La guerra de las vacunas
- Escrito por José Martínez Olmos
- Publicado en Opinión
Transcurrido algo más de un mes desde la aplicación de la primera dosis de vacuna frente a la Covid-19 en el mundo, tras varios millones de inoculaciones, todo apunta a la confirmación de una satisfactoria capacidad para generar inmunidad en las personas vacunadas.
Esta es una de las mejores noticias desde que hace ya un año, la pandemia causada por la Covid-19 golpea la salud y la economía de todos los países del mundo. En la vacuna está la esperanza cierta de doblegar esta pandemia.
En España, se han administrado ya casi un millón y medio de dosis siendo ya más de 250.000 personas las que tienen la pauta completa con las dos dosis establecidas. En especial, la inmensa mayoría de personas mayores de residencias, se encuentran ya vacunadas y buena parte de los profesionales que les atienden han accedido al plan de vacunación establecido.
Profesionales sanitarios, mayores de 80 años y resto de la población seguirán recibiendo la pauta de vacunación de manera paulatina a medida que se vayan recibiendo las dosis acordadas con las compañías farmacéuticas que tienen en sus manos la autorización para la producción y distribución.
Como decía, en las vacunas tenemos puestas las esperanzas ciertas de poder doblegar esta pandemia. Y el acceso a las vacunas es una cuestión esencial. Por eso, es digna de aplauso la iniciativa conjunta de la Unión Europea para adquirir las dosis suficientes para todos los Estados Miembros.
Gracias a esta iniciativa de la Comisión Europea, se han celebrado acuerdos contractuales con las diferentes compañías propietarias de patentes que han obtenido (o están en vías de obtención), la correspondiente autorización por parte de la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Pfizer-BioNTech, Moderna, Astra Zeneca o Jhonson and Jhonson son algunas de las compañías con las que se han acordado compras conjuntas para toda Europa.
La demanda actual de vacunas es inédita en la historia de la salud pública: la necesidad de asegurar el acceso universal a nivel global supone un objetivo ambicioso que, en teoría, debiera permitir vacunar a la gran mayoría de los 7.700 millones de personas que habitan en el mundo según los datos de la ONU. Es una operación inédita y colosal que va a estar sometida a numerosos imponderables.
Estos días, el debate en Europa viene marcado por el pulso entre Astra Zeneca y la Comisión Europea a cuenta del anuncio que esta compañía hizo, relativo a una importante disminución en las previsiones de entrega de sus vacunas para a Europa. La polémica es inmensa porque hace aflorar las características del mercado farmacéutico en una situación de enorme tensión entre oferta y demanda, al tiempo que pone el foco (por ejemplo), sobre el proceso de negociación llevado a cabo, el contenido del contrato y las garantías para su cumplimiento o la capacidad de generar transparencia en los acuerdos.
Todo esto, sin citar las dificultades de la Unión Europea en conseguir la necesaria autosuficiencia en la generación y suministro de medicamentos, productos sanitarios o vacunas, para afrontar con efectividad pandemias como la actual.
En el contencioso actual con Astra Zeneca conviene saber en qué medida la disminución de las previsiones de suministro de dosis para Europa está condicionada por problemas estructurales imprevistos para la fabricación o por tensiones en el mercado internacional. Hasta ahora, el posible incumplimiento de lo anunciado al firmar los contratos, no está claro a qué causa se puede atribuir. Pero hay un incumplimiento que, al menos hasta hoy, puede suponer un retraso.
Probablemente, (al menos así lo espero), tras el proceso en marcha entre Astra Zeneca y la Comisión así como la reacción de otras compañías con capacidad de competir y ofrecer más cantidades de vacunas, veamos una solución en pocas semanas a este problema de abastecimiento.
En el momento de escribir esta tribuna, tanto Astra Zeneca como Pfizer han ofrecido a la Unión Europea casi 90 millones de dosis para añadirlas a las que se podrían disponer la semana pasada y recibirlas en en un futuro inmediato. Que esto vaya a ser o no realidad de inmediato, está por ver. Pero estoy convencido que en pocas semanas el contencioso puede estar satisfactoriamente resuelto aunque en este proceso afloren asuntos que puedan generar un debate interesante: cuál es el mejor sistema de protección de patentes, cómo asegurar transparencia en los procesos o cuál es la mejor forma de asegurar precios adecuados que no supongan barreras en el acceso a medicamentos y vacunas.
Son asuntos todo ellos que merecen una reflexión profunda y serena, alejada en lo posible de planteamientos apresurados y superficiales.
Si, como creo, en poco tiempo resolvemos las dificultades actuales para disponer de suministro suficiente de vacunas, conviene no descuidar desde ya una puesta a punto de nuestro sistema para aplicar todas las dosis que nos vayan llegando, lo cual puede conllevar tener previsión de reforzar el dispositivo asistencial para vacunar de manera masiva con todos los recursos disponibles, propios y complementarios.
Estoy convencido que si llegan las dosis necesarias y se hacen las previsiones con todos los recursos disponibles, España puede conseguir el objetivo de vacunar al 70% antes de acabar el verano. España ha trabajado bien un plan de vacunación que debe actualizar sus previsiones en función de los acontecimientos. Podemos con el objetivo, si no descuidamos anticipar los cambios y ajustes necesarios.
Pero, al tiempo que hay que revisar y reforzar los mecanismos de la Comisión para asegurar lo mejor posible el acceso a las vacunas acordadas con las compañías así como el grado de acierto en la formulación de los contratos para corregir posibles disfunciones, conviene trabajar en serio para hacer posible disponer de suficientes plantas de vacunas para satisfacer las necesidades de Europa en situaciones de demanda como las que se producen en esta pandemia, porque es muy posible que haya nuevas pandemias en el futuro.
Igualmente, merece la pena abordar criterios y decisiones para que podamos tener las máximas garantías sobre otros suministros médicos y sanitarios. Algo que merece un esfuerzo con mirada estratégica.
Es desde un esfuerzo colectivo y conjunto de toda Europa cómo podremos salir del túnel en el que nos ha introducido esta pandemia y cómo podremos afrontar con mejores garantías eventuales pandemias que puedan afectar en el futuro.
El apoyo cierto a la investigación y la cooperación multilateral y la apuesta por el fortalecimiento de los sistemas públicos de salud abonan más garantías para ese futuro. Y contribuyen, también, a fortalecer un nuevo modelo productivo más útil para el bienestar social.
José Martínez Olmos
Profesor de la EASP desde 1988. Desde diciembre de 2015 y hasta marzo de 2019 fue Senador y Portavoz del PSOE en la comisión de sanidad. Fue Director general de farmacia en el Ministerio de Sanidad de 2004 a 2005 y en septiembre de 2005, Secretario General de Sanidad del Ministerio de Sanidad hasta octubre de 2011 y diputado en el Congreso de los Diputados de diciembre de 2011 a diciembre de 2015.