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Políticas autonómicas homogéneas... o decisiones políticas atrevidas


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Las cifras que poseemos sobre la incidencia del Covid-19 en la Comunidad de Madrid son, por sí solas, preocupantes porque son peores que las que corresponden a otras Comunidades Autónomas. En número de casos diagnosticados la última semana por cada cien mil habitantes, la Comunidad de Madrid sólo tiene por encima Melilla. Un triste honor para los madrileños. En cambio, los datos de vacunación nos enseñan que la Comunidad madrileña sólo tiene por debajo a Castilla–La Mancha, a las Islas Baleares y al País Vasco. En lo que se refiere a vacunaciones, la Comunidad de Madrid está en el 78’4 % de dosis administradas, con 7 dosis por cada cien mil habitantes cuando Asturias alcanza 11’50 por cada cien mil habitantes y Castilla y León 10’72 por cada cien mil personas. Otro dato, la Comunidad de Madrid tiene, al día de hoy (3 de marzo), 2.575 personas ingresadas, lo que supone un 15 % de camas ocupadas, frente a porcentajes muchas más bajos de otras Comunidades Autónomas (2’7 % de Extremadura y 5’7 % de Galicia), de modo que Madrid es la Comunidad con el porcentaje más elevado de camas ocupadas, que es tanto como decir el porcentaje más alto de enfermos graves.

Cuando manejamos estadísticas, siempre hay una Comunidad en el extremo mejor y otra en el extremo peor, pero conviene hacer otra reflexión: de qué manera la Comunidad Autónoma que ofrece peores cifras (en la pandemia, o en otro fenómeno similar) está condicionando toda la situación sanitaria del resto de las Comunidades Autónomas. Es decir, cuando en una crisis sanitaria hay una o dos Comunidades Autónomas que destacan por tener muchas cifras muy negativas, hay que pensar que esas Comunidades son responsables del agravamiento de la pandemia o, al menos, de que no se salga de la misma de manera adecuada. Y cuando vemos que la Comunidad de Madrid se sitúa en todas las estadísticas a la cabeza de la mala situación, hemos de empezar a pensar qué pasa.

Lo que pasa en la Comunidad de Madrid es un fenómeno triple formado por tres elementos:

· utilización de la pandemia como instrumento de oposición (y deslegitimación) contra el Gobierno del Presidente Sánchez y de propaganda del Gobierno autonómico;

· privatización de los instrumentos de lucha contra la pandemia;

· preeminencia de la política favorable a ciertos intereses empresariales antes que al conjunto de los intereses sanitarios;

El primer factor no necesita mucha explicación. La Presidenta Díaz Ayuso y su Gobierno, que sabe que no tiene los votos mayoritarios de los electores, ha visto en la pandemia una buen ocasión para intentar reforzar su posición ante los ciudadanos, ante el PSOE e incluso ante su propio partido. Por eso desde la declaración del primer estado de alarma a mediados de marzo de 2020 la guerra (no tiene otro nombre) de la Presidenta Díaz Ayuso contra el Presidente Sánchez y su Gobierno ha sido tan dura, tan navajera y tan desleal que solo puede tener el efecto de debilitar al Gobierno de la Nación en la lucha contra el Covid19 y, al mismo tiempo, un cierta pérdida de eficacia de la propia Comunidad madrileña en la lucha contra la epidemia. El episodio más notable ha sido la construcción del Hospital Isabel Zendal, con la visita de algunos diplomáticos extranjeros y la proclamación de que era el mejor hospital del mundo. La realidad es más negra: reducción de efectivos de otros hospitales para trasladarlos al nuevo, falta de quirófanos y de otros servicios, etc. Además de una inyección económica desmesurada al sector privado (de lo que hablaremos más abajo), el Hospital Isabel Zendal es el ejemplo más claro de utilización de un servicio público con fines políticos de intento de desprestigio del Gobierno de Sánchez y de reafirmación del Gobierno de Díaz Ayuso. Y, en general, toda la política del Gobierno madrileño (incluyendo la forma de participar en el Consejo Territorial de Salud) ha sido motivo de guerra contra el Presidente Sánchez y no de gestión sanitaria eficiente.

Es obvio que si el Gobierno madrileño ha puesto casi todos sus esfuerzos en combatir al Gobierno de la Nación, la lucha contra la pandemia se resiente, tanto porque la Comunidad orienta mal sus esfuerzos, como por el hecho de obligar al Gobierno del Presidente Sánchez a responder a las maniobras de Madrid y a polemizar con la Comunidad. La Presidenta de la Comunidad de Madrid ha querido forjar esta imagen de primera opositora al Gobierno de la Nación y no ha tenido inconveniente en boicotear las actitudes constructivas de los Presidentes de Castilla y León y Castilla–La Mancha cuando los tres se reunieron, a fin de coordinar sus trabajos.

La privatización de los instrumentos de lucha contra la pandemia es otra de las características de la gestión madrileña del Covid-19. La Presidenta Díaz Ayuso tiene una ideología ultraliberal, thatcheriana, que rechaza todo lo público y sólo entiende la gestión pública como una oportunidad de dar beneficios al sector privado. En consecuencia con esa ideología extremista, la Comunidad de Madrid ha desviado enfermos hacia los hospitales privados, ha externalizado la vacunación y parte del rastreo y, además se ha metido en una operación faraónica como el innecesario Hospital Isabel Zendal con el fin de desviar fondos muy importantes al sector privado de la construcción. Todo ello debilita la lucha contra la pandemia tanto por desviar rentas a los particulares (rentas que deberían servir para disponer de más medios humanos y materiales) como desviar los objetivos de los poderes públicos que, en ocasiones, se programan para servir al interés particular de ciertas empresas.

La preeminencia de la política orientada a favorecer a ciertos intereses empresariales antes que al conjunto de los intereses sanitarios está creando un agujero muy ancho en la lucha contra la pandemia. Es sabido que la Comunidad de Madrid está aplicando medidas mucho más ligeras en materia de confinamiento de la población, de horarios de prohibición de salir a la vía pública y de apertura de comercios y centros comerciales. ¿Cómo se entiende que París o Bruselas tengan cerrados todos sus comercios y espectáculos y en Madrid todo esté abierto? Porque la Presidenta Díaz Atuso, con su ideología ultraliberal, quiere hacer guiños a los empresarios y comerciantes a costa de más contagios. Por algo será que Madrid se ha convertido en la ciudad a donde convergen tantos franceses para pasar unas horas de fiesta en pisos turísticos. Incluso el día 3 de marzo El País especulaba con que la Comunidad de Madrid regulará con más flexibilidad las vacaciones de Semana Santa. Por eso es tan nociva la política del Gobierno de Díaz Ayuso porque permite (y en cierto modo alienta) que esta Comunidad sea un foco de contagio que se expande hacia Provincias limítrofes.

Ante este panorama, es evidente que el cese del Gobierno de coalición de la Comunidad de Madrid contribuiría a combatir la pandemia con más eficacia y con más intensidad. Podría ser útil, por lo tanto, que se presentara con la máxima urgencia una moción de censura contra la Presidenta Díaz Ayuso. Pero, como es evidente, esta moción de censura sólo puede prosperar con el apoyo de Ciudadanos. ¿Ciudadanos podría romper su coalición con esta facción del Partido Popular? Visto con frialdad, no parece que Ciudadanos obtenga beneficio político alguno de seguir en coalición con una Presidenta tan tóxica como Díaz Ayuso. Pero el marcado conservadurismo de algunos de los representantes de Ciudadanos en el Gobierno de Madrid, más los continuos bandazos que está dando este partido desde la salida de Rivera, hace difícil prever si los Diputados de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid van a dar un paso para salir de este Gobierno de coalición tan tóxico.

Ello hace más necesaria la presentación de la moción de censura contra Díaz Ayuso, para que ante la tesitura de seguir apoyando a una Presidenta tóxica o dar aire sano a la Comunidad, Ciudadanos tome partido. Algo que quizás no hará hasta que no le quede más remedio. ¿Y si a pesar de todo Ciudadanos no da el paso? Al menos, los ciudadanos de la Comunidad de Madrid verán que hay una alternativa, como ocurrió en mayo de 1980 cuando el PSOE presentó la moción de censura contra Adolfo Suarez.

No querría acabar sin insistir en que desalojar a Díaz Ayuso de su actual puesto no es una cuestión solo de interés madrileño: es una condición y exigencia de la necesidad de mayor eficacia en el combate contra la pandemia.

Subsecretario de Cultura y Deporte, Director general de Reclutamiento y Enseñanza Militar en el Ministerio de Defensa, Subdelegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Secretario General Técnico de los Ministerios de Vivienda, Presidencia y Relaciones con las Cortes, Delegado de España en la primera reunión Intergubernamental de expertos sobre el anteproyecto de convención para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, organizada por la UNESCO, en los años 2002 y 2003.

Fue fundador y director del anuario Patrimonio Cultural y Derecho desde 1997. Hasta la fecha ha sido también vicepresidente de Hispania Nostra, Asociación para la defensa y promoción del Patrimonio Histórico.

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