin duda, como reacción y cansada ante la violencia y la opresión que sobre ella se ejerció en el pasado. En tiempos de tribulación como el que padecemos es bueno comprobar la tranquilidad con la que se ha aprobado una cuestión, en teoría, tan polémica.
Lamentablemente, siempre hay una España que intenta impedir que los ciudadanos y las ciudadanas, que así lo estimen, puedan ejercer derechos, como abortar, divorciarse, casarse con parejas del mismo sexo y adoptar hijos formando otros modelos de familia, y a morir con dignidad. A pesar de que tienen destacada presencia pública, se les oye mucho en los medios, y anatemizan hasta con alusiones de otros tiempos, tienen las batallas perdidas, y las van perdiendo porque no conectan con la mayoría de la sociedad, ni tan siquiera con algunos sectores que les votan o les siguen como confesión religiosa. Debemos entender que, con sus negativas y diatribas apocalípticas, y hay que insistir en esto cuando proclaman que el progresismo intenta imponer su moral, no están en contra de una determinada política de un gobierno, sino que luchan contra el reconocimiento de derechos, a los que te puedes acoger o no, como vienen haciendo desde la primera cruzada contra el divorcio, hace ya muchos decenios.
Desde ahora los españoles y españolas podrán irse de este mundo evitando situaciones de intensísimo dolor y sufrimiento, como también seguirá habiendo españoles y españolas, en su legítimo derecho, que deseen morir en esas situaciones como hasta ahora. Pero ya no habrá españolas ni españoles que puedan imponer a todo el mundo su manera de entender cómo se debe morir.
Eduardo Montagut
Doctor en Historia. Autor de trabajos de investigación en Historia Moderna y Contemporánea, así como de Memoria Histórica.