Esperanza en tiempos de incertidumbre y crisis
- Escrito por J. Guillermo Fouce Fernández
- Publicado en Opinión
Vivimos hoy tiempos de crisis, de permanente incertidumbre, sin que tengamos claro la salida a esta situación. Una de las mayores dificultades a abordar tiene que ver precisamente con la ausencia de un plan de respuesta claro, de un plan de acción con respecto a lo que tenemos delante. ¿Cómo responder?, ¿cuándo terminará la crisis?, ¿cómo terminará?, ¿volveremos a la antigua normalidad o ya nada será igual?, ¿habrá vacuna o tratamiento?, ¿a qué nos estamos enfrentando?
En medio de la incertidumbre, cabría también pensar en algunos aprendizajes positivos: ¿aprendimos o podemos aprender algo de todo lo ocurrido?, ¿podemos incluso salir mejores de todo esto al superar las dificultades?
Quizá para empezar podríamos hablar del avance y desarrollo de nuevas formas de trabajo en un país con escasa implantación del teletrabajo, o el uso de las nuevas tecnologías para mejorar nuestra productividad y nuestra calidad de vida laboral; una cultura de trabajo muy marcada por el presentismo laboral, con muchas horas de trabajo y de escaso rendimiento, como uno de los déficits que venimos arrastrando a lo largo del tiempo, y que tal vez, con la situación actual y la implantación de procesos de teletrabajo y de uso de las nuevas tecnologías, pueda verse corregido al menos parcialmente.
Otra cuestión diferente y contrapunto de esta situación es que sin regulación y sin límites, estas nuevas formas de trabajo pueden hacer emerger nuevos riesgos psicosociales o situaciones que nos complican y suponen retos, como la adicción a las nuevas tecnologías, embotando la comunicación. la creatividad o las dificultades para desconectar del trabajo, expandiéndose este sin límites, en conexiones de 24 horas, sin una división entre el tiempo de trabajo y el tiempo de ocio: eternamente conectados y disponibles, suele decirse.
Otro elemento a destacar es la solidaridad, aunque hay que pensar en cómo sostenerla y mantenerla, en como incrementar campañas y actuaciones que revindican y plantean que no dejemos a nadie atrás y que ejerzamos tareas y actuaciones de acompañamiento y respuesta solidaria a aquellos que por causa de la enfermedad, los duelos o pérdidas personales o laborales o de otros tipos necesitan ser arropados y acompañados, una situación en la que surgieron de manera espontánea y luego sistemática si somos capaces de intervenir sobre ellas, respuestas sociales sumamente positivas de movilización de sensibilidades, recursos y actuaciones que nos muestran y demuestran que vivimos con otros y debemos ayudarnos y cuidarnos. Una vuelta a la ética de los cuidados democratizada y extendida que sería una autentica conquista social.
Otro elemento que destacaría a caballo entre mi vivencia personal y lo que podemos observar es que esta crisis nos pone frente al espejo y nos recuerda que somos frágiles, que la fragilidad nos acompaña, que nadie está libre de enfermar, y que esta fragilidad es un elemento clave en nuestras vidas. Vidas frágiles y efímeras que debemos vivir con la intensidad del momento, sabiendo que la vida puede escaparse en el momento más inesperado; vivir y sobrevivir, superar un trauma, superar el duelo, superar la enfermedad son retos en el camino que nos muestran y demuestran nuestra fragilidad por una parte, pero también nuestra fortaleza resistente o resiliente, cambiando nuestras prioridades de vida y haciéndonos valorar lo que tenemos y que tantas veces damos por descontado o valoramos poco: valorar una mirada, una caricia, poder andar o poder hablar, comer, beber….elementos todos que se pierden postrado por la enfermedad.
Valorar vivir y estar vivos y mirar a la vida de otra manera, con nuevas ganas de seguir adelante, de disfrutar y estrujarle el jugo a la vida y lo que nos regala, reencontrase con los que están con nosotros y queremos porque volvemos a verlos y compartir momentos con ellos y reencontrarse con los que tristemente se fueron haciéndoles presentes hoy en el recuerdo y su legado, fortalezas y formas de ver la vida que nos sitúan para volver a vivir.
Pura vida como dicen en Costa Rica, pasión por la vida y por vivir, por disfrutar el momento presente, siendo conscientes de nuestra fragilidad y la necesidad que tenemos de cuidar y ser cuidados, de querer y ser queridos, de recordar en positivo, de hacerlo como fortaleza para seguir adelante, de valorar lo que tenemos mirándolo en el espejo de lo que perdimos puntualmente o definitivamente.
Vivir, querer, recordar, aprender, disfrutar...palabras clave hoy y elementos positivos para seguir adelante con esperanza y entre un mar de incertidumbres que siguen acompañando nuestro camino.
J. Guillermo Fouce Fernández
Doctor en psicología, presidente de la Fundación Psicología sin Fronteras, vocal del colegio oficial de psicólogos de Madrid en intervención social y emergencias. Trabaja en la actualidad en el Ayuntamiento de Getafe en el área de salud, consumo y adicciones, con más de 15 años de experiencia docente en diferentes universidades y con varios libros y artículos.