Populismos y populares: argumentos para un debate
- Escrito por Alfredo Liébana Collado
- Publicado en Opinión
Existe desde siempre un uso y un abuso de estos términos en el debate político, unas veces por razones míticas y otras por incitación a la confusión. Este artículo es el resultado de una reflexión suscitada por el debate en una de las reuniones mensuales del colectivo “Socialistas para el debate” que ha tenido que desarrollarse por vía telemática por las dificultades para realizarla presencialmente.
En su intervención inicial Enrique Guerra hizo un repaso histórico sobre el uso del término populismo y popular: a) En la antigua Roma se usaba SPQR “Senatus PopulusQue Romanus”, en él se basaba la referencia de origen del poder, donde el pueblo estaba representado en sus senadores y tribunos; b) El término entre los primeros cristianos, reflejaba el pueblo (de Dios) cristiano frente al infiel; c) Pueblo en la revolución francesa excluía a los aristócratas, y posteriormente a los dirigentes de la Iglesia; d) En el Siglo XIX el marxismo se refiere al Pueblo como al conjunto de los trabajadores, sobre todo los industriales, en palabras de Marx; e) Complementado posteriormente por Mao con la inclusión del campesinado (situación lógica al existir en China pocos trabajadores industriales); f) Gramsci en Italia incluye en su análisis a los intelectuales, conformando el término “Mundo del Trabajo y de la Cultura”; g) El término que se acuña en el Nacionalsocialismo es el Pueblo Nacional, que luego se transforma en el Pueblo de la Raza Aria; h) En Italia se incorpora el Orgullo Imperial Romano; i) En el franquismo durante la guerra civil el concepto de pueblo se establece en la España eterna frente a la anti-España; J) En la actual democracia española los constituyentes configuran el gobierno del pueblo en los equilibrios de la Constitución.
En algunos países el término populismo se utilizó de forma diferente, así por ejemplo Margaret Thatcher en Gran Bretaña reforzó el orgullo inglés con la guerra de las Malvinas ante el espejismo del Imperio perdido. Sus gobiernos aprovecharon ese clima populista para combatir sin descanso a los sindicatos, pero su objetivo era romper los difíciles equilibrios en las relaciones sociales existentes desde largo tiempo atrás, construyendo como resultado una nueva legitimidad, la del aumento de la prosperidad del país a cualquier precio, pero que resulta ser sobre todo el de las minorías financieras. Las mayorías electorales se obtienen por articulación del odio social resultado del hastío de amplios sectores ante los conflictos laborales, resultado de una acelerada desindustrialización, al abandono de la minería (algo vital en determinadas zonas del país) y por la privatización de servicios públicos, lo que da lugar como consecuencia a un aumento del paro, especialmente en determinadas zonas del país. La impotencia política de los laboristas, resultado de las sucesivas derrotas electorales, añadido a la escisión de ellos de un sector de las clases medias al partido liberal demócrata, lo que provoca una situación de esterilidad frente a los conservadores al ser el sistema electoral británico mayoritario, pensado para la representación exclusiva de los ganadores en cada distrito. En este proceso las técnicas populistas se traducen mayoritariamente al final en voto popular.
Margaret Thatcher en octubre de 2007. / Wikipedia
Después de esta introducción panorámica lo que se requiere, es definir algo más los términos populismo y popular huyendo en lo posible de interpretaciones interesadas, por lo que lo mejor es ir a la RAE, donde se indica: “populismo es la tendencia política que pretende atraerse a las clases populares” y popular sería: “perteneciente al pueblo”; “perteneciente o relativo a la parte menos favorecida del pueblo”; “Que es estimado o al menos conocido por el público en general”, entre otras acepciones similares.
Partiendo de lo anterior al estudiar los populismos lo vemos criticado como un término negativo, mientras popular es una acepción pretendidamente positiva. No hay que olvidar tampoco que algo que sea popular no tiene porqué ser ni necesariamente verdadero, ni siquiera lo más razonable, existiendo cientos de ejemplos. Pero, ante esto ¿qué partido no pretende atraerse a la mayoría de una sociedad? Concluiríamos por lo tanto, que todos los grupos políticos articulan sus propuestas como populistas para ser populares, pero ¿cuál es la razón del empleo de ese uso tan peyorativo que utilizan unos frente a otros? Por ejemplo, en España el Partido Popular representa en principio los intereses de grupos sociales de clases altas (claramente exclusivistas), sectores de clase media, grupos de raíz religiosa, liberales económicos, residuos franquistas, etc…; Estos grupos insisten en formalizar argumentos para una distinción del resto, para afirmar una diferenciación como superación de su posición de partida. Así ocurre con la enseñanza y con la sanidad pública.
Si observamos por ejemplo el uso del término populismo en la enseñanza, algunos grupos sociales insisten en un reforzamiento de los colegios privados como método para conseguir un punto de distinción con el objetivo de no mezclarse con la mayoría, es decir se articulan frente al modelo de una enseñanza pública para todos y consiguen por este método alcanzar amplias cotas de popularidad. Curiosamente, un sector de los más humildes y algunos sectores de clase media (en lenguaje actual), desean salir también de ese planteamiento de los intereses generales como método para progresar socialmente mediante la elección. En España existe un modelo de centros privados concertados, modelo por el que el Estado subvenciona a un sector de la enseñanza, principalmente centros religiosos, que imparten una enseñanza formalmente gratuita. Lo cierto es que mediante este modelo el Estado no asume sus responsabilidades como administración para todos, en algunos casos por razones económicas, en otros por razones religiosas, o simplemente por las prioridades de los gobernantes, aunque la principal razón de fondo es porque en España, frente a otros países europeos, hay una raíz histórica, al existir una importante presencia de este tipo de centros previamente a la transición política (al ser parte inicial del control social utilizado en la fase inicial del franquismo, pero que va evolucionando con el tiempo). Las clases más pudientes, por el contrario, siguen prefiriendo otros tipos de centros más diferenciados con otros servicios complementarios, de imposible alcance para el resto.
Si analizamos la historia el populismo aparece especialmente en situaciones de crisis ¿Pero… el populismo es de izquierdas, o de derechas? Actualmente en la izquierda el concepto de pueblo está variando del concepto antiguo basado en las clases sociales, a otros nuevos de carácter transversal, al incluir en sus movilizaciones a otros movimientos reivindicativos como el ecologismo, feminismo, los derechos de la diversidad sexual, etc…
En España y en Europa la izquierda moderada ha tenido hasta una época reciente una importante presencia en los gobiernos, pero empiezan a surgir otros movimientos conservadores que consolidan nuevas opciones de organización social, como los que llevaron a Aznar y Thatcher al poder. Actualmente en España los argumentos de la derecha son simples y transversales de carácter simbólico, como lo es la defensa de la bandera española de una forma sobreactuada (para luchar contra la mitología en la izquierda de la bandera republicana, a pesar de que curiosamente la composición del actual escudo que figura en la bandera constitucional fue propuesto por la izquierda para eliminar el anterior escudo franquista en un intento de consenso social); la cruz que aglutina los sentimientos religiosos de un amplio sector de la sociedad, aunque muchos de esa confesión tengan otras ideas sociales; la familia como unidad básica de convivencia, como si el resto no la tuviera, etc…
En resumen, el populismo intenta aglutinar sentimentalmente a la población, aunque lo que se quiera defender sean los intereses de determinados grupos sociales consolidados y que resultan contradictorios con los intereses reales económica y socialmente de muchos de los que les apoyan. La izquierda por el contrario pretende, aunque no siempre lo consigue, moverse en principio más en el ámbito de la razón y el progreso (términos sin duda muchas veces ambiguos), aunque participa excesivamente de enfoques sentimentales, que sirven para conformar una base social frágil, uno de los fundamentales es que todavía sigue siendo muy fuerte el distanciamiento de la dictadura, ya que en España un sector de la derecha sigue sin terminar de desmarcarse del lastre del franquismo, a diferencia de otros países europeos que han tenido dictaduras, insistiendo muchos de sus dirigentes y de su base social en seguir viendo el franquismo con complacencia, afirmando que sus restos son ya irrelevantes y que mejor olvidar sin más, siendo la responsable de esa actitud, entre otras, el olvido en los programas escolares de historia en el Bachillerato de una reflexión ecuánime y que se centran muchas veces en épocas no conflictivas para la actualidad.
La aparición reciente en España del movimiento de los indignados ha dado lugar a un nuevo concepto de pueblo, basado en una lucha contra los poderes de lo establecido, frente a las carencias de los partidos consolidados que no han atendido adecuadamente a determinados sectores sociales, especialmente los jóvenes, de ahí surgen movimientos como “Podemos”, que han sido articulados en Madrid por líderes como Pablo Manuel Iglesias, o en Barcelona por Ada Colau aglutinando al movimiento de protesta por los desahucios de viviendas, surgidos ante la rapiña de determinadas entidades financieras y sociedades inmobiliarias, todo esto ante las escasa atención de los gobiernos de todo color y la manifiesta carencia de ayudas sociales hacia los sectores más golpeados en las últimas crisis, que habían provocado a un alto número de parados. En este último asunto, en otros países existen unas ayudas a la vivienda a esos sectores pauperizados con lo que evitan una crispación social.
Estos movimientos nuevos tienen base en algunos países americanos, en algún caso claramente de raíz peronista que pretenden ser transversales y que trasladan fórmulas movilizadoras aglutinadoras como el “si se puede” para movilizar a algunos sectores desasistidos de representación (por ejemplo ver la película de Ken Loach “Pan y rosas” donde en el año 2000 se utilizaban esos términos en las reivindicaciones sindicales del sector de limpieza por los inmigrantes centroamericanos), huyendo de afirmar que eran básicamente de izquierda, para lo que utilizan un lenguaje confuso de arriba y abajo, estructurando un modelo nuevo tildando de partida a todos los sindicatos y a los partidos políticos como lo viejo, y afirmando que ellos representan lo nuevo. Su dinámica era articular un movimiento entre aquellos jóvenes que razonablemente rechazan lo establecido y asumen una nueva moda, agrupándose con un espíritu característico de esa edad, lo que termina dando lugar a un movimiento que se convertirá poco a poco en un modelo autocrático sin intermediarios y más parecido al peronismo que intenta ser interclasista.
Trump es una muestra exacerbada de este populismo en EE.UU, su estrategia era evitar los intermediarios sociales por lo que ha ido contra el periodismo como intermediario, resultando que hasta la FOX le ha terminado abandonando en las recusaciones increíbles al recuento electoral y le ha terminado por tildar de mentiroso. Trump ha indicado que él representa directamente al pueblo al haber ganado las anteriores elecciones, conectándose con él directamente, por eso utiliza herramientas como Twitter, enviando mensajes cortos y sin respuesta articulada, con lo que consigue tener cientos de miles de seguidores a los que llega con sus mensajes. De esta manera se llega a una situación donde Trump niega sin pudor lo evidente, como es el caso de la pandemia, en lo político menosprecia al Congreso y al Senado, incluso lo hace también muchas veces a sus propios colaboradores, a los que ha cambiado constantemente cuando no seguían a la misma velocidad sus afirmaciones irreales, y manteniendo a pesar de ello una alta popularidad, lo que dice poco de la madurez de amplios sectores de la sociedad americana. En el último proceso electoral ha perdido el gobierno, pero su presencia ha movilizado nada menos que a un 46,8 % de los votantes y con solo 43.000 votos más en tres Estados (Arizona, Georgia y Wisconsin) podría haber ganado, a pesar de que Biden obtuvo 81,2 millones frente a los 74,2 millones de Trump, al estar el sistema electoral norteamericano basado en la representación de unos electores por los Estados y no por el voto directo.
Al final podríamos concluir que el populismo es una estrategia para alcanzar el poder, no una ideología, por lo tanto los populismos crecen en las crisis, pero después de alcanzar el poder, suelen convertirse en estructuras similares a las que pretenden sustituir, con la diferencia de que al estar promovidas muchas veces con un fuerte liderazgo carecen de los controles y condicionantes que deberían ejercer los partidos políticos.
Alfredo Liébana Collado
Quimico, Máster en Biotecnología y Profesor en Secundaria, FP y Universidad. Especializado en la formación del profesorado y en el diseño de los estudios en FP.
Investigador y divulgador de la historia del socialismo y del sindicalismo en educación. Realizando conferencias, exposiciones y publicaciones relacionadas sobre ellas.